Arte con influencers, de Chiara Ferragni a Will Smith: instrucciones de uso


¿Pueden ser útiles los influencers para promocionar nuestros sitios culturales? Una reflexión a partir del selfie de Chiara Ferragni en la Capilla Sixtina.

Estos días se está hablando mucho de las fotos publicadas en el perfil de Instagram de Chiara Ferragni, en las que la influencer más famosa de nuestro país aparece retratada frente al Coliseo, frente a San Pedro, en los Museos Vaticanos y en la Capilla Sixtina. Lógicamente, las fotos no pasaron desapercibidas, y los más de 450.000 likes de media obtenidos por cada post son una clara confirmación de ello.

Mucha polémica para una visita privada con fotos de acompañamiento, que cualquiera de nosotros habría hecho y probablemente colgado en nuestros perfiles sociales si nos hubiéramos encontrado en la misma situación (la tarifa que se cobra por una visita privada es cara, pero aún así razonable para la oferta que se propone, con posibilidad de hacer fotos, dado que durante el horario habitual de visita en la Capilla Sixtina las fotos están prohibidas). Una práctica, la del selfie “monumental”, a la que no son inmunes ni siquiera las grandes estrellas del otro lado del Atlántico: recordemos 2014, por ejemplo, cuando Will Smith (la superestrella de Hollywood, ex Príncipe de Bel Air, ex Hombre de Negro, y mucho más) se hizo una simpática foto sonriente frente a la Torre de Pisa, y en pocas horas su post se hizo más que viral, logrando un enorme resultado, con más de 3 millones de likes y 36 mil shares. En aquel momento, sin embargo, no hubo escándalo ni polémica. Será porque los italianos siempre hemos sido un poco extranjerizantes, o porque últimamente hemos caído bajo el hechizo del look informal, pero aquel joven sonriente con camiseta roja de tirantes frente a la torre más famosa del mundo sólo despertó simpatías entre los del sector y los demás (basta con buscar en Internet las reseñas de prensa de la época). Y para buena paz del ente de promoción pisano, que en aquellos años, con su campaña de comunicación “Pisa Unica Terra” (Pisa Tierra Única), se dedicaba a despertar el interés y estimular la atención por el patrimonio artístico de la vasta provincia de Pisa, siempre aplastado por la notoriedad de la famosa Torre.



Chiara Ferragni en la Capilla Sixtina
Chiara Ferragni en la Capilla Sixtina


Chiara Ferragni en la Capilla Sixtina
Chiara Ferragni en la Capilla Sixtina


El selfie de Will Smith con la Torre Inclinada de Pisa
El selfie de Will Smith con la Torre Inclinada de Pisa

Y así se reabre el debate de siempre: ¿pueden los influencers ser útiles para la promoción de lugares de arte? Quien esto escribe, aun siendo un entusiasta de los contenidos, está convencido de que la respuesta a esta pregunta es sí. Sin embargo, debemos tenerlo claro desde el principio: no basta con tener unos cuantos miles de seguidores para ser considerado un influencer interesante para nuestro sector, no todos los influencers pueden ser útiles para conseguir nuestros objetivos, y a la hora de elegir lugares y servicios a promocionar, debemos tener un mínimo de estrategia y saber qué resultados queremos conseguir.

Permítanme una digresión, es innegable que algunos lugares, en los últimos años, se han hecho populares entre el gran público gracias a producciones cinematográficas: pensemos en los pueblos y plazas de Montalbano, pensemos en Matera y Basilicata tras La Pasión de Cristo de Mel Gibson, pensemos en Islandia tras El Trono de la Espada, o de nuevo el éxito de La joven del turbante de Vermeer, que tras la película de Peter Webber basada en la novela de Tracy Chevalier no sólo se ha de Peter Webber, basada en la novela de Tracy Chevalier, no sólo se ha convertido en una auténtica celebridad, sino que también ha abandonado por completo el nombre con el que se la conocía convencionalmente entre los estudiosos y el público para convertirse en La joven del pendiente de perla, para disgusto de los historiadores del arte. Lugares y obras de arte que quienes lean este artículo probablemente ya conocían, pero que se hicieron populares tras haber pasado por la televisión: y quién sabe cuántos estadounidenses empezaron a soñar con Italia después de ver Vacanze Romane, y quién sabe cuánto contribuyó esa película de 1953, por ejemplo, a popularizar nuestra Vespa en el extranjero. Y hoy, más de sesenta años después del estreno de aquella famosa película (3 Oscar y 7 nominaciones), existen incluso circuitos especializados que ofrecen a los novatos excursiones románticas de Gregory Peck y Audrey Hepburn a bordo de la emblemática moto italiana.

Así pues, si es cierto que una película puede hacer famoso un lugar, no lo es menos que sus intérpretes pueden hacer famosas o poner de moda marcas poco conocidas. En el caso de los muy comentados posts de Ferragni, es interesante observar que el público no sólo apreció las “localizaciones” de las sesiones fotográficas, sino que también mostró un gran aprecio (no hay más que ver los likes obtenidos) por la empresa que organizó el tour romano para Ferragni y su marido Fedez, y también por el bed and breakfast donde los Ferragnez pararon durante su anterior visita a Cinque Terre.

Así pues, si queremos dar a conocer lugares poco conocidos al gran público, ¿por qué despreciar y criticar la figura de los influencers? Y si los influencers fueran capaces de estimular la curiosidad de los más jóvenes y conseguir que entraran en un museo, ¿sería algo malo? Y si de cien que a lo mejor entran a un museo por moda, diez quisieran profundizar, ¿no sería un triunfo? Todo ello, lógicamente, acompañado de horarios de apertura y políticas de precios ad hoc, y hecho con criterio: no tiene sentido pagar a un influencer para que promocione los Uffizi o Pompeya, lugares que se publicitan a sí mismos a diario (basta pensar en las miles de fotos que se hacen cada día y se cuelgan en los perfiles sociales de miles de visitantes y que, sin coste alguno para las arcas de los museos, actúan como formidables amplificadores internacionales). ¿No sería, pues, eficaz utilizar estos nuevos mitos de la red para dar a conocer al público lugares poco conocidos?

Pensemos que a unos cientos de metros de los Uffizi se encuentra el Museo del Bargello. el Museo del Bargello que, a pesar de tener obras de Donatello, Miguel Ángel, Verrocchio, Giambologna, Cellini, frescos del siglo XIV de la escuela de Giotto, una extraordinaria colección de marfiles y una de las mejores colecciones de arte islámico de Italia, no consigue tener un número de visitantes lo suficientemente elevado como para justificar un horario de visita de ocho horas (de hecho, antiguamente sólo abría medio día): esto es algo que entristece mucho. ¿Qué pasaría si un Will Smith de 1,90 m se hiciera un selfie mientras brinda por el Baco de Miguel Ángel?


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