Como comisario especializado en fotografía, el periodo del primer encierro fue sin duda crucial y estuvo lleno de preguntas que me hacía a mí mismo y a las personas con las que tuve la oportunidad de confrontarme, aunque fuera virtualmente: ¿cómo pueden contribuir el Arte y especialmente la Fotografía a dar forma a este nuevo escenario? ¿Cómo van a utilizar el público, las instituciones, los medios de comunicación estos poderosos medios de comunicación para ayudarse (y ayudarnos) a entender esta disruptiva contemporaneidad?
Que el Arte no es sólo una forma de expresión, sino también una poderosísima herramienta de comunicación, es bien sabido, pero la familiaridad que la Fotografía ha alcanzado con el público en las últimas décadas revela un poder incalculable del medio. Cada día se comparten aproximadamente 100 millones de imágenes solo en Instagram. La cifra es claramente superior si se tienen en cuenta todas las demás plataformas sociales para compartir. Sin embargo, si nos preguntáramos cuántas fotos se hacen (no solo se comparten) cada día, la cuestión sería mucho más compleja: todos los teléfonos móviles tienen desde hace años al menos una cámara integrada que cada uno de nosotros utiliza una y otra vez a diario. Hacemos fotografías no sólo para capturar momentos, sino también, más sencillamente, para recordarnos algo a través de una captura de pantalla: la fotografía se esconde ahora en todas partes, incluso donde aparentemente creemos que no está presente. Cada vez más, conocemos el mundo a través de fotografías, en las que confiamos y a las que a menudo dejamos la tarea de hablar allí donde las palabras no bastan.
De hecho, es evidente cómo en momentos históricos en los que la comprensión de la realidad se hace compleja y determinados acontecimientos cambian el curso de los acontecimientos, la Fotografía siempre ha jugado un papel fundamental: hoy en día tendemos cada vez más a asociar episodios cruciales de la historia global con fotografías que se han convertido en icónicas, no necesariamente tomadas por fotógrafos profesionales. Por poner algunos ejemplos, basta pensar en la foto del “Hombre Tanque” congelando la protesta de la Plaza de Tiananmen en Pekín en el 89, en la instantánea del “Hombre Caído” de las Torres Gemelas, o en los cientos de fotos tomadas durante el derrumbe del Muro de Berlín.
En este momento epocal, la fotografía ha conseguido añadir una imagen a algo que sólo era una sensación, una gran pantalla negra indescifrable: artistas y fotógrafos han decidido, a través de su propia autoría, dar cuenta de esta nueva forma de complejidad que ya no es sólo social, medioambiental, sanitaria o económica, sino que contempla en su seno una serie de instancias cada vez más interconectadas e imposibles de distinguir. Ya no se trata de decidirse a investigar un tema concreto, elaborando proyectos ad hoc con el tiempo, los métodos y la poética propios de cada fotógrafo, sino de narrar, siempre desde el propio punto de vista, un nuevo escenario que de repente ha afectado a todos indiscriminadamente (de diferentes maneras) y que ha modificado fuertemente las nociones de tiempo y espacio: los tiempos dilatados se han visto flanqueados por espacios reducidos.
Elisabetta Zavoli, Y en la oscuridad se encuentran los colores |
Davide Bertuccio, El silencioso batir de sus manos |
Simone D’Angelo, O cómo aprendí |
La rapidez con la que se ha producido este cambio de época ha hecho de la fotografía el medio más adecuado para investigar las mil facetas de la pandemia: desde los encargos que han permitido a los fotógrafos dar testimonio de lugares y acontecimientos que de otro modo serían inaccesibles y que han sido nuestros ojos en los últimos meses, hasta las narraciones intimistas realizadas entre paredes domésticas, pasando por destellos de creatividad y audacia que ni siquiera podrían imaginarse en tiempos insospechados. Como comisario, he asistido a una proliferación de proyectos nunca vista (casi como si la falta de productividad durante el periodo de encierro se percibiera como un defecto) llenos de visiones interesantes y originales, en los que el disfrute personal e íntimo de la imagen ha ido acompañado de un fuerte deseo/necesidad de compartirla con el público, en un tiempo casi inmediato: el hogar se ha convertido en un ágora, el proyecto personal en un manifiesto.
Todas estas imágenes y visiones tan diferentes contribuyen desde el momento de su creación a definir un imaginario aún incierto, pero que pasará a formar parte de una memoria histórica colectiva: la posibilidad de colgar, compartir y difundir proyectos en plataformas autorizadas o incluso simplemente en las redes sociales ha creado una floreciente red de visiones, así como un “archivo espontáneo” (y no) de testimonios visuales. Precisamente por la importancia de la fotografía en la descodificación de esta contemporaneidad, Ph.ocus - About Photography, la sección de Paratissima dedicada a la Fotografía, acogerá una exposición titulada Please, stay home, resultado de una cuidada selección de proyectos fotográficos de autores emergentes e independientes inéditos y capaces de dar testimonio de la diversidad de aportaciones fotográficas vinculadas a la narrativa del encierro. Acompañará a esta exposición Quarantined, un proyecto multimedia realizado en colaboración con Dario Donato, Teodora Malavenda y Chiara Oggioni Tiepolo, que utiliza imágenes, textos y vídeos para narrar el encierro e investigar el espacio virtual de agregación, en el que participan los fotógrafos Davide Bertuccio, Simone d’Angelo, Karim El Maktafi, Camilla Ferrari, Fabio Itri, Gianmarco Maraviglia, Sara Rossatelli y Elisabetta Zavoli. El de Ph.ocus About photography (cuya fecha aún se está definiendo) es un intento de demostrar cómo la coexistencia coral de proyectos de fotógrafos profesionales y aficionados puede contribuir a descodificar un escenario tangible de contemporaneidad, incluso en periodos con niveles de entropía tan elevados como el actual.
Cada uno de nosotros está llamado a enfrentarse a esta enorme cantidad de narraciones, visiones e imágenes, eligiendo, a su pequeña manera, su propio ángulo de observación y contribuyendo a alimentar este gran imaginario. La democratización del medio fotográfico permite a cada uno de nosotros ser no sólo testigo, sino también actor de este testimonio de época: lo importante es ser siempre conscientes del poder de las imágenes, de su fragilidad, pero también de su poder para cambiar el mundo.
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