Consideraciones y preguntas sobre ITsART, el llamado "Netflix de la cultura


Se han deshecho algunos nudos en torno al llamado Netflix de la cultura del ministro Franceschini: se llamará ITsART y en él participarán la plataforma MiBACT y la plataforma Chili. Sin embargo, han surgido varias dudas, para las que presumiblemente será difícil recibir respuestas.

Mientras los italianos se encerraban en sus casas durante la primera oleada de Covid-19, el ministro Franceschini anunciaba un grandioso proyecto de oferta cultural digital a través de una plataforma televisiva: el llamado Netflix de la Cultura. El misterioso proyecto avanzó rápidamente con el cierre de un acuerdo con la plataforma Chili para la distribución de contenidos: la nueva entidad se llamará ITsART (palabra italiana que significa “Italia es ARTE”). Este nuevo servicio es fruto de la colaboración entre Chili S.p.a y Cassa Depositi e Prestiti S.p.a. El capital invertido asciende a 10 millones de euros de Cassa Depositi e Prestiti (más 10 de Mibact con el Fondo de Recuperación) y 9 millones de euros de Chili. Desgraciadamente, la falta de comunicación oficial ha llevado a los periodistas a publicar diversas informaciones sobre el asunto, a menudo desmentidas, pero nunca precisadas en detalle por los directamente implicados, como la propia elección de Chili como socio del proyecto, que en el estado actual de las cosas parecería una elección bastante arbitraria. Así pues, surgen espontáneamente una serie de preguntas y consideraciones para las que será difícil tener respuestas.

La gobernanza de ITsART
La gobernanza de ITsART


¿Cómo nació la idea?

Durante los primeros meses de la cuarentena debida a Covid-19, se observa un fuerte crecimiento de las plataformas de vídeo a la carta, especialmente con Netflix con un +332% más de accesos en los primeros meses de 2020. Es probable que este crecimiento no haya pasado desapercibido para el Ministro. Estas cifras pueden haber llevado al Ministro a centrarse en una idea similar, viéndola también como una oportunidad eficaz para acelerar el proceso de digitalización de los museos, que lleva años en marcha. De ahí nació la idea de un “Netflix de la Cultura”.

Algunas cuestiones.

La idea del ministro es crear una plataforma que ofrezca contenidos sobre la cultura italiana, no sólo a los ciudadanos italianos, sino a usuarios de todo el mundo. Convendría tener en cuenta que las producciones locales no siempre son apreciadas en el extranjero y, en algunos casos, viceversa. ¿Puede una miniserie como Sampa tener éxito fuera del contexto italiano? ¿Cuánto pueden apreciar los espectadores italianos un documental del maestro Martin Scorsese sobre un personaje tan ligado a la cultura estadounidense como Fran Lebowitz?

El Ministro también afirmó que la plataforma acogerá prácticamente cualquier contenido relacionado con la cultura italiana (conciertos, vídeos sobre museos, eventos, documentales, etc.). Sin embargo, se trata de productos muy diferentes y cada uno conlleva cuestiones distintas. Por ejemplo, ¿preferirá el usuario medio amante de la ópera comprar el visionado de un concierto por Internet en vez de verlo en directo cuando se acabe la epidemia? ¿No será la RAI 5, que ofrece excelentes conciertos y espectáculos gratuitos, un competidor? Por último, ¿cuántos teatros podrían recuperar los costes de producción para un público tan especializado? Imagino que atraería a unas pocas realidades italianas, como La Scala, San Carlo, La Fenice, y quizá ni siquiera todas serían económicamente viables. El ejemplo de lo sucedido con el streaming de Cavalleria Rusticana en el San Carlo de Nápoles, con un boom de más de 30.000 entradas (a 1,09 euros cada una), sólo puede considerarse un éxito a medias: es una excepción y no la norma (en Nápoles la gente compraba las entradas principalmente para apoyar al teatro más que para ver el espectáculo) y sobre todo uno se pregunta si puede considerarse una fórmula económicamente sostenible, con semejantes ingresos.

ITsART también permitiría superar la falta de una plataforma común para los contenidos digitales de los museos. Desde esta perspectiva, el proyecto parece muy interesante. Pero, ¿qué presentarán los museos? Olvidemos esas retransmisiones en directo de muy mala calidad o los vídeos hechos con un móvil tembloroso en los que importantes directores de museos italianos ilustraban algunas exposiciones, como un guía normal, en algunos casos incluso vestidos de manera muy informal. Este tipo de contenido resultó inadecuado incluso en época de epidemia, con los italianos encerrados en casa. Por lo tanto, habría que producir contenidos de vídeo especiales para la plataforma. Pero, ¿cuántos y qué museos disponen de recursos para producirlos?

¿Convendrá al Ministerio?

Si el espíritu es emular a Netflix, generando importantes beneficios para el ministerio, Chili y los museos y teatros productores de contenidos, esta operación resultará sin duda un fiasco. Si, por el contrario, el objetivo es encontrar la sostenibilidad económica, la empresa puede resultar aún más difícil de lo esperado. Hay que tener en cuenta que no habrá una suscripción anual para utilizar la plataforma, sino que los usuarios podrán comprar los contenidos individuales que decidan ver. No será fácil recuperar los gastos con una competencia muy grande. No hay que pensar sólo en los documentales de plataformas como Netflix o Prime, sino también en los servicios gratuitos que ofrece actualmente la RAI y en el creciente uso de YouTube en los televisores modernos, gracias a una interfaz cada vez más sencilla y a unos usuarios cada vez más tecnológicos y exigentes. Entonces surge otro problema ético: ¿no sería justo ofrecer estos servicios de forma gratuita al usuario, si el objetivo del ministerio fuera aumentar el interés cultural del espectador para integrarlo cada vez más en un contexto social como ciudadano? ¿Hasta qué punto podría ser útil ofrecer contenidos gratuitos a los extranjeros para incitarles a venir a Italia en persona? Estas reflexiones merecen profundizarse, ya que las respuestas no son evidentes.

¿Y la RAI?

La RAI no participa en esta operación, al parecer porque la plataforma Chili ya está preparada para la compra en línea de contenidos individuales. Sin embargo, la RAI ya ofrece un importante servicio a la carta como RaiPlay, que podría integrarse con algunos trucos: uno entre todos, el mayor protagonismo de la oferta cultural. Probablemente sea un error pensar que RaiPlay podría convertirse en el “Netflix de la cultura”. De hecho, gracias a una oferta cultural de la que ya puede presumir la RAI, envidiable en muchos países, podría convertirse en una plataforma única. Actualmente, una de las principales limitaciones de RaiPlay parece ser su público objetivo. Si nos fijamos en la página de inicio, es evidente cómo la plataforma se dirige a determinados públicos en particular. El menú superior ofrece enlaces a contenidos para “cine”, “adolescentes”, “niños” y “ficción”. Dejando a un lado las “películas”, la plataforma parece estar dirigida principalmente a los más jóvenes y a los más mayores, excluyendo prácticamente al ciudadano medio y más aún al que busca contenidos culturales. La adición de secciones como ’historia’, ’conciertos’, ’museos’ podría, con poco, dirigir a los usuarios hacia productos con mayor utilidad educativa. Cabe preguntarse si, con estos pocos cambios, los usuarios seguirían más interesados en la ficción de la RAI que en ver episodios, quizá incluso divididos por temas, de Philippe Daverio, Angela, Paolo Mieli o Alessandro Barbero (que está despoblado en YouTube dada su escasa disponibilidad en los canales oficiales).

El portal RaiPlay
El portal RaiPlay

¿Estamos seguros de que la distribución es la solución?

Hemos visto cómo en Italia ya hay muchos contenidos en diferentes plataformas, que podrían combinarse fácilmente: vídeos de museos en YouTube, episodios de programas culturales en RaiPlay, conciertos de música clásica en RAI5. El principal problema, sin embargo, podría ser otro. En los años 80, la RAI coprodujo dibujos animados con el futuro oscarizado Hayao Miyazali, produjo documentales para Geo con Folco Quilici, habló de arte en televisión con el profesor Federico Zeri. ¿No sería mejor destinar estos grandes recursos económicos a la producción de contenidos culturales? En el extranjero, grandes maestros del documental producen vídeos extraordinarios sobre arte, sobre obras, personalidades, pero también museos. Italia es un país con un patrimonio cultural extraordinario: ¿por qué no hacerlo narrar por grandes autores y directores italianos? ¿Por qué no hacer que el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles sea narrado por el oscarizado Paolo Sorrentino? Lo que son hoy los Foros Imperiales de Roma, ¿no podría contarlo el director Gianfranco Rosi? ¿No tendría este tipo de productos mucho más impacto entre los italianos y, sobre todo, entre los extranjeros?

El sitio web de ITsART en la actualidad
El sitio web de ITsART en la actualidad

Conclusión

Una reorganización de RaiPlay, para centrarse en la oferta cultural como oferta principal, habría sido sin duda una operación mucho más barata y funcional para el Ministerio. Desgraciadamente, en Italia suele ser muy difícil reorganizar y gastar mucho dinero en un proyecto suele percibirse como sinónimo de calidad. Hoy, ITsART ya es una realidad, con una página web y una convocatoria de productores de contenidos, eventos y manifestaciones, de forma extremadamente genérica, lo que resulta preocupante. Con estas premisas, da la impresión de que ITsART puede convertirse en un contenedor tan grande, con diferentes tipos de productos, que resulte demasiado dispersivo. En cualquier caso, sin una reformulación de las políticas culturales hacia la producción de contenidos de calidad, sólo será una forma muy costosa de vincular productos ya existentes, con el riesgo de convertirse en el próximo “Muy Bello”, un portal que debía relanzar la imagen turística del país durante la EXPO2015, produciendo en cambio pobres resultados y un despilfarro de recursos públicos.


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