En Venecia, los museos abren sólo cuatro días a la semana. Y lo ordinario se convierte en extraordinario


A pesar de que Venecia es una de las principales ciudades turísticas del mundo, sólo 2 de los 11 museos cívicos abren todos los días. Hasta ocho abren sólo cuatro días a la semana, y uno está cerrado. Así que lo que debería ser ordinario se convierte en extraordinario.

"Aperturas extraordinarias: el viernes 3, el sábado 4, el domingo 5, el lunes 6 y el martes 7 de diciembre las puertas del Palacio Ducal y del Museo Correr permanecerán abiertas hasta las 23 horas, para permitir a todo el mundo una visita nocturna". Así lo escribió en Facebook la Fondazione Musei Civici di Venezia, y al lector poco familiarizado con los asuntos venecianos podría parecerle un anuncio agradable: la apertura nocturna de los museos es el sueño de muchos aficionados. Pero el anuncio continúa con: “Todos los demás Musei Civici abrirán también el lunes 6, el martes 7 y el miércoles 8 de diciembre, con el horario habitual de cada sede”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Una “apertura extraordinaria” el lunes, martes y miércoles? Pues sí, como ya sabe cualquiera que haya frecuentado Venecia en los últimos meses, ya que los “horarios habituales” a los que se hace referencia al final del anuncio no son tan habituales: en realidad son los horarios (6 o 4 horas al día) en los que 8 de los 11 museos cívicos venecianos abren sólo de jueves a domingo, desde hace siete meses (y más, si miramos hacia 2020). Mientras que la apertura vespertina de los dos museos marcianos es, en efecto, excepcional para el panorama italiano, la apertura “extraordinaria” del lunes 6, martes 7 y miércoles 8 de diciembre es tan ordinaria como debería serlo para una ciudad de dimensión europea, y no digamos ya para una ciudad caracterizada por el patrimonio y el turismo cultural como Venecia. Sin embargo, para Venecia, tener los museos abiertos ya no es “normal”.

Después de un año desde la primera imposición de horarios reducidos, después de un largo invierno con los museos cerrados"a la espera de turistas", y las consiguientes protestas, después de la llegada masiva de turistas a partir de agosto, la situación sigue siendo ésta: dos museos abiertos toda la semana (Palacio Ducal y Museo Correr), ocho abiertos de jueves a domingo (Galería Internacional de Arte Moderno de Ca’ Pesaro, Museo de Arte Veneciano del siglo XVIII de Ca’ Rezzonico, Museo del Palacio Mocenigo, Casa de Carlo Goldoni, Museo de Historia Natural de Venecia, Torre del Reloj, Museo del Vidrio de Murano, Museo del Encaje de Burano) y uno cerrado desde 2019 (Museo Fortuny, cerrado por restauración tras los daños del Acqua Granda en 2019 y cuya reapertura está prevista para principios de 2022). Los Museos Cívicos de Venecia, sin haberlo declarado nunca públicamente, parecen no querer seguir ya las reglas de horarios y aperturas mínimas que deberían caracterizar a los que son, recordémoslo, “servicios públicos esenciales” por ley. Con una única diferencia respecto a hace un año: que lo “extraordinario” (reducción de horarios y cierres) se está convirtiendo poco a poco en cada vez más ordinario. Un nuevo ordinario compuesto no sólo de museos de talla mundial, como Ca’ Rezzonico o el Palazzo Mocenigo, que abren un total de 24 horas a la semana (los más pequeños, en cambio, lo hacen 16), de asombro constante por parte de los turistas, con agencias y guías obligados a repetir “no, lo siento” a visitantes que esperaban poder visitar esos museos un día de lunes a miércoles, ciudadanos venecianos o personas de paso por la ciudad por estudios o trabajo obligados a renunciar a su visita, por no hablar de investigadores y profesionales que, para poder utilizar las bibliotecas y archivos de los museos, han tenido que producir esfuerzos y fatigas a menudo insoportables desde hace dos años.



El salón de baile de Ca' Rezzonico. Foto de Michele Rienzo
El Salón de Baile de Ca’ Rezzonico. Foto de Michele Rienzo
Fachada de Ca' Pesaro. Fotografía de Didier Descouens
La fachada de Ca’ Pesaro. Foto de Didier Descouens

Pero también es un ordinario en el que, aún hoy, todos los empleados directos de la Fundación siguen pasando una semana al mes de baja temporal, mientras que todos los empleados subcontratados, dada la reducción de horarios, ven complementada la baja con un número reducido de horas. Esto significa también, para el personal de recepción de público, trabajar en horarios siempre diferentes, siempre reducidos, y verse obligado a cubrir aperturas extraordinarias de tarde sin siquiera cobrar las horas extraordinarias. Con el dedo en la llaga, a partir de enero estos trabajadores subcontratados también se verán privados de “pagas complementarias”, es decir, vales de comida y pequeños recargos por trabajos de urgencia.

En esta situación, incluso sin ser conscientes de ello, los contribuyentes siguen pagando, desde hace año y medio, el fondo de despido que permite a la Fondazione Musei Civici (propiedad al 100% del ayuntamiento) quitar un servicio a los ciudadanos y poner un verdadero obstáculo al disfrute cultural en una ciudad como Venecia. Y en este nuevo ordinario, la Fondazione, después de haber pedido y recibido casi 8 millones de ayuda ministerial para 2021, ha pedido y, según los sindicatos, obtenido otros 4 millones para 2021: sin embargo, al menos desde el verano, la situación de los flujos turísticos en la ciudad, aunque no a los niveles (insostenibles) de 2019, ha vuelto muy en línea con la normalidad prepandémica, con largas colas ante los museos (sin duda favorecidas por la reducción de horarios) y 3.000 entradas diarias de media incluso en octubre. La opinión de los operadores de la Fundación escuchada por Finestre sull’Arte es ahora de frustración y desánimo, dada la persistencia de una situación de excepcionalidad y sacrificio que afecta a los usuarios y al propio patrimonio (el personal técnico-científico, ahora despedido en un 20%, lo está al 100% desde hace meses) mientras que no implica en absoluto a la dirección de la Fundación, que ha permanecido impermeable a las críticas, los recortes y las reducciones. La sensación generalizada, aunque nunca formalizada públicamente, es que los horarios reducidos (8 de los 11 museos cerrados la mitad de la semana) se prolongarán durante todo el invierno, salvo algunas aperturas “extraordinarias” durante las vacaciones.

Al anunciar la anterior apertura extraordinaria, la del 1 de noviembre, la Fundación explicó en Facebook que “el domingo 31 de octubre, las cafeterías recordarán la noche de Halloween y, como siempre, la cafetería del Museo Correr será accesible a todos, incluso a los no visitantes del museo, con su impresionante vista de la Plaza de San Marcos”. Un énfasis que indica una prioridad. "Una Fondazione Musei Civici que permite tomar un café en la terraza del Museo Correr a las diez de la noche, pero no permite que los museos abran con un horario normal, adecuado, suficiente, y que puede hacer todo esto gracias a fondos públicos, mientras sigue vendiendo copiosamente entradas allí donde abre, ¿qué sentido tiene su existencia?’, se pregunta Cristina Chiesura, representante véneta de la Asociación Mi Riconosci, que junto con otras organizaciones de la ciudad había organizado el 27 de febrero el acto “Venecia y sus museos, rehenes del turismo”, sin obtener un cambio de rumbo.

Si el Ayuntamiento siempre ha defendido a ultranza esta gestión, limitándose a solicitar y obtener aperturas nocturnas extraordinarias en ocasiones festivas, si se ha hecho caso omiso de las manifestaciones ciudadanas atendidas, la pelota está ahora en el tejado del Ministerio, que podría negarse a conceder subvenciones y ayudas si la Fundación no respeta ciertas normas mínimas tanto en materia de empleo como de servicios y horarios. ¿Pedirá el Ministro Dario Franceschini, que nunca se ha pronunciado sobre el caso en más de un año, un endurecimiento de la financiación? Ahora queda la esperanza de que lo haga, porque lo contrario significaría avalar la reducción radical de las actividades y servicios garantizados por las subvenciones estatales a todas las fundaciones de titularidad pública.


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