Génova, por qué el Palazzo Ducale se mete un gol en propia meta al no confirmar a la directora Serena Bertolucci


La no confirmación de Serena Bertolucci al frente del Palacio Ducal es una mala noticia para Génova, que plantea cuestiones de mérito (el instituto se arriesga a perder a una gestora cultural de talento) y de método (¿por qué no se puede renovar a un administrador si trabaja bien?).

La decisión del consejo de administración del Palacio Ducal de Génova de no renovar el nombramiento de la directora Serena Bertolucci ha suscitado gran perplejidad. Hay que decir que, en el último año, muchas cosas han cambiado a la sombra de los Grimaldina: en octubre del año pasado, la no confirmación de Luca Bizzarri en el consejo de administración de la Fondazione Palazzo Ducale impidió su reelección como presidente, y el nuevo presidente Beppe Costa ocupó su lugar. Y la concomitante remodelación del consejo de administración acabó cambiando la mitad de su composición: Bampi y Wolfson fueron confirmados (este último, sin embargo, hasta 2022 en la cuota de la región de Liguria, y el año pasado nombrado en la cuota de la ciudad de Génova), Lazzari y Bozzi Sentieri quedaron fuera, y Berti Riboli y Messina entraron. Nada, sin embargo, sugirió la noticia en los últimos días, porque Serena Bertolucci ha trabajado durante cuatro años y medio en el Palazzo Ducale con excelentes resultados.

Quizá no sea el caso de repasar en detalle los éxitos de la actual directora, que es una de las gestoras culturales con más talento que tenemos en Italia (y de ello llevamos escribiendo en estas páginas desde no hace mucho), pero sí merece la pena ofrecer un breve resumen: podemos empezar por las exposiciones, casi siempre de gran nivel, entre las que destaca sin duda la dedicada a los años veinte, capaz de investigar de forma precisa y rigurosa un periodo histórico complejo y difícil de transmitir al gran público, y luego la dedicada a Miguel Ángel, que tuvo el espectacular mérito dehaber traído a Génova el Cristo Giustiniani del gran escultor toscano, por no hablar de La forma della meraviglia, una exposición que, en plena pandemia, destacó como uno de los mejores proyectos del año y reunió en las salas del Palazzo Ducale obras del siglo XVII genovés de altísima calidad y extremadamente difíciles de ver, bien porque se conservan en colecciones privadas, bien porque se guardan en museos lejanos. En el aspecto económico, basta echar un rápido vistazo a los presupuestos, fácilmente accesibles en la página web del Palacio Ducal, para comprobar, aparte de los años Covid, los incrementos y sobre todo el aumento porcentual de los recursos propios, ante la necesidad de encontrar ingresos para compensar la caída de las aportaciones públicas. Además, no es sólo el aumento del número de visitantes y participantes en los cientos de actividades (entre exposiciones, conferencias, actos, presentaciones, reuniones, visitas y talleres), cuyo número, de nuevo sin tener en cuenta el infausto interludio de la pandemia, se ha mantenido siempre por encima del medio millón. Quien esto escribe ha tenido la oportunidad de participar en varias iniciativas en el Palacio Ducal: en pocas otras realidades culturales existe una implicación tan sentida por parte de los ciudadanos, un afecto tan sincero y compartido por una institución cultural. Esto se debe a una extraordinaria mezcla de elementos diferentes, fomentada y afinada por la dirección de Bertolucci: la variedad de la propuesta y su continuidad, elalto nivel de las actividades, la peculiaridad de ciertos formatos inventados por el director (por ejemplo, los “cinco minutos con”, es decir, la posibilidad de reservar para admirar en soledad una obra de un gran artista, laobra de un gran artista, experimento realizado, y con buenos resultados, con Van Gogh y Monet, o las visitas guiadas con la directora, otro punto de mérito si se tiene en cuenta que algunos de sus colegas preferirían que les amputaran un brazo antes que pasar media hora con un público compuesto por personas sin conocimiento previo de la obra del artista.hora con un público compuesto por personas sin un doctorado en historia del arte), la capacidad de hablar un lenguaje accesible, aumentar la sensación de que el Palacio Ducal es realmente un lugar para todos, lainteligencia de reconocer la importancia de la comunicación, y seguramente esta lista, necesariamente corta, puede alargarse aún más.

Por último, pero no menos importante, hay que recordar que si Génova es la Capital Italiana del Libro 2023, gran parte del mérito hay que atribuírselo a Serena Bertolucci, autora, junto con Giacomo Montanari, del proyecto A pagine spiegate que llevó al Ministerio de Cultura a conceder el premio a la capital ligur. Lo que, traducido, significa 500.000 euros más para la cultura en Génova. Y, siguiendo con el tema de los recursos, también hay que mencionar que el dúo Bizzarri-Bertolucci consiguió aportar a las arcas de la Fundación nada menos que 2,5 millones de euros en proyectos PNRR, la mayor financiación de Italia, con los que será posible poner en marcha importantes proyectos y obras, como la restauración de la torre Grimaldina.

Serena Bertolucci
Serena Bertolucci

Esta es, a bote pronto, la figura ante la que, tras cuatro años y medio de trabajo, el consejo de administración del Palacio Ducal ha decidido que se ponga en marcha un procedimiento para elegir a un nuevo director, una vez concluido el mandato de Serena Bertolucci, que se extiende hasta el 31 de diciembre de este año. Y es difícil entender las motivaciones que han llevado al patronato a poner el cargo a concurso, porque el estatuto de la Fundación tiene disposiciones muy amplias sobre el nombramiento del director y deja al patronato una amplia discrecionalidad al respecto, tanto en los nombramientos como en las posibles renovaciones. Tanto es así que el propio predecesor de Bertolucci, Pietro Da Passano, trabajó durante varios meses el año anterior a la llegada del actual director en virtud de una prórroga. Además, si el procedimiento, como escribe el Palacio Ducal en una nota, “seguirá el ya utilizado por la Fundación hace cinco años”, entonces se procederá con una convocatoria de manifestaciones de interés y no a través de un concurso: la diferencia, por supuesto, es abismal, ya que para una manifestación de interés no hay procedimiento con exámenes, y en el de 2018, que llevó al nombramiento de Serena Bertolucci, el consejo de administración no sólo era responsable del nombramiento, sino también de la evaluación, y la convocatoria no incluía, una elección inusual, referencias a comisiones externas.

Dado que el artículo 15 de los estatutos publicados en la página web de la Fundación sólo establece que “la duración del mandato y los emolumentos del director serán determinados por el Consejo de Dirección”, sin especificar nada más, ¿qué necesidad impulsó al consejo a optar por la convocatoria y no por la renovación? ¿No podría al menos haber esperado a que comenzaran los proyectos del PNRR? Dadas las grandes líneas del estatuto, ¿cuáles son las razones legales, administrativas, burocráticas que impiden a Bertolucci continuar, hasta el punto de que en entrevistas en periódicos locales llegó a señalar, con un sentido de la elegancia cuanto menos curioso, que si quería continuar como director del Palacio Ducal podía presentar su candidatura?

Luego hay un problema de método, del que ya hemos hablado recientemente: si un director ha trabajado bien, incluso durante tantos años, ¿por qué no se le puede renovar el nombramiento? ¿Cuáles son los obstáculos que deberían impedir que un director competente y adecuado a un instituto siga trabajando mientras trabaje bien, correctamente, con éxito de público y en medio de la aprobación de los de dentro? El ex presidente Luca Bizzarri tiene toda la razón cuando, en su perfil de Facebook, escribe que “si el Palazzo Ducale ha resistido tragedias y pandemias en los últimos años, si nuestras exposiciones han recibido elogios y premios, si la torre Grimaldina podrá volver pronto a la ciudad, es sólo gracias a Serena Bertolucci y a cómo ha trabajado con ella todo el personal del Palazzo. Este es el resultado”. Y para Génova, perder a Serena Bertolucci sería cualquier cosa menos positivo.


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