En 1828, un Emil Wolff que entonces tenía 26 años (Berlín, 1802 - Roma, 1879) partió hacia Malta y Grecia en un viaje que duraría nueve meses: Wolff ya era un artista de talento, pero quería más. Quería saberlo todo sobre elarte antiguo, y pensó que una formación completa no podía estar completa sin visitar lugares donde la estatuaria clásica pudiera admirarse en su contexto. Esta experiencia resultó fundamental para él, pues contribuyó a que se convirtiera en uno de los artistas más conocedores de la Antigüedad en la escena romana: Wolff ya se había trasladado a Roma en 1822, y nunca abandonaría la Ciudad Eterna (el erudito Dietmar Vogel lo llamó un “germano-romano”), convirtiéndose en uno de sus artistas más famosos y exitosos, hasta el punto de ser nombrado Presidente de la asociación artística romana más importante, laAccademia di San Luca, en 1874.
Entre las primeras obras marcadas por este vivo interés por la cultura griega, que también aumentó gracias a su viaje a Grecia, se encuentra una escultura que Emil Wolff menciona por primera vez en 1832, en una carta enviada el 10 de marzo de ese año al otro gran escultor alemán de la época, Christian Daniel Rauch (Bad Arolsen, 1777 - Dresde, 1857). El artista más joven había comenzado a trabajar en una obra cuya protagonista era la ninfa Tetis, madre mitológica del héroe Aquiles. Tetis era una bella nereida, una ninfa del mar, y siempre trató de proteger a su hijo de los escollos de la guerra de Tro ya, donde sabía, debido a una profecía del adivino Calcis, que perdería la vida: primero enviándolo a Skyros, a la corte del rey Licomedes, disfrazado de mujer para que no fuera llamado a la guerra, y luego, una vez que Ulises descubrió el engaño de Tetis y el joven se vio así obligado a partir hacia Troya, haciéndole forjar armas invencibles. De nada sirvieron los cuidados de su madre: Aquiles fue, en efecto, asesinado por Paris, que le golpeó en el talón, el único punto débil de su cuerpo, que su madre había hecho invulnerable sumergiéndolo en la Estigia, el río infernal cuyas aguas estaban dotadas de tan milagroso poder. Wolff describe el momento en que la madre, montada en un delfín, se dirige a Troya para llevar armas a Aquiles. Está pensativa y melancólica, procesando interiormente su dolor, pues ya prevé el futuro final de su hijo.
La pobre ninfa parece totalmente desconsolada, aunque evita las muestras abiertas de luto: el neoclasicismo de Wolff, que buscaba la imperturbabilidad e impasibilidad de las figuras de su maestro Bertel Thorvaldsen (Copenhague, 1770 - 1844), se mantiene fiel al ideal de “noble sencillez y tranquila grandeza” teorizado por Winckelmann. Así, la tristeza de Teti se comunica toda ella por su mirada, su pose y sus gestos: sus ojos, pensativos, están vueltos hacia abajo, y su mirada está casi perdida, cerrada a cualquier consuelo. La ninfa, con la cabeza inclinada, mira en realidad el casco que Hefesto forjó para Aquiles. Aunque el sujeto es una divinidad, cabe destacar (y en esto quizá Wolff se aleja de su estilo habitualmente excesivamente controlado) la intensa humanidad del gesto de la mano derecha, con los dedos acariciando suave y lentamente la superficie del casco, casi como si el objeto fuera un sustituto del hijo ausente, al que Tetis pronto perderá inexorablemente. El propio cuerpo, perezosamente tumbado sobre el lomo del delfín, parece impregnado de un movimiento de dolor que recorre todos los miembros, con el brazo izquierdo que se estira para sostener sólo la espada para que no caiga al mar, y las piernas que no mantienen una posición firme y segura, sino que casi se abandonan y con sus delicados pies rozan las olas del mar.
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles (c. 1838; mármol, 91 x 83 cm; San Petersburgo, Ermitage). Foto Crédito Ventanas al Arte |
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles sobre el lomo del delfín. Fuente Crédito Proyecto Dánae |
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles, detalle del delfín. Fotografía Créditos Finestre Sull’Arte |
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles, detalle del casco. Ph. Crédito Finestre Sull’Arte |
Emil Wolff, Tetis con los brazos de Aquiles, detalle de las piernas. Ph. Crédito Finestre Sull’Arte |
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles, detalle de la espada de Aquiles. Ph. Crédito Finestre Sull’Arte |
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles, detalle del rostro. Ph. Créditos Ventanas al Arte |
Esta escultura requirió años de trabajo, y ciertamente el mármol que vemos hoy, al que Wolff no llegó hasta 1838, es muy diferente del boceto inicial de la obra, de su primer modelo en yeso. Sabemos que, en el mismo 1832, el artista presentó en Berlín un grupo de yeso en el que Tetis no estaba sola: la obra representaba a la ninfa en el acto de entregar a Aquiles las nuevas armas forjadas por Hefesto, para que el joven pudiera vengar la muerte en combate, a manos de Héctor, de su fraternal amigo Patroclo. Sin embargo, en los años siguientes, el artista modificó sustancialmente su escultura, llegando a la versión final en la que el sujeto es Tetis sola con las armas de Aquiles.
El diplomático polaco Atanazy Raczyński, autor de una Geschichte der neuen deutschen Kunst (" Historia del arte moderno alemán“), nos cuenta que ”para la condesa Wielhorsky, nacida princesa de Courland, Wolff hizo una Tetis con las armas de Aquiles sentada sobre un delfín“. La comisionada fue, pues, Luise von Biron, una de las hijas de Carl Ernst von Biron, hermano menor de Pedro, duque de Courland, estado que ya había sido anexionado al Imperio ruso en 1795. ”El motivo“, continúa Raczyński, ”deriva de un fragmento de una antigua estatua del Belvedere del Vaticano“, y la fuente también nos informa de que el artista conservaba una réplica de la obra en su estudio. La ”estatua" mencionada por Raczyński podría ser el relieve que adorna un sarcófago conservado hoy en los Museos Vaticanos (en el Museo Pio Clementino para ser exactos), en el que aparecen las Nereidas portando las armas de Aquiles. Observando la obra, hallada en 1789 y fechable a mediados del siglo II d.C., se aprecia cómo Wolff parece haberse inspirado en la segunda figura, la Nereida sentada a horcajadas sobre su delfín con la mano apoyada en la cola y la rodilla ligeramente levantada, e incluso el propio delfín parece recordar al que vemos en el relieve antiguo, como señala Elena Karcëva en la ficha sobre la obra de Wolff incluida en el catálogo de la exposición Dopo Canova. Percorsi della scultura a Firenze e Roma (Carrara, Palazzo Cucchiari, del 8 de julio al 22 de octubre de 2017), donde Teti con le armi di Achille (Tetis con los brazos de Aquiles ) es una de las obras destacadas.
El original de mármol citado por Raczyński se expuso por primera vez en 1838, pero esta obra se considera perdida. Lo que hoy admiramos en las salas delHermitage de San Petersburgo es una réplica que estuvo en las colecciones del barón Aleksandr Stieglitz hacia 1870. Lo sabemos porque la escultura aparece en un cuadro de Luigi Premazzi (Milán, 1814 - Estambul, 1891) perteneciente al ciclo de pinturas que representan los interiores de la residencia del barón: la Tetis está en el Salón, sobre un zócalo de mármol, frente a la ventana.
Arte romano, Sarcófago con nereidas portando las armas de Aquiles (140-150 d.C.; mármol, Roma, Museos Vaticanos, Museo Pío-Clementino). Foto Créditos Francesco Bini |
Luigi Premazzi, Residencia del barón Stieglitz. El salón (c. 1870; acuarela, 34,5 x 43 cm; San Petersburgo, Ermitage) |
Emil Wolff, Tetis con las armas de Aquiles. Ph. Crédito Ventanas al Arte |
De las colecciones del barón Stieglitz pasó a las de su sobrino, Aleksandr Polovtsov, quien, entre 1911 y 1912, regaló la Tetis a la noble Aleksandra Naryškina, en cuyo palacio aparece en el año de la Revolución rusa, 1917. La obra fue trasladada alErmitage en 1923, donde aún se conserva y donde puede admirarse como una de las esculturas más interesantes realizadas por la mano de este talentoso artista neoclásico, alemán de nacimiento pero romano de adopción.
Bibliografía de referencia
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