¿Cómo va la cultura en las administraciones de la Liga 5 Estrellas y la Liga Norte? Echemos un vistazo


Tras las elecciones del 4 de marzo, análisis de las medidas adoptadas en favor de la cultura en los municipios y regiones administrados por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte.

Las elecciones del 4 de marzo nos han dado un resultado más incierto que nunca y, una semana después del cierre de las urnas, sigue siendo difícil entender cuál podría ser el futuro equilibrio en el Parlamento: sin embargo, entre los escenarios que todavía se consideran más probables está el de un acuerdo entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte. Probable, pero difícil: en primer lugar, porque los respectivos líderes ya han descartado la posibilidad de una alianza. Y luego, porque los programas del Movimiento y de la Liga divergen en muchos puntos clave, e incluso si la hipótesis de un gobierno con la tracción pentasternista y de la Liga Norte tuviera éxito, la idea de que tal operación pudiera durar mucho tiempo parecería tener más que ver con la fantasía política que con la realidad. Mucho más probable es la hipótesis de que el futuro gobierno incluya elementos de uno u otro partido. Sin embargo, dado que se trata de una situación sin precedentes (nunca ha ocurrido que, a nivel nacional, los grillianos hayan superado el 30% de las preferencias, ni que la Liga Norte haya sido nunca antes el primer partido dentro de la coalición de centro-derecha), merece la pena realizar un estudio en profundidad, limitado a nuestro ámbito, para ver cómo le va a la cultura en los gobiernos del Movimiento 5 Estrellas y de la Liga Norte. Es cierto que el sector de la cultura es en el que los programas de la Lega y el 5 Estrellas toman caminos diferentes, en muchos puntos opuestos. Y también es cierto que la lógica que subyace a la administración de un municipio o una región es radicalmente distinta de la que entra en juego a nivel nacional. Pero analizar lo que el Pentastellati y la Lega Nord han hecho por la cultura dentro de sus administraciones puede ser útil para extraer elementos de evaluación.

El Movimiento 5 Estrellas administra cuatro capitales de provincia, tres de las cuales superan los cien mil habitantes (sólo éstas se tendrán en cuenta en el artículo): Roma, Turín, Livorno y Ragusa. En Roma, el concejal Luca Bergamo, antes próximo a las filas de los ulivistas pero considerado independiente, es señalado por muchos como uno de los mejores concejales de la junta de Raggi y ha puesto en marcha una política orientada a la democratización de la cultura, animada por la idea de que cultura no equivale a beneficio y no ocultando que las políticas culturales de la ciudad deben preocupar a los ciudadanos antes que a los turistas: Medidas como la introducción de una tarjeta para residentes que, por sólo 5 euros, permite visitar todos los museos cívicos de Roma, el intento de “revisitar” Zètema (filial de Roma Capitale en el sector de la cultura) como empresa de servicios auxiliar del Ayuntamiento y no como centro de concepción y diseño, el interés por institutos alternativos (como el MAAM o el Teatro Valle) van en esta dirección, el proyecto (aún sobre el papel) de acceso gratuito para todos a los Foros Imperiales, la reorganización de los espacios expositivos de la ciudad con el nacimiento de un Polo Contemporáneo capaz de reunir el Macro en sus dos sedes, el Palazzo delle Esposizioni y el Pelanda, la reorganización del sistema teatral de la ciudad, con una única asociación que se ocupe de todos los teatros municipales. Los críticos señalan con el dedo la propensión del Departamento de Crecimiento Cultural (así se llama oficialmente) a centrarse en exposiciones y eventos de nicho y no invertir en acontecimientos de mayor atractivo turístico, a una atención considerada excesiva hacia los espacios culturales ocupados y a ciertos episodios como el cierre del Teatro dell’Orologio, por haber confiado a Giorgio De Finis la dirección de hecho del Macro sin licitación (y sin embargo, por el contrario, varias estrellas de cine firmaron una petición contra Bérgamo por haber sacado a concurso la Piazza San Cosimato, ya ocupada por la asociación Piccolo Cinema America, que la había convertido en un cine al aire libre).



Roma, la Fontana de Trevi. Foto Crédito Ventanas al Arte
Roma, la Fontana de Trevi. Foto Crédito Finestre sull’Arte

Mucho peor, rozando lo desastroso, parece ser la situación en Turín, donde la separación entre la Asociación de Editores Italianos y la Feria del Libro ha causado un gran revuelo, dando lugar a la creación de la feria Tempo di Libri, con sede en Milán, y después de que la Feria sufriera ya varios problemas, tanto de carácter financiero como de afluencia de público (el certamen venía sufriendo una hemorragia de visitantes desde 2015, aunque surgieron numerosas controversias en torno al método de cálculo de las cifras oficiales, ya que las anteriores a 2016 suman las entradas vendidas y otras entradas, como pases y abonos. Sin embargo, en 2017 se registró un aumento con respecto a 2016). Eso no es todo: Turín perdió el Jazz Fringe Festival (que se trasladó a Florencia), el Festival de Música Clásica (cancelado), la gran exposición de Manet (trasladada a Milán, al Palazzo Reale, por falta de acuerdo entre los organizadores y el Ayuntamiento) y varios eventos más. Y de nuevo: la ausencia de un programa a largo plazo para los museos y la ausencia de exposiciones de atractivo nacional (la única en el último año fue quizás la de Miró en el Palazzo Chiablese) han provocado, a diferencia del resto de Italia, descensos generalizados que en 2017 causaron una caída de unos 200.000 visitantes en los museos cívicos con respecto a 2016, con el récord negativo de la GAM, que bajó en cien mil visitantes, el Museo Cívico de Palazzo Madama, que llegó a perder en un año unos noventa mil visitantes, y el Museo de Arte Oriental, que experimentó un descenso de veinte mil visitantes. Y eso no es todo: el cierre de la Biblioteca de Historia del Arte GAM estuvo amenazado (afortunadamente evitado por el momento gracias a una asignación de la región), y los llamativos recortes a la cultura decididos por el Consejo de Appendino (más de 5 millones de euros menos sólo para la Fondazione Torino Musei, todo ello con el fin de reequilibrar la estructura financiera del presupuesto municipal) han provocado 28 despidos en la Fondazione Torino Musei (posteriormente recontratados, la mitad de ellos gracias a la contribución de la región a la biblioteca). El balance es, en resumen, decididamente negativo: falta estrategia y planificación, falta visión de largo alcance, falta voluntad de invertir en el sector (de hecho, hasta ahora ha habido recortes) y falta una figura fuerte en el departamento de cultura.

En Livorno, la junta de Nogarin se centró en los museos con su primer concejal de cultura, Serafino Fasulo, que más tarde fue expulsado por problemas internos del Movimiento 5 Estrellas. La acción continuó después con el nuevo concejal, Francesco Belais, quien, a diferencia de lo ocurrido en Turín, aumentó la partida destinada a cultura en el presupuesto municipal (es, sin embargo, minúscula, inferior a doscientos mil euros), reorganizó el sistema de bibliotecas de la ciudad y promovió también una reorganización de la Biblioteca Labronica, la principal del municipio toscano, e inauguró una nueva, la Biblioteca Municipal del Centro Cultural Bottini dell’Olio (aunque las obras ya habían comenzado bajo la administración anterior), y promovió la creación de un “Museo de la Ciudad”, financiado con fondos regionales y destinado a albergar obras antiguas y modernas dentro de un itinerario que recorre la historia de Livorno, que abrirá sus puertas en el complejo Bottini dell’Olio (sin embargo, la inauguración, prevista para finales de 2017, se ha pospuesto, aunque las obras se encuentran en la recta final). A los Pentastellati de Livorno se les reprocha, sin embargo, su propensión a centrarse en situaciones poco atractivas desde fuera de la región y su escasa inclinación a atraer turistas a la ciudad.

En casi todas las administraciones en las que hay un concejal de cultura del partido Carroccio (cabe destacar, no obstante, el caso de Novara, dirigida por un alcalde de la Lega Nord, donde, sin embargo, no hay una concejalía expresamente dedicada a las políticas culturales), la cultura se entiende sustancialmente en términos de activo turístico y de conjunto de tradiciones típicas locales. Sintomático de ello es el programa de Massimo Polledri, concejal de cultura de Piacenza y uno de los primeros partidarios de la Liga (es militante desde 1993), quien, al ser entrevistado poco después de su nombramiento por el diario local Libertà, declaró su intención de centrarse en el marketing territorial, en la “marca Piacenza” para relanzar elatractivo turístico de la ciudad, y en la figura de Vittorio Sgarbi como asesor de eventos artísticos. Sin embargo, hasta ahora los únicos resultados conseguidos en pocos meses han sido los recortes que han afectado principalmente a teatros y asociaciones culturales, la drástica reducción del Piacenza Jazz Fest y la cancelación del Festival del Diritto (Festival del Derecho), un evento en el que a lo largo de los años han participado numerosas personalidades de la cultura italiana (sería ocioso enumerarlas) y que en 2018 habría celebrado su décimo aniversario.

La Liga también administra dos grandes regiones del norte de Italia, Lombardía y Véneto. En Lombardía, la consejera legista Cristina Cappellini, colocada al frente de la “Direzione Generale Cultura, Identità e Autonomie” (y el nombre de la institución ya dice mucho de las visiones de la Liga), se ha distinguido por introducir un atractivo abono regional para los museos regionales y por invertir unos 160 millones de euros en cultura durante sus cinco años de mandato (como se sabe, el 4 de marzo se celebraron elecciones para renovar el gobierno regional de Lombardía, que dieron una nueva victoria al centro-derecha liderado por el partido legista). La financiación se destinó a proyectos de recuperación y restauración del patrimonio cultural, a proyectos de acercamiento de los ciudadanos al patrimonio y a proyectos de puesta en valor. Pero en 2016 también se aprobó una ley regional de cultura incapaz de intervenir con contundencia en muchos de los problemas del sector (empezando por el empleo y la conservación) y acusada por la oposición de excesivo localismo (sobre todo en su ambición de promover “la preservación y valorización de la lengua lombarda”) y de conservadurismo reaccionario en su forma de entender la cultura como recuperación de la identidad regional. Cristina Cappellini también se ha ganado el reconocimiento nacional por iniciativas cuando menos cuestionables y anacrónicas, como el Sportello Famiglia, rebautizado por los detractores como la “centralita antigénero” porque se presentaba como un servicio también útil para “oponerse a la ideología de género” (que afortunadamente fue clausurado) o el ya famoso anuncio del Día de la Familia directamente en las ventanas del Pirellone, objeto de innumerables abucheos en las redes sociales. Por último, en el Véneto destaca la presencia de un “consejero para el territorio, la cultura, la seguridad y el deporte”, Cristiano Corazzari, cuya acción se ha caracterizado por la idea de centrarse en las empresas culturales (en el mismo mes de noviembre se destinaron casi 12 millones de euros a empresas que operan en el ámbito de la cultura), la promoción de un portal web dedicado al patrimonio cultural del Véneto e intervenciones en el ámbito de la promoción turística.


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