Es bien sabido que Carrara sufre desde hace tiempo un clima de alto nivel de indignación hacia la administración de la ciudad: son demasiados los problemas que aquejan a Carrara (de los que hemos hablado a menudo en estas páginas: amenazas medioambientales, inestabilidad hidrogeológica, crisis laboral y desempleo, decadencia social, desinterés total por la cultura), y demasiado poca la atención que prestan quienes deberían gobernar la ciudad a la búsqueda de soluciones. Así pues, el descontento está desde hace tiempo por encima de los niveles de alerta, y una administración que quisiera gestionar inteligentemente a sus ciudadanos debería guardarse de seguir echando gasolina al fuego. Sin embargo, los administradores de Carrara no parecen brillar por su sofisticación política: hace unos días, el concejal de actividades productivas, Riccardo Coppola, lanzó la idea de que los monumentos de Carrara necesitados de restauración o limpieza fueran adoptados por particulares. Así, el concejal Coppola, desde las páginas de los periódicos locales, ha dado a conocer su intención de lanzar una licitación, en la que podrán participar “organizaciones, ciudadanos, particulares e industriales”. Entre los monumentos necesitados de intervención, que constituyen algunos de los más altos testimonios artísticos de la ciudad, figura una obra maestra de Baccio Bandinelli, el Gigante de la Piazza del Duomo, que requiere limpieza. Al anuncio de la propuesta de Coppola siguió, además, un deprimente intercambio de bromas, también en los periódicos locales, con una comerciante del centro histórico que acusó al concejal de copiarle la idea. Y, por su parte, Riccardo Coppola hizo saber que habría esperado agradecimientos en lugar de polémicas.
Carrara, plaza Alberica. En el centro de la plaza, el monumento a Maria Beatrice d’Este de Pietro Fontana (1827), en la lista de los que necesitan una intervención. |
Como amante del arte y como ciudadano administrado por Coppola y sus colegas, no veo por qué debería dar las gracias al concejal. La institución de laadopción prevé que un niño sin padres sea confiado a una familia: hablábamos también de la idea del ministro Dario Franceschini de que las empresas adopten los grandes museos italianos. Está claro que incluso en Carrara la cultura es huérfana desde hace tiempo: no hay directrices, no hay proyectos, la degradación cultural ha llevado a situaciones de decadencia social ya insostenibles, y lo único que se nos ocurre es rogar a particulares que adopten monumentos. Y en este caso no sólo estamos indignados: también nos sentimos profundamente burlados. ¿De quién debemos esperar que venga la ayuda? ¿De quienes han seguido despojando a Carrara de su bien más preciado, el mármol, garantizándose enormes beneficios sin invertir en absoluto en la ciudad? ¿De quienes han permitido que Carrara se convierta en una ciudad devastada por desastres medioambientales causados por intereses creados y connivencia? ¿De quienes siguen burlándose impertérritos de sus conciudadanos, como demuestran las investigaciones de la Guardia di Finanza que, en las últimas horas, han sacado a la luz “un probado sistema de evasión fiscal a través del cual, durante años y sin interrupción, una serie de empresarios nacionales, de acuerdo y con la colaboración activa de un corredor y de compradores extranjeros, han subfacturado ventas de exportación de material lapídeo por valor de millones de euros”? ¿De los industriales que se sublevan y amenazan con batallas legales por un aumento de dos puntos porcentuales en el tipo de cotización minera? ¿Qué sensibilidad cultural podemos esperar de quienes, durante décadas, han arruinado Carrara sin dar nada a cambio a los ciudadanos?
Nos sentimos, pues, tomados el pelo porque no es de recibo que una administración municipal se presente ante los ciudadanos particulares pidiéndoles unas migajas para hacer una contribución a la historia y al arte de la ciudad: el importe total de las intervenciones asciende a poco más de cien mil euros. Cabe recordar que el municipio de Carrara ingresa por la explotación de canteras, de media, una cifra cercana al 9% (15 millones recaudados por el ayuntamiento en 2012) de los ingresos totales de las empresas del mármol (168 millones, de nuevo con referencia a 2012: los datos fueron dados a conocer por el Informe Canteras 2014 de Legambiente). Frente a actividades de gran impacto, la comunidad recibe unos ingresos que podemos considerar irrisorios si los comparamos con el precio que los habitantes de Carrara tienen que pagar en términos de calidad de vida: sin embargo, el ayuntamiento decide postrarse aún más y pedir humildemente a los particulares que se hagan cargo de los monumentos de la ciudad. Añádase a esto que el concejal Coppola también espera que alguien le dé las gracias. Risible el deseo, vergonzosa la iniciativa: Carrara no se merecía esta nueva afrenta.
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