Contrafactum. Las reproducciones de obras de arte siempre han existido


¿Sustituir obras de arte por réplicas de alta fidelidad? Se trata nada menos que de la continuación de un antiguo debate sobre el original y la copia que ha sobrevivido intacto hasta nuestros días.

El debate antiguo y moderno sobre original y copia, llega intacto hasta lo contemporáneo con la misma semántica, pero con un significado ciertamente más complejo y, en ocasiones, negativo. Para encontrar una vía de discernimiento, es necesario comprender el origen, desarrollo y perspectivas de futuro de un paradigma interpretativo que parte del término contrafactum, es decir, según Aristóteles, y luego Santo Tomás, de una cosa que no puede ser o no ser al mismo tiempo. Por tanto, el original no puede coincidir con su copia, y ésta sólo puede existir como recuerdo del original. En la época contemporánea, se ha producido un cambio de sentido y significado que fue muy claro hasta la pervivencia de la práctica de estudiar a partir de modelos antiguos en las academias: se replica para estudiar o para preservar la integridad de un objeto muy delicado -y Antiveduto Gramatica ya tomó esa decisión para proteger la Madonna de San Luca-. Esta práctica imitativa producía a veces un objeto “tan bello como el propio original”, como la lograda copia de la Última Cena de Leonardo (Londres, Royal Academy), y “el oficio de distinguir una copia, cuando está bien hecha, del original”, era prerrogativa de un buen conocedor profesional, según escribía Angelo Caroselli a Antonio Mariani en el siglo XVII.

La réplica de la Natividad de Caravaggio en el Oratorio de San Lorenzo de Palermo
La réplica de la Natividad de Caravaggio en el Oratorio de San Lorenzo de Palermo

La copia de una obra maestra es, por tanto, un instrumento de conocimiento y una garantía de supervivencia de la obra de arte: la Puerta del Paraíso de Ghiberti en Florencia, los leones de San Marcos en Venecia, la estatua de Marco Aurelio en Roma fueron sustituidos por copias para preservarlos en el tiempo. En cambio, la obra de Caravaggio en el Oratorio de San Lorenzo de Palermo se sustituyó por una fotografía porque fue robada.

La copia en la antigüedad clásica y helenística proporcionaba una perspectiva de conocimiento amplia y completa como ningún otro producto del ingenio humano. En la época contemporánea, la posibilidad de replicar se ha ampliado hasta el infinito, sondeando fronteras cada vez más cercanas a la réplica de una obra similar a la original. La experimentación de Factum Arte, por ejemplo, es muy sintomática de un nuevo enfoque de la copia: arquitectos, ingenieros electrónicos y mecánicos, diseñadores, artistas, artistas plásticos, fotógrafos, cineastas, informáticos digitales, forman un grupo de estudio que, mediante tecnologías 3D, es capaz de reproducir sin imitar.

En definitiva, se trata de reconstruir un producto humano que tiene la apariencia del original, pero que se desvía de él en su sustancia ideacional, sabiendo muy bien que el alma del primer producto, sea del siglo que sea, no puede volver al redil de una reproducción. Sustituir originales que no pueden trasladarse por razones logísticas, de espacio o de fragilidad, por objetos de este tipo es una inmensa oportunidad para completar el conocimiento de un tema de exposición. Por eso hay que resistirse firmemente a la insistencia en obras que sólo se trasladan por razones de marketing. Los artefactos del ingenio humano, en la compleja perspectiva de una cultura que lo abarca todo, deben protegerse con vistas a una larga vida útil.

Esta contribución se publicó originalmente en el nº 18 de nuestra revista Finestre sull’Arte sobre papel. Haga clic aquí para suscribirse.


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