Empecemos de nuevo Miart 2021 entre expectativas y esperanzas


Miart 2021 es la primera feria de arte europea que se reanuda en presencia tras la pandemia. El punto sobre la cita milanesa según Vittoria Coen.

Tras el paréntesis veraniego, después del Salón del Mueble y de la Semana del Diseño, con cierta aprensión ante posibles nuevas restricciones, MIART abre sus puertas con la asistencia de algo menos de 150 galerías, la mayoría italianas, como era fácil predecir, y se inauguran eventos y exposiciones en los distintos espacios de Milán.

Se entra con expectación y una moderada esperanza de que esta edición represente un “renacimiento”.

La disposición lineal y aireada de los stands favorece una visita tranquila y meditada, y permite una observación decididamente más pausada de las obras, en comparación con las aglomeraciones que todos recordamos antes del largo periodo de abstinencia y las largas llamadas telefónicas a las que nos sometimos para mantener una apariencia de normalidad.

Por supuesto: la pandemia no ha hecho más que rasgar con fuerza el velo de una crisis sistémica que se manifestaba desde hace tiempo en todos los ámbitos culturales, definida como “crisis” aunque en realidad se trate de una verdadera recesión, con el dominio de las subastas a nivel internacional y una distancia cada vez mayor entre el coleccionismo cuidadoso y riguroso y la ansiedad por acaparar las “marcas”, produzcan lo que produzcan, para los definidos como “miles de millones”, los superricos cada vez más ricos que compran por teléfono obras de artistas que cuestan lo mismo que futbolistas, quizá incluso más.

Miart 2021
Miart 2021 (obra de Chuck Close)
Miart 2021
Miart 2021
Miart 2021
Miart 2021

Y sin embargo, con la conciencia adquirida que reconoce nuevos mercados a nivel mundial, en esta feria uno tiene la oportunidad de admirar verdaderas “joyas”, curiosidades y obras interesantes de importantes artistas “históricos”, que sin duda están presentes en mayor medida que los “contemporáneos”. La relación entre objetos de diseño de calidad, pinturas, esculturas e instalaciones también está bien llevada, en esa relación recíproca que también se vio en la Semana del Diseño. Interesante, por último, es la diversidad en el uso de materiales y técnicas, en un amplio abanico, con emocionantes sorpresas para artistas que hoy no son precisamente populares y que, en cambio, merecen ser redescubiertos.

Más allá de los resultados, que espero sean de gran satisfacción para los galeristas (una feria es siempre una feria), personalmente, al igual que en el fuori salone de hace una semana, este momento de encuentros y de obras en vivo me llena de una felicidad infantil. Sí, porque no podíamos soportar más, al menos en lo que a mí respecta, los vídeos, a menudo amateurs, que describían los recorridos de las exposiciones, centrados en la obra individual, con voz en off o sin ella, que habían abarrotado nuestros ordenadores en los meses anteriores. Por supuesto, era la única manera de que la gente supiera que existíamos, aunque el momento de ver las obras no pudiera ser preestablecido sin más por una cámara de vídeo con una explicación inundada de las distintas poéticas, en una especie de intimismo perceptivo simulado.

Esperemos todos que éste sea realmente el principio del repunte, con Art Basel a la vuelta de la esquina (a pesar de los temores de prohibición de acceso para los vacunados con Astrazeneca), y que la cultura pueda dar un salto adelante para satisfacción colectiva de todos los implicados. Por supuesto, quizá nada vuelva a ser como antes, pero quién sabe, quizá sea una buena noticia.


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