Por qué ver "Van Gogh. En el umbral de la eternidad": una película para comprender la extraordinaria fuerza interior del pintor


El 3 de enero de 2019 se proyectará la película 'Van Gogh. En el umbral de la eternidad', de Julian Schnabel. La preestrenamos y te contamos por qué debes verla: es una película sobre la extraordinaria fuerza interior del artista.

"Esta película no es una biografía, sino mi versión de la historia. Es una película sobre la pintura y un pintor y su relación", declaró el director Julian Schnabel en la 75ª edición del Festival de Venecia, donde se estrenó Van Gogh. En el umbral de la eternidad. Es lo que puede llamarse la película acontecimiento del año, aclamada por la crítica incluso antes de su estreno oficial en salas, el 3 de enero de 2019.

Julian Schnabel, el director conocido por haber realizado hace veintidós años la película sobre la corta vida de Basquiat, se convierte en el primer largometraje comercial sobre un artista dirigido por un pintor en la historia del cine, ya que el propio Schnabel es pintor. Esto también es evidente por el enfoque con el que decidió hacer la película sobre Vincent van Gogh (Zundert, 1853 - Auvers-sur-Oise, 1890): no una biografía servil que siga literalmente la vida y las palabras del artista, porque tal propósito “habría sido absurdo”, dada la notoriedad de la vida del artista holandés, como afirma Jean-Claude Carrière, que trabajó en el guión en colaboración con Louise Kugelberg y el citado Julian Schnabel. Es una historia que va de la mano de las biografías y leyendas que rodean a van Gogh y de las cartas que el propio artista escribió en vida a su hermano Theo, con quien mantenía una relación visceral, como todo el mundo sabe y como se percibe claramente en la película de Schnabel. Desde el principio hasta el final de la película, se analizan así la fuerte pasión y dedicación que Van Gogh sentía por la pintura, a pesar de los diversos traslados del artista y de la enfermedad que le aquejó. Las escenas se construyeron, por tanto, sobre una evidente base de realidad, pero se trata, como se ha dicho, de un nuevo enfoque para dirigir y guionizar una película sobre un artista: el espectador verá situaciones en las que van Gogh podría haber estado y oirá palabras que podría haber dicho, pero de las que no hay registros históricos.



Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Un fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad


Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad

El propio título elegido, En el umbral de la eternidad, subraya el complicado estado del artista: una vida dedicada a la pintura, pero que tropieza con dificultades de diversa índole, desde los problemas para establecer relaciones interpersonales, pasando por el deseo de cambiar de lugar y de paisaje, hasta la burla descarada de los demás, pasando por la enfermedad con la que el artista luchó en los últimos años de su vida y que le llevó a ingresar en unainstitución psiquiátrica. Una existencia caracterizada por la fatiga y la pasión que sólo se verá recompensada tras la muerte del artista, cuando su arte comience a ser considerado y apreciado. El final concebido por el director y los guionistas es emblemático, en el que este “umbral de eternidad” está bien enunciado desde un punto de vista artístico y biográfico, pero no añadiremos nada más para no anticipar la conclusión.

Y como el propio Schnabel declaró, el hecho de que un pintor estuviera detrás de la cámara nos permitió ver a van Gogh desde un punto de vista más íntimo que en otras películas más estrictamente biográficas: nos permitió comprender la extraordinaria fuerza interior, a pesar de la presencia de otras debilidades, del artista. Un diálogo interminable entre éste y el arte.

La excelente destreza de quienes estuvieron detrás de las cámaras durante el rodaje de la película se ve correspondida por la interpretación igualmente extraordinaria de los actores que intervinieron en ella. La interpretación de Willem Dafoe como Van Gogh es magistral: el actor es famoso por haber colaborado con la mayoría de los grandes directores del cine moderno y por haber participado en numerosos proyectos y producciones de Hollywood; además, ha recibido tres nominaciones al Oscar al mejor actor de reparto y nominaciones a los Globos de Oro, así como numerosos premios cinematográficos. Por su Van Gogh, fue galardonado con la Coppa Volpi al Mejor Actor en la 75 edición del Festival de Venecia y está nominado a los Globos de Oro 2019 como Mejor Actor en una Película de Drama. Dafoe era muy deseado por Schnabel para este papel, porque su físico, imaginación y curiosidad por ahondar en el personaje a interpretar parecían perfectos. Y, en efecto, viendo la película, uno tiene la impresión de estar ante el mismísimo Van Gogh, tan adecuado es ese papel para el actor. También se plantea la cuestión de si Dafoe pintó realmente los cuadros que se ven en el transcurso de la película: y sí, el actor tuvo que recibir lecciones de pintura del director, ya que éste quería dar vida a algo concreto y emotivo en la pantalla, una sensación que habría sido notablemente diferente si en lugar de pintar realmente, Dafoe se hubiera limitado a imitar los movimientos del pincel sobre el lienzo.

Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Un fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad


Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad

El superlativo reparto también incluye a Rupert Friend como Theo Van Gogh, el hermano del artista, Oscar Isaac que interpreta a Paul Gauguin, así como Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Stella Schnabel, Mads Mikkelsen, Anne Consigny, Amira Casar, Vincent Perez, Lolita Chammah, Vladimir Consigny y Didier Jarre. La película se centra en los últimos años de la vida de van Gogh, es decir, de 1888 a 1890, año de su prematura muerte con sólo treinta y siete años. De hecho, la película toma como punto de partida la decisión del artista de abandonar el clima frío y lluvioso de París, ciudad a la que se había trasladado desde febrero de 1886 y donde vivía con su hermano Theo, y trasladarse al sur de Francia, a la Provenza: el artista buscaba una nueva luz. Aquí podría crear cuadros luminosos, pintados a la luz del sol, y representar la naturaleza infinita que caracterizaba aquellos lugares.

La naturaleza era uno de los aspectos más significativos de la vida del artista: su lugar de nacimiento, Zundert, era entonces una extensión inculta de marismas y páramos, una aldea rural donde la agricultura era la actividad principal, y eran estos elementos naturalistas los que van Gogh buscaba también en sus viajes, pues le recordaban sus orígenes y su infancia. Al llegar a París, se había instalado con su hermano en Montmartre, una zona de la ciudad donde había pequeñas parcelas cultivadas como huertos y que hacían que el artista sintiera un cierto aire de hogar. Sin embargo, en contra de lo esperado, cuando llegó a la Provenza, a Arlés, se había encontrado con un duro invierno con copiosas nevadas, pero el comienzo de la primavera había cambiado por completo el paisaje: los huertos en flor y los vastos campos de trigo habían despertado de nuevo en van Gogh esa conexión con la naturaleza que tanto tiempo llevaba esperando. Daba largos paseos por los campos, entre el trigo que le acariciaba la cara: iba en busca de miradores para detenerse y pintar directamente sobre el lienzo, arrebujado en su sombrero de paja, sus ropas desaliñadas y a la espalda su equipo de pintura; además de su caballete, también llevaba un marco de perspectiva. Es significativa en la película la escena en la que, tras caminar incansablemente por los campos amarillos de trigo, con una sonrisa en la cara y los brazos extendidos para absorber toda aquella naturaleza, se tumba sobre la tierra y se ensucia la cara con ella: una forma de sentir plenamente su contacto con la tierra.

Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Un fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad


Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Un fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad


Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad
Fotograma de la película Van Gogh. En el umbral de la eternidad

Debido a sus actitudes y a su aspecto un tanto extraño para los habitantes de esa zona de Francia, Van Gogh es objeto de burlas y mofas frecuentes (en una escena incluso por parte de una clase de alumnos con su profesor) y las reacciones del artista parecen no estar del todo controladas, rozando la locura. Reacciones que le llevarán a ser internado en una institución psiquiátrica de Saint-Rémy-en-Provence. Quien se apresura a consolarlo, como hizo a lo largo de toda su existencia, es su hermano Theo, cuatro años menor que el artista y figura fundamental para éste: además de mantener una relación muy profunda y protectora, es de las pocas personas que alientan su arte. Famosas son de hecho sus cartas a Theo, de las que percibimos cómo este último es un verdadero punto de referencia para su hermano. Muy intensa es la escena de la película en la que Theo llega al hospital psiquiátrico en el que está ingresado Vincent, se tumba a su lado en la cama y lo abraza con extrema dulzura y protección.

Otra figura importante en su vida es la de Paul Gauguin (París, 1848 - Hiva Oa, 1903), artista que se había dejado convencer por Vincent, gracias también a la contribución de Theo, para unirse a él en Arlés: Theo pagaría de hecho a Gauguin 25 francos al mes mientras permaneciera con Vincent a cambio de un cuadro mensual. Gauguin llega finalmente en octubre de 1888 y los dos artistas comparten el espacio de la famosa Casa Amarilla de la plaza Lamartine. Su forma de pintar es diferente, ya que Gauguin recurre a los recuerdos y a la imaginación, mientras que Van Gogh parte de modelos reales.

En los diálogos entre ambos se habla de este diferente enfoque y de su diferente técnica. Una escena de la película en la que Van Gogh y Gauguin pasean entre los árboles está dedicada precisamente a esta disputa. “¿Por qué siempre tienes que pintar la naturaleza?”, pregunta Gauguin a su amigo, y el otro responde: “Me siento perdido si no tengo nada que mirar. Necesito algo que ver, hay tanto que ver”, responde Van Gogh. Pero lo que pintas, lo que haces, te pertenece. No tienes que copiar nada", replica Gauguin. Yo no copio. La esencia de la naturaleza es la belleza. Cuando contemplo la naturaleza, veo claramente ese vínculo que nos une a todos. Una energía palpitante que habla con la voz de Dios’, dice Van Gogh, y añade: ’Yo no invento la pintura, no necesito inventarla, la encuentro dentro de la naturaleza, sólo necesito liberarla. Necesito salir al aire libre y trabajar para olvidarme de mí mismo. Quiero perder el control, necesito sentirme en un estado febril. Cuanto más rápido pinto, mejor me siento [...] Los cuadros tienen que estar hechos con un gesto claro. Los pintores que admiro, Frans Hals, Goya, Velázquez, Veronese, Delacroix, todos pintaban rápido, con un gesto limpio en cada pincelada".

El enfoque de Gauguin es diferente. Tras preguntar a Van Gogh por qué no pinta lo que tiene en la cabeza, lo que ve su cerebro, afirma: “Dentro de poco, los pintores ya no tendrán que mirar a los modelos, sentarse a observar la naturaleza, porque la naturaleza es lo que vemos aquí, en nuestra cabeza, nada más. Sin nuestros ojos, no hay naturaleza y nadie ve el mundo de la misma manera. Las personas serán recordadas por cómo las pintaste, no por lo que son. Tenemos que invertir la relación entre la pintura y lo que tú llamas naturaleza; entre la pintura y la realidad, porque una realidad pintada es una realidad en sí misma. [...] Parece como si pusieras una capa de arcilla sobre el lienzo. Se parece más a una escultura que a una pintura. Hazme caso, tienes que mirar dentro”. Sin embargo, el carácter difícil de Vincent llevó a Gauguin a regresar a París: eran demasiado incompatibles en carácter. Ante esta decisión, Van Gogh reacciona cortándose una oreja para regalársela a su amigo y convencerle de que se quede con él. La reacción de un loco.

Sin embargo, incluso durante su posterior periodo de tratamiento, nunca dejará de pintar: la pintura es para él una especie de terapia. Los años en los que se centra la película son, por tanto, los más ricos cinematográficamente. Una sucesión de escenas cargadas de patetismo induce al espectador a no perder el hilo de la narración a lo largo de toda la película. Es unaobra cinematográfica dramática y conmovedora que indaga en lainterioridad del artista. Quizá lo que más llama la atención es el contraste que se crea entre las fragilidades de van Gogh desde el punto de vista humano y la gran fortaleza del propio artista al perseguir su arte con dedicación y pasión, a pesar de las adversidades. Y creo que esto es precisamente lo que el director deseaba transmitir plenamente a su público. "Sólo pienso en mi relación con la eternidad. Mi regalo al mundo es mi pintura", declaró el artista casi al final de su vida. Una predicción que, efectivamente, se ha hecho realidad.


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