Si tuviéramos que utilizar un verbo para definir las principales tendencias delarte español hasta los años treinta, la tarea no sería tan difícil, porque hay uno que nos viene inmediatamente a la mente: descomponer. En efecto, el gran Paul Cézanne, fallecido en 1906, había abierto el camino, expresando el deseo de devolver a la naturaleza sus formas esenciales. Sin embargo, Cézanne no tuvo tiempo de hacerlo por sí mismo, y fue un grupo de artistas españoles fascinados por su arte el que llevó adelante su idea: entre ellos, Pablo Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, 1973). ¡Esta tendencia a la descomposición, común a Picasso y a otros artistas españoles de la época, emerge de forma destacada en la exposición Picasso y la modernidad española que se celebra en Florencia, en el Palazzo Strozzi, hasta enero (se inaugura oficialmente mañana) y que en Finestre sull’ Arte hemos visitado hoy en un avance exclusivo para vosotros, nuestros amigos lectores! Y, por cierto, al final de este artículo encontrarás fotos exclusivas :-)
Al comisario de la exposición, Eugenio Carmona, no le gustan las etiquetas. Sin embargo, es difícil no pensar en el término cubismo cuando contemplamos uno de los cuadros insignia de la exposición, Fernande, un retrato femenino pintado por Pablo Picasso en 1910 y procedente de las colecciones del Museo Reina Sofía de Madrid (como todos los que se exhiben en la muestra florentina, por cierto). También es destacable que muchos de los cuadros más importantes para entender el arte de Picasso representen a mujeres: porque las mujeres jugaron un papel fundamental para Picasso. No sólo en su arte, sino también en su vida privada: y quizá volvamos sobre este tema tan interesante más adelante. Hablemos de Fernande, de apellido Olivier: en 1910 tenía 29 años, la misma edad que Picasso. Fernande Olivier era una pintora a la que Picasso conoció nada más instalarse en París en 1904: ambos mantuvieron una relación tormentosa, hecha de traiciones por ambas partes. En 1910 su relación estaba a punto de romperse (llevaban siete años juntos desde que se conocieron): los tonos oscuros del cuadro con el que Picasso representa a su amada presagian probablemente el final de su relación. El rostro de Fernande se descompone en formas esenciales: rectángulos, cubos, triángulos. Formas angulares a las que, según Picasso, se pueden remontar todos los elementos de la realidad. Lo que hay que captar en su esencia: los elementos se hacen añicos, se disuelven en formas elementales, se descomponen, de hecho. La exposición nos brinda la oportunidad de observar este camino, del que Fernande es uno de los puntos de partida. Intrigante es precisamente la forma en que el comisario quiere llevarnos a reflexionar sobre la evolución de Picasso a través de los retratos de las mujeres que amó, que en la exposición florentina se exponen en la misma sala, todos más o menos uno al lado del otro. Y si los colores oscuros de Fernande aluden probablemente a una relación atormentada, los más alegres de otros retratos hablan en cambio de momentos más felices, suponiendo que Picasso conociera alguna vez un amor feliz, que si lo hubo, se sustanció en instantes fugaces.
El arte español de la época es por tanto, como se pone de manifiesto en la exposición, un arte analítico: en la base de cada obra hay un orden preciso. Artistas como Picasso, Juan Gris, María Blanchard o Manuel Ángeles Ortiz consiguieron hacer de la España de principios del siglo XX el centro de las manifestaciones artísticas internacionales. Y pronto se sumará a estos nombres el de otro gran artista: Joan Miró (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983), que partió precisamente de las reflexiones de los pintores de más estrecha observancia cubista. En la exposición lo vemos claramente con la Senda de Siurana, obra en la que es el paisaje el que se descompone en formas: si con Picasso, en la exposición, vemos el procedimiento aplicado a la figura humana, en Miró la fragmentación en formas elementales, marcadas por colores casi puros, concierne también a los elementos de la naturaleza.
Pero la investigación de Miró va más allá. De hecho, en los años veinte se abre una nueva tendencia. Después de todo, descomponer un objeto en sus formas esenciales, ¿qué era sino un ejercicio intelectual? Se plantea entonces un problema: conseguir que el arte siga logrando hacer sentir. Los artistas, y en primer lugar Miró, tienen que conseguir que todo ese bagaje cultural iniciado por Picasso, Braque, Gris y otros se sume a la capacidad de evocar sensaciones. Mientras tanto, dejemos claro que Picasso llegó a esto de forma diferente a Miró: y el máximo ejemplo de esta capacidad evocadora en Picasso es el famoso Guernica, donde reinan la tragedia, la desesperación y el desamor, que aunque negativos también son sensaciones. Miró también quedó marcado por los trágicos acontecimientos de la guerra (aunque permaneció casi inactivo durante la contienda), pero su arte, a diferencia del de Picasso, aspira al lirismo y busca la belleza. Miró se propuso despertar en el espectador los mismos sentimientos que despierta la poesía: y del mismo modo que la poesía es capaz de despertar sentimientos describiendo un concepto de forma concisa, en pocas palabras, el arte debe ser igualmente capaz de lograr este resultado. Pocos signos, pero que comuniquen sensaciones. Nos damos cuenta de ello si observamos una obra cuyo título es de una sencillez desarmante:Pintura, creada por Miró en 1925. Sobre un fondo azul grisáceo, toscamente trazado, como es típico en el estilo de Miró, aparece una figura extraña: una especie de hilo negro se enreda sobre sí mismo un par de veces y acaba dibujando un cuerno, con dos luces amarillas encima. Una atmósfera onírica, que nos transporta a otra dimensión: es la dimensión de la poesía, donde bastan unos pocos signos, expresados de forma sintética, para hacernos sentir una sensación. Y Miró, de los españoles modernos, es probablemente el más hábil para crear esa pintura evocadora con tan pocos signos.
La modernidad española evolucionaría después con el paso de los años: la exposición abarca un periodo que va de 1910 a 1963. Queríamos hacer hincapié en uno de los temas que más nos fascinaban: la evolución del cubismo entre los años 1910 y 1930, vista a través de la comparación entre Pablo Picasso y Joan Miró. Pero la exposición del Palacio Strozzi tiene mucho que ofrecer. Os dejamos con algunas fotos que hemos tomado esta mañana en las salas de la exposición, en la que hemos estado presentes para un avance del tour de prensa #pabloalmercato organizado gracias a la sinergia entre Mercato Centrale Firenze y Palazzo Strozzi, y os recordamos que podéis encontrar toda la información sobre la exposición entrando en la página web www.palazzostrozzi.org.
Fotografías exclusivas de la exposición Picasso y la modernidad española
Sección 1 - Referencias
Sección 2 - Picasso: Variaciones
Sección 3 - Idea y forma
Sección 4 - Lirismo. Signo y superficie
Sección 5 - Realidad y superrealidad
Secciones 6 y 7 - Hacia Guernica: el monstruo y la tragedia
Sección 8 - Naturaleza y cultura
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.