Zzyzx es el título del catálogo de fotografías del artista alemán Thomas Schüpping, nacido en 1964 en Andernach, una pequeña ciudad de Renania-Palatinado, no lejos de Colonia, ciudad de origen (como el propio Schüpping se empeña en señalar) del poeta y escritor estadounidense Charles Bukowski. Con este último tiene en común no sólo Andernach, sino también otro lugar geográfico, Estados Unidos. “ZZYZX” se refiere, de hecho, a la carretera de Zzyzx, un camino de casi doce kilómetros de longitud, en parte asfaltado y en parte rural, en el desierto de Mojave.
Tras vender su casa y perfeccionar su estudio fotográfico portátil, Schüpping lleva desde 2017 visitando y documentando las zonas desérticas de Estados Unidos en su furgoneta camper. Atraído por la periferia de la civilización, donde las huellas del abandono predominan sobre las de la evolución humana, el desierto de Mojave, el Valle de la Muerte, los territorios de Nevada, junto con la ciudad de Los Ángeles son los protagonistas indiscutibles de sus fotografías. Destacan las fotografías realizadas en el Mojave, de las que Schüpping retrata principalmente la parte californiana, donde en verano las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados centígrados.
Comenzó como pintor autodidacta y también siguió cursos en la conocida Kunstakademie de Düsseldorf a finales de los 70 y principios de los 80, pero al cabo de unos años decidió dedicarse a la fotografía. Con este medio artístico alcanzó fama internacional: en la década de 2000 (2007-2008) Thomas Schüpping se trasladó a la cosmopolita Nueva York para trabajar como fotógrafo de moda. Y es precisamente la combinación de moda y fotografía lo que le da una visión diferente de la belleza del paisaje, incluso cuando “bello” significa soledad y ausencia.
En las fotografías de Thomas Schüpping existe una correlación muy específica entre el paisaje y el cuerpo humano con todos sus elementos antropomórficos. Especialmente después de visitar su última exposición individual en la Weithorn Galerie de Düsseldorf, Thomas Schüpping. American Desert Story, toda la energía que desprende el paisaje desértico emerge de sus fotografías, casi siempre en blanco y negro y gran formato. Por ello, el fotógrafo alemán, que viaja en su caravana, prefiere documentar lugares deshabitados, silenciosos e incontaminados, contrastando así con quienes prefieren fotografiar atracciones turísticas en las que la presencia del hombre ha devastado por completo la belleza del propio paisaje. Thomas Schüpping posee y demuestra en sus fotografías una conciencia muy arraigada de los entornos que visita desde hace más de veinte años.
A los parajes desérticos, también ha añadido a lo largo de los años la arquitectura rural, captando imágenes de moteles y letreros. “La arquitectura coloca sus conjuntos, casas, pueblos o ciudades, monumentos o fábricas, que funcionan como rostros en un paisaje que transforma”, dicen los filósofos franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari en Milles Plateaux en referencia a la relación entre el cuerpo humano y el paisaje.
La veracidad de la “Schönheit” que capta y remite al visitante se debe en parte al factor tiempo que transforma continuamente lo que el ojo observó algún tiempo antes; en parte viene determinada por la casi ausencia de manipulación de las fotografías tomadas por ordenador. La de Thomas Schüpping es una atención aguda y sutil a la estética del territorio sin que su reflexión se vuelva necesariamente política ni denuncie la acción destructora del hombre.
Thomas Schüpping, por tanto, toma el concepto de “belleza” de su anterior actividad como fotógrafo de moda, pero lo trasciende a una estética pura que tiene sus fundamentos en la fotografía directa, particularmente en la obra de Paul Strand y Charles Sheeler, artistas que estuvieron entre los primeros en descubrir la belleza fotográfica de la cámara de precisión. El enfoque del tema fotográfico que aporta esta inmersión total en el paisaje y la decisión de vivirlo plenamente durante un periodo prolongado a bordo de una caravana tiene sin duda una deuda con la fotografía de Sebastião Salgado. Al igual que el fotógrafo brasileño, Schüpping pinta sus fotografías con el uso de la luz, de modo que, aunque casi exclusivamente en blanco y negro, las diferentes tonalidades de gris consiguen reproducir los colores de un paisaje que cambia inevitablemente con el tiempo, pero cuya energía vital permanece siempre indeleble.
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