¿Puede una imagen hablarnos de una persona?

Presentamos otro artículo del blog Gallery Girl de Lizzy Vartanian. Esta vez, nos preguntamos si un cuadro o una fotografía pueden revelar algo sobre una persona. Aquí está el enlace al original. ¡La traducción es mía! :)

La semana pasada hice una escapadita a la Galería Saatchi para ver las fotografías, tomadas por Sam Taylor-Johnson, del piso de Gabrielle ’Coco’ Chanel. No es ningún secreto que soy una fanática de la moda y esperaba que las imágenes del piso de Chanel me dieran una vaga idea de su espacio personal, para entender mejor su carácter. Sin embargo, me decepcionaron.

En primer lugar, culpé de mi insatisfacción con la exposición a las imágenes de Taylor-Johnson. Dicho esto, al cabo de una semana volví a ver la exposición y mi pensamiento cambió, alejándome por completo de Chanel. Las imágenes de Taylor-Johnson son oscuras. Se ha eliminado todo el color del espacio y se hace más hincapié en los elementos arquitectónicos del piso que en lo que hay dentro. A partir de estas imágenes, cualquiera que no esté familiarizado con Chanel podría tener la impresión de que es aburrido y monótono, y casi seguro que no es así. Las fotografías son interpretaciones de Taylor-Johnson. Tal vez representó el piso de esta manera para dar una sensación de falta de vida ahora que Chanel se ha ido. Sin embargo, sería difícil argumentar que estas fotografías realmente dicen algo sobre la propia Chanel.

Se dice que una imagen vale más que cien palabras, pero ¿es cierto?

Durante mis primeros años en la universidad (me especialicé en historia del arte occidental), mis profesores siempre insistían en que los retratos rara vez eran una imagen fiel del personaje retratado. Sí, estas imágenes, encargadas por la élite y la aristocracia, guardaban cierto parecido. A menudo, los artistas incluso llegaban a acuerdos directos con el cliente sobre el pago. Los registros de los artistas a lo largo de la historia muestran que todo, desde la forma de vestir del sujeto hasta sus expresiones faciales y otros elementos, se habría discutido de antemano. Casi siempre, estos retratos se habrían hecho para halagar al mecenas y a menudo habrían circulado como grabados, al ser las únicas imágenes de gobernantes a las que las clases bajas podían acceder, por lo que debían estar bien pensados y ser favorables. Teniendo todo esto en cuenta, es más que probable que tales imágenes fueran artificiales y no mostraran a la persona real, sino más bien lo que se exigía de ella.

En cuanto a los autorretratos de los artistas, muchos historiadores del arte habrían defendido con rotundidad que ellos también se habrían representado a sí mismos tal y como querían ser vistos.

Casi como en los selfies actuales, los artistas podían cambiar la forma en que se retrataban a sí mismos, quién sabe si cambiando su forma de vestir, tal vez vistiéndose como ricos o añadiendo un emblema de su gobernante. Del mismo modo que nosotros literalmente “filtramos” y editamos la forma en que nos mostramos en las redes sociales. Por lo tanto, en lo que respecta a los retratos, puede decirse que la imagen ofrece una visión distorsionada de la persona retratada.

En consecuencia, yo diría que si una imagen puede hablar realmente de una persona, probablemente sería mejor pensar en la intención del artista al crear la imagen, aunque el sujeto también desempeña su papel. Se necesitan al menos dos personas para crear la imagen de un personaje: el sujeto y el artista.

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