Alemán, joven, competente, preparado. Sobre el nombramiento de Gabriel Zuchtriegel en Pompeya

No recuerdo un nombramiento más polémico como director de un recinto cultural que el que invistió a Gabriel Zuchtriegel como director del Parque Arqueológico de Pompeya. Recuerdo, por supuesto, debates igualmente acalorados cuando el Ministerio de Cultura anunció en 2015 los nombres de los primeros directores de los entonces nuevos institutos museísticos autonómicos, pero una polémica tan encendida por un solo nombre creo que no tiene precedentes. Después de leer artículos, posturas y cientos de comentarios en las redes sociales, creo que todas las críticas se remontan a cuatro motivos: la nacionalidad de Zuchtriegel, su edad, su currículum y la lógica que llevó a su nombramiento por parte del ministro Dario Franceschini.

Sobre la nacionalidad, me parece oportuno dejarla de lado: es una vieja polémica, que creíamos haber dejado atrás en 2015, y revivirla sería anacrónico. Sin embargo, creo que es necesario subrayar un punto: si un joven alemán ha podido formarse y hacer carrera en Italia, llegando a dirigir dos de sus sitios culturales más reconocidos en el mundo (Paestum y Pompeya), creo que para Italia y para el sur esto puede considerarse un motivo de orgullo y no de recriminaciones, igual que cuando uno se enorgullece si estimados profesionales italianos alcanzan altos cargos en museos extranjeros.

En cuanto a la edad y la experiencia, creo que es posible proceder a una reductio ad unum, ya que los argumentos de quienes afirman que Zuchtriegel es demasiado joven o inexperto para dirigir Pompeya no están tan alejados. Para examinar estas críticas, me gustaría citar las palabras de Stefano De Caro, miembro dimisionario del comité científico, quien declaró a la agencia LaPresse que el nuevo director de Pompeya “es muy exaltado por su trabajo en el parque de Paestum, pero nos parece que en Pompeya no tiene tanta experiencia: En su currículum figuran 8 meses en la secretaría del parque, pero en 8 meses no te puedes hacer una idea de los milenios de historia de Pompeya”, y al Corriere della Sera que Zuchtriegel difícilmente tendría “experiencia suficiente para decidir, gestionar y dirigir la conservación y sobre todo la restauración, donde es muy fácil cometer errores pero se cometen millones y millones”.

Gabriel Zuchtriegel

Mientras tanto, no hay que olvidar que Gabriel Zuchtriegel viene de cinco años de experiencia dirigiendo Paestum, donde lo hizo muy bien: No lo dice sólo la cúpula o ex cúpula de MiBACT (y a este respecto me gustaría mencionar las palabras de Antonio Lampis, ex director general de museos, que habló de una “elección justa que recompensa las capacidades operativas objetivas combinadas con las científicas y da una señal a esa generación que demasiado a menudo se ve excluida de los grandes retos y de los altos cargos”, y que recordó cómo Zuchtriegel destaca en las evaluaciones de rendimiento de los directores), pero también a muchos habitantes de la zona de Paestum, que, si acaso, se quejan porque ya no podrán contar con la dirección de un joven capaz y preparado. Y también hay que recordar a quienes señalan que Zuchtriegel conoce poco Pompeya que el concurso MiBACT no buscaba un director científico. Por supuesto: loóptimo sería contar con un director dotado no sólo de sólidas dotes de gestión, sino también de un vasto conocimiento del museo para el que ha sido nombrado. No faltan casos así: pienso, a título de ejemplo, en Stefano L’Occaso, profundo conocedor del Palacio Ducal de Mantua y director de gran talento. Zuchtriegel ha demostrado excelentes cualidades como director: si carece de conocimientos sobre Pompeya (pero recordemos también que no es alguien que provenga de un campo disciplinar distinto, ni siquiera afín: es arqueólogo, además con un currículum excelente en relación con su edad), contará con la ayuda de los órganos científicos y administrativos del Parque.

Es bastante impensable que el director de una máquina tan compleja como Pompeya, que incluye nueve yacimientos diferentes, pueda hacerlo todo él solo. Por eso habría estado muy bien que los miembros dimisionarios del comité científico, en lugar de dimitir, hubieran utilizado sus décadas de experiencia para apoyar al nuevo director, apoyándose en sus conocimientos en la materia, adquiridos desde antes de que naciera Zuchtriegel. La colaboración entre generaciones basada en el respeto mutuo es fundamental para el avance de la sociedad: los jóvenes (suponiendo, claro está, que una persona de 39 años pueda considerarse “joven”: tal vez sea el caso en Italia, un país donde las carreras comienzan muy tarde, y sobre este punto habría que reflexionar más) aportan frescura y ganas de implicarse, nuevas ideas y nuevas competencias, energía y vitalidad, y los colegas más experimentados responden con familiaridad y discernimiento, con experiencia, con conocimientos adquiridos a lo largo de años y años de trabajo. Puede parecer trillado señalar que los equipos multigeneracionales en el trabajo son una fortaleza y no una limitación, del mismo modo que es innecesario subrayar que hay que mirar con optimismo a un equipo de trabajo en el que también hay jóvenes en los puestos más altos. Por eso, personalmente, respeto la elección y las críticas de dos figuras autorizadas como Irene Bragantini y Stefano De Caro, pero no las comparto. También sería interesante saber, dada la cuestión planteada, si el profesor De Caro, que llegó a ser (según leo en su currículum) director de la oficina de excavaciones de Pompeya a la edad de treinta y siete años y con sólo un año de experiencia como funcionario ministerial a sus espaldas, también fue objeto de las mismas quejas en su momento.

Por último, sobre la lógica que llevó al nombramiento, es interesante citar un pasaje de un artículo publicado en el Manifiesto, en el que se informa de que se daba por hecho que Zuchtriegel era el ganador del concurso y que "las razones de los rumores residían en la estrategia aplicada por Osanna durante sus siete años de mandato en Pompeya y amplificada por la posición de poder que había alcanzado en el seno del Collegio Romano, que favorecía las carreras (a veces meteóricas) de sus colaboradores más cercanos“. Similares reservas expresó el propio De Caro, según el cual ”no están claros los requisitos en los que se basaron las valoraciones que condujeron al nombramiento de hoy". Como es sabido, el concurso que lleva al nombramiento de directores de museos autonómicos estipula que el ministro de turno tiene la última palabra sobre el nombramiento, pero antes de llegar a la terna final, las credenciales de los candidatos son examinadas por una comisión que evalúa sus cualificaciones, admite a diez candidatos a una entrevista y, tras ésta, propone la terna al ministro, que es el responsable de la elección. Ya se ha discutido mucho sobre este método: ciertamente no es el más perfecto y habrá que mejorarlo, pero en el momento del nombramiento de Zuchtriegel éstas eran las reglas conocidas por todos los candidatos y por quienes critican la elección del ministro, que habrá optado por la figura que considera más adecuada para Pompeya. Por supuesto, es totalmente legítimo expresar reservas sobre las normas y no estar de acuerdo con ellas: por esta razón, habrá que seguir presionando para que se cambien. Y si el nuevo director no demuestra estar a la altura de las circunstancias, el ministro responderá de su nombramiento. Nuestro periódico continuará haciendo su trabajo y siguiendo de cerca, como ha hecho en el pasado reciente, las vicisitudes de Pompeya. Mientras tanto, sólo podemos dejar constancia de lo sucedido, deseando a Gabriel Zuchtriegel éxito en su labor.

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