Demasiada burocracia en el mercado italiano del arte antiguo. Cómo se podría mejorar


¿Cuál es el panorama actual del mercado del arte antiguo en Italia? Existe una regulación que, aunque necesaria, está lastrada por un exceso de burocracia que frena el dinamismo y crea incertidumbre entre operadores y coleccionistas.

El panorama actual del mercado del arte antiguo en Italia muestra una regulación que, por necesaria que sea, está lastrada por un exceso de burocracia que impide el dinamismo y crea incertidumbre a operadores y coleccionistas. Aunque la normativa actual es fundamental para la protección de nuestro patrimonio, hay margen de mejora para que el mercado sea más fluido y competitivo sin comprometer la protección. Se podría pensar, por ejemplo, en una revisión de las restricciones a la exportación, en la que se controlen las obras de importancia nacional, pero con ciertos plazos y procedimientos más ágiles. Esto no sólo reduciría la precariedad, sino que también ofrecería a los operadores un entorno más favorable.

El equilibrio entre las necesidades del mercado y la protección del patrimonio nacional es ciertamente delicado, pero instrumentos innovadores como el pasaporte para obras de arte -una ingeniosa propuesta de Fabrizio Moretti- podrían suponer un punto de inflexión. En efecto, éste garantizaría la trazabilidad de las obras de arte, permitiendo al Estado mantener el control sobre los bienes más importantes, sin inmiscuirse innecesariamente en aquellos que, aun siendo valiosos, no representan un riesgo para la memoria cultural colectiva. De este modo, la labor de los operadores sería menos gravosa y más transparente.

Casa de subastas Il Ponte
Casa de subastas Il Ponte

Un mercado más ágil no sólo favorecería a las antigüedades, sino que también podría atraer a nuevos coleccionistas, sobre todo a las generaciones más jóvenes, que tienden a percibir el mundo del arte antiguo como complejo e inaccesible. La adopción de normas menos opresivas y de incentivos específicos podría animar a los particulares a participar activamente en la valorización y protección del patrimonio, creando una red de coleccionistas dispuestos a custodiar estas obras con pasión.



Esta participación privada, respaldada por exenciones fiscales y una normativa clara, convertiría el sector en un recurso compartido. Aumentaría la transparencia, facilitando la trazabilidad de los bienes y ofreciendo nuevas garantías también en el frente de la conservación, lo que permitiría un disfrute más amplio y atractivo. Con tales medidas, se daría realmente un nuevo impulso a todo el sector, haciendo de nuestro mercado del arte un modelo de equilibrio entre protección y apertura, capaz de dialogar con la escena internacional y de atraer a un público cada vez más amplio. Se trataría, pues, de un cambio positivo para todo el ecosistema artístico italiano y para la valorización de nuestro inestimable patrimonio cultural.

Esta contribución se publicó originalmente en el nº 24 de nuestra revista impresa Finestre sull’Arte sobre papel. Haga clic aquí para suscribirse.


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