Cuando pensamos en un archivo, la imagen que se cierne ante nuestros ojos es la de un lugar ordenado y silencioso, lleno de estanterías y catálogos. Un lugar estático, diseñado para conservar y transmitir. En cambio, Cuccchi, el archivo digital de Enzo Cucchi, es la antítesis de todo esto: una experiencia inmersiva, un viaje virtual que fusiona arte, memoria y tecnología. Creado en 2021 por Fantastico Studio y disponible en diferentes plataformas (Nintendo Switch, Playstation, Xbox, Google Play, App Store, Steam), este proyecto no es solo un archivo; es una obra de arte por derecho propio, una plataforma que reinventa la forma en que accedemos al patrimonio cultural. Es un lugar donde la memoria se convierte en exploración, donde el pasado se encuentra con el futuro y donde se cuestiona el concepto mismo de archivo. Pero, ¿qué implicaciones tiene esta transformación? ¿Cómo cambia la percepción de la memoria cuando se presenta en forma de videojuego? ¿Y qué nos dice este proyecto sobre nuestra relación con el arte, la tecnología y el tiempo?
El archivo de Cucchi no está pensado para ser “consultado” en el sentido tradicional: no hay listas alfabéticas ni motores de búsqueda que te guíen hacia lo que buscas. Es más bien un entorno virtual que se recorre como un paisaje, un microcosmos digital que traduce al espacio lo que normalmente asociamos a la bidimensionalidad de los documentos. Es una experiencia inmersiva, un laberinto onírico en el que obras, fragmentos visuales y materiales textuales emergen como reliquias por descubrir.
Esta transformación conlleva una profunda reflexión: ¿sigue siendo un archivo un archivo si se presenta como una experiencia interactiva y no como una estructura lineal? La memoria, en esta forma, ya no es algo estable, sino que se convierte en una experiencia personal y subjetiva. Cada usuario sigue un camino diferente, construyendo su propia versión de la memoria de Cucchi; en este sentido, el archivo no es un simple depósito de información, sino una narración fragmentada y en constante evolución.
La decisión de transformar el archivo en un videojuego no es sólo una provocación estética, sino una declaración programática. Con esta elección, Fantastico Studio reconoce el potencial de los lenguajes contemporáneos, como el juego, para comunicarse con un público que se mueve cada vez más ágilmente entre lo real y lo virtual, lo serio y lo lúdico. Jugar con el archivo no significa, sin embargo, trivializarlo, sino que invita al usuario a una forma diferente de implicación. Sin embargo, este planteamiento plantea importantes cuestiones: ¿corre el juego el riesgo de disminuir el valor simbólico e histórico del archivo? ¿O, por el contrario, puede amplificarlo, haciéndolo más accesible y relevante para generaciones acostumbradas a la interacción digital?
La línea que separa el juego del estudio en profundidad es delgada, pero quizá no tan rígida como podríamos pensar. La gamificación, en este caso, no es un fin, sino un medio: una forma de traducir el legado artístico de Cucchi a un lenguaje capaz de dialogar con el presente. Uno de los aspectos más fascinantes del archivo digital de Enzo Cucchi es el hecho de que no se limita a recopilar sus obras: encarna su espíritu.
El lenguaje visual del proyecto, hecho de fragmentos, sugerencias y escenarios surrealistas, recuerda directamente la estética y el pensamiento del artista. No es simplemente un medio de acceder a información sobre su obra, sino una prolongación de su poética. Y esto abre una pregunta intrigante: ¿dónde acaba la obra de arte y empieza el archivo?
Si un archivo ya no es sólo una colección de materiales, sino que se convierte en una obra en sí misma, su función se amplía. No se limita a conservar, sino que interpreta, crea, transforma. Cuccchi demuestra que el archivo no tiene por qué ser una entidad neutral; puede formar parte activa de un diálogo artístico.
La digitalización ya ha revolucionado nuestra concepción de los archivos, pero el proyecto de Cucchi va más allá. No se trata sólo de hacer accesibles materiales que de otro modo quedarían confinados en una biblioteca o un museo; se trata de replantear radicalmente el concepto mismo de archivo. En un mundo virtual, los documentos no son meros “objetos” que consultar, sino que se convierten en experiencias que vivir.
Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo la tecnología está transformando nuestra relación con la memoria. ¿La digitalización democratiza la memoria o la hace más efímera? Si todo se vuelve accesible, explorable, incluso jugable, ¿existe el riesgo de que la sacralidad del pasado se disuelva? ¿O tal vez, como demuestra el archivo de Cucchi, la tecnología puede ofrecer nuevas formas, más atractivas y personales, de acercarse al pasado?
El proyecto de Fantastico Studio nos recuerda que la memoria no es una entidad estática, sino un proceso dinámico. En lugar de ofrecer una versión definitiva e inmutable de la obra de Cucchi, el archivo digital crea una experiencia que cambia cada vez que se experimenta. Cada usuario aporta su propia perspectiva, sus propios intereses, sus propias emociones, y estos elementos influyen en la forma en que se percibe el archivo. En este sentido, el archivo nunca es el mismo: es un organismo vivo, que se transforma con cada interacción.
El archivo de Cucchi es una invitación a reflexionar sobre cómo conservamos el pasado y cómo queremos interactuar con él en el presente. Es un experimento audaz que no sólo celebra el trabajo de un artista, sino que redefine nuestra relación con la memoria cultural. Y quizá ese sea su mensaje más importante: la memoria nunca es algo acabado. Es un proceso, una creación continua, una conversación entre lo que ha sido y lo que podría ser. Con este proyecto nos demuestran que recordar no es simplemente mirar atrás, sino construir nuevas formas de avanzar. Y en un mundo cada vez más dominado por la tecnología, encontrar formas nuevas y significativas de conectar con el pasado puede ser el mayor arte de todos.
Cada visita al archivo es única: un viaje personalizado que depende de cómo nos movamos, de lo que decidamos observar o ignorar. En este sentido, el archivo de Cucchi nunca es el mismo, como la memoria, que cambia cada vez que la evocamos. El archivo digital de Enzo Cucchi no es sólo un homenaje a su arte, sino un manifiesto sobre el futuro de la memoria cultural. Es una provocación, un laboratorio de ideas, un lugar de preguntas más que de respuestas. ¿Qué tipo de memoria estamos construyendo cuando archivamos de esta manera? ¿Y qué significa, después de todo, recordar?
En una época en la que el arte corre el peligro de consumirse demasiado rápido, un archivo que invite a jugar, pero que también exija pensar, sentir, explorar, podría ser exactamente lo que necesitamos.
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