Cuando se habla del Palazzo Reale de Génova, no es raro oír asociar el sustantivo “milagro”, en la ciudad pero también fuera de ella, a la gestión de Serena Bertolucci, directora del museo desde 2015, cuando el instituto de via Balbi se convirtió en uno de los veinte “supermuseos” autónomos creados tras la reforma Franceschini. Pero incluso si quisiéramos evitar exagerar con los nombres, sería muy difícil negar que el Palazzo Reale ha hecho progresos espectaculares en los últimos años, y para darse cuenta de ello es posible partir de meros números: nunca en la historia reciente, desde que el Ministerio de Cultura introdujo las encuestas estadísticas en sus institutos, se habían registrado cifras tan altas en el Palazzo Reale. Durante casi quince años, de 1996 a 2011, el número de visitantes del instituto genovés fluctuó aproximadamente entre 20.000 y 30.000 (con un pico de 40.236 registrado en 2004, año en que Génova fue Capital Europea de la Cultura), para experimentar después un notable incremento entre 2012 y 2014, un periodo de fuerte crecimiento de visitantes en casi todos los museos genoveses. Serena Bertolucci ha continuado brillantemente la labor de su predecesor, Luca Leoncini (que sigue trabajando en el museo como director de colecciones), y ha llevado al Palazzo Reale a niveles récord: de 49.776 en 2014 a 87.215 en 2017 (un aumento del 75% en solo tres años), y se esperan nuevos récords para el año en curso, ya que en los cinco primeros meses el museo registró hasta 48.349 visitantes frente a los 29.159 del año pasado. Un aumento del 61% respecto al año récord. Un crecimiento que también se refleja en los ingresos por entradas, que se han más que duplicado en tres años (de 73.503 euros en 2014 a 171.470 en 2017).
Hablar solo de números, sin embargo, tendría poco sentido y no ofrecería una idea exhaustiva del trabajo que Serena Bertolucci ha realizado en el Palazzo Reale, logrando imprimir un punto de inflexión decisivo en la historia del museo: un trabajo que, más que en la cantidad, se ha centrado en la calidad, y los incrementos de visitantes no son sino la consecuencia más natural de la dirección que la directora ha sabido dar a la institución. El primer ingrediente del éxito del Palazzo Reale es, sin duda, suapertura a la ciudad y al territorio. Entretanto, el Palazzo Reale se ha convertido en un lugar que siempre ofrece a los genoveses un buen motivo para volver, incluso al cabo de poco tiempo. El museo se ha enriquecido con un completo calendario de eventos: conferencias, encuentros, talleres, visitas guiadas especiales, inauguraciones nocturnas, iniciativas extraordinarias (por ejemplo, el 2 de junio, cuando se invitó a ciudadanos y turistas a acudir al museo con un ejemplar de la Constitución, recibiendo a cambio la oportunidad de visitar el museo por el precio simbólico de un euro), todo ello con periodicidad semanal y promocionado congran eficacia (también mediante el uso inteligente de las redes sociales) gracias a una eficiente oficina de comunicación dirigida por Anna Manzitti, historiadora del arte, profunda conocedora del arte genovés del siglo XVII y muy capaz funcionaria ministerial encargada de la promoción de la institución. Y para subrayar el hecho de que el Palazzo Reale no comete el error de pensar más en los turistas que en los ciudadanos, es necesario destacar algunas propuestas concebidas especialmente para los residentes: por ejemplo, las reducciones ideadas para los habitantes de los distintos municipios de la ciudad, o la iniciativa dirigida a los lectores de Il Secolo XIX (en Semana Santa quienes se presentaran en el museo con un ejemplar del periódico podían entrar a precio reducido), o los descuentos reservados a los clientes de los restaurantes “Genova Liguria Gourmet” con motivo del Año de la Gastronomía Italiana 2018.
Génova, Palazzo Reale. Ph. Crédito Finestre sull’Arte |
Valerio Castello, Alegoría de la fama con cuadraturas de Giovanni Maria Mariani (1653-1654; Génova, Palazzo Reale, Anticamera del Duca) |
Génova, Palacio Real, Galería de los Espejos |
Directora Serena Bertolucci |
Un capítulo importante es el de las exposiciones, muchas de las cuales fueron concebidas también con vistas a reforzar los lazos entre los ciudadanos y la ciudad: un espléndido ejemplo en este sentido fue la exposición sobre la Lanterna de Génova, capaz de combinar la profundidad de una seria investigación histórico-artística con una vena decididamente más “pop” y un atractivo fácil. Y hay que subrayar que el carnet del Palazzo Reale puede ser muy variado: desde arte contemporáneo (la última cita en orden cronológico fue la exposición individual de Dong Xing) hasta exposiciones históricas (como la dedicada al rey Carlo Alberto, clausurada el 29 de julio), sin descuidar las muestras de investigación, como el palimpsesto Raccontami una storia (dell’arte ), que alternaba pequeñas exposiciones de una sola obra destinadas a presentar al público descubrimientos y redescubrimientos, o la importantísima primera exposición monográfica sobre Anton Maria Maragliano, el más grande de los escultores ligures que trabajaron entre los siglos XVII y XVIII, a quien, sin embargo, nunca se había dedicado una exposición. Tampoco hay que pasar por alto las importantes restauraciones realizadas y concluidas bajo la dirección de Serena Bertolucci: baste mencionar las del rissêu, el Salón del Trono y el belén de los Saboya.
Un segundo ingrediente fundamental fue la capacidad de crear sinergias. Por supuesto: en este sentido, la Serena Bertolucci se ve en cierto modo facilitada por el hecho de que un museo de primera importancia como la Galleria Nazionale di Palazzo Spinola dependa también del Palazzo Reale, y por ello ha sido mucho más fácil idear iniciativas coordinadas, como la introducción de una reducción en la entrada del Palazzo Reale para quienes visiten el Palazzo Spinola y viceversa (de modo que los dos importantísimos institutos puedan visitarse gastando en total sólo nueve euros). Y otro mérito de la dirección del Bertolucci es que no considera el Palazzo Spinola como una especie de hermano menor del Palazzo Reale, sino todo lo contrario: En el último año, el Palazzo Spinola ha experimentado varias adquisiciones fundamentales (la placa de plata del siglo XVII con el Barcheggio di nobili, laAllegoria della pittura de Bernardo Strozzi y el retablo de Anton Maria Vassallo ) y ha sido el terreno en el que se han experimentado proyectos destinados a implicar a un público más joven (por ejemplo, los aperitivos de los viernes basados en el arte y la música, abiertos a todos, que han tenido muy buena acogida). Pero las sinergias, por supuesto, no se limitan a las instituciones sobre las que el director ejerceun control directo. El Palazzo Reale es cada vez más parte de la ciudad: no hay acontecimiento en el que no participe y aporte su propia contribución (de las Jornadas Rolli a Euroflora, del Salón Náutico a la gran exposición sobre Domenico Piola), ha logrado crear un sistema con los museos cívicos y los museos privados, y ha realizado importantes acuerdos con otras entidades que operan en la ciudad (por ejemplo, con elAcuario de Génova, el destino más popular para los turistas: el billete único “AcquarioReale” fue el resultado). El compromiso de Serena Bertolucci es abrirse a públicos nuevos y heterogéneos, con la conciencia de que el papel del museo es primordial para el desarrollo de la ciudad, en todos los aspectos.
Números crecientes, ciudadanos felices de volver al museo, grandes iniciativas: el Palazzo Reale está más vivo que nunca, y nunca antes abierto a Génova y a todos. Y, desde luego, Serena Bertolucci no tiene intención de detenerse. A finales de julio, el ministro Bonisoli anunció la supresión de los domingos gratuitos, y al mismo tiempo el director del Palazzo Reale planteó la hipótesis de conceder a los visitantes una hora gratuita cada día: una iniciativa que pondría al Palazzo Reale a la altura de algunos importantes institutos europeos, como el Prado de Madrid, que ofrece dos horas gratuitas al final de cada jornada de apertura para todos. Al fin y al cabo, el Palacio Real siempre ha actuado con un amplio margen en el tema de la accesibilidad, con iniciativas que a menudo han reducido el precio de la entrada a cifras simbólicas. Existen, en esencia, todas las bases para permitir que el Palazzo Reale crezca cada vez más. Y el director ha comprendido en qué temas debemos trabajar, en el Palazzo Reale como en todos los museos de Italia: relaciones con la ciudad y sus ciudadanos, inclusión, implicación, investigación, apertura. Y el Palazzo Reale puede ser sin duda un modelo de referencia.
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.