Marsilio Ficino y el desarrollo del neoplatonismo en la Florencia Medicea entre realidad e invención


Marsilio Ficino fue una de las personalidades más influyentes en la cultura de la Florencia medicea. Sin embargo, ¿es posible distinguir entre la realidad y la invención historiográfica?

Cosme era también amante y exaltador de los hombres letrados; y por esta razón trajo a Florencia a Argilopolo, hombre de nación griega y en aquel tiempo muy letrado, para que de él aprendiese la juventud florentina la lengua griega y sus demás doctrinas. Marsilio Ficino, el segundo padre de la filosofía platónica, a quien amaba entrañablemente, vivía en su casa; y para que pudiera proseguir más cómodamente el estudio de la literatura, y para que pudiera utilizarla más cómodamente, le donó una propiedad cercana a la suya en Careggi. Estas palabras, tomadas del sexto libro de las Istorie fiorentine (Historias florentinas ) de Nicolás Maquiavelo, ilustran brevemente uno de los momentos más destacados del Renacimiento florentino: el nacimiento del círculo neoplatónico fundado por el ilustre filósofo Marsilio Ficino (1433 - 1499), que tuvo que ganarse las gracias de los Médicis desde muy joven. Sin embargo, es difícil reconstruir los primeros estudios y la formación del gran humanista toscano. Muchos han intentado rastrear el interés de Marsilio Ficino por la filosofía de Platón bastante atrás en el tiempo, basándose en una carta en la que el filósofo afirma que empezó a relacionarse con Cosme el Viejo, el señor de Florencia, ya en 1452. Lo cierto es que, al menos en 1456, las relaciones entre el filósofo y el señor estaban, por así decirlo, bien establecidas: en ese año, Marsilio Ficino escribió las Institutiones ad platonicam disciplinam, su primera obra dedicada a la filosofía platónica que, como sabemos, fue leída y apreciada por Cosimo.

La obra fue escrita a partir de los textos de Platón que Marsilio Ficino había podido leer en latín: por esta razón, otro gran humanista activo en la corte de Cosme el Viejo, Cristoforo Landino (1424 - 1498), sugirió a su colega más joven que probara suerte con los escritos griegos originales. El interés por la cultura griega, ya extendido en otras ciudades italianas, había comenzado a arraigar en la Florencia del siglo XV, como también nos recuerda Maquiavelo, tras la llegada a la ciudad de Giovanni Argiropulo (Ioannis Argyropoulos, 1416 - 1487), un humanista bizantino que en 1456 fue invitado por Cosme el Viejo a Florencia para enseñar griego en el Estudio Florentino (nombre con el que se denominaba entonces a la actual Universidad de Florencia). Argiropulo, que ya llevaba algún tiempo activo en Italia, también promovió la difusión de la cultura griega en Florencia: sin embargo, Marsilio Ficino no fue su alumno, a pesar de que el maestro venido de Oriente gozaba de una reputación muy clara. Sin embargo, esto no impidió que Marsilio Ficino sintiera la fascinación por la cultura griega que por entonces se había extendido también a Florencia y que pronto le llevó a convertirse en un buen conocedor de la lengua y a comenzar a traducir las obras de Platón.

Es un hecho que Cosimo alentó los estudios (y las traducciones) de Marsilio Ficino, regalándole preciosos códices (en 1462 el filósofo recibió como obsequio un manuscrito que contenía todos los diálogos de Platón) y también una casa: la mencionada por Maquiavelo, cerca de la villa de los Medici en Careggi. Estamos en 1463 y esta donación sancionaría también, según los historiógrafos partidarios del círculo platónico de Marsilio Ficino, el inicio de las reuniones del filósofo y sus amigos eruditos. Unos veinticinco años más tarde, uno de los mejores artistas de la escena florentina, Domenico Ghirlandaio, rendiría homenaje a los principales humanistas de su tiempo insertando sus retratos en uno de los frescos de la capilla Tornabuoni, el delAnuncio del ángel a Zacarías: los encontramos en el grupo de la parte inferior izquierda, el que se adosa al borde inferior de la composición. Las dos primeras figuras, desde la izquierda, son el ya mencionado Marsilio Ficino y Cristoforo Landino, a una edad visiblemente avanzada. El tercero es Angelo (o Agnolo) Poliziano (1454 - 1494), mientras que la identidad del último es incierta: podría tratarse de Demetrio Calcondila (Demetrios Kalkokondyles, 1423 - 1511), humanista griego que se trasladó a Florencia en 1475, o de Gentile de’ Becchi, obispo de Urbino próximo a Lorenzo el Magnífico. Este último, al igual que su abuelo Cosme, trabajó para proteger las artes y la cultura, aunque algunos estudiosos han restado importancia a su papel como promotor de la cultura platónica tout court: parece que el Magnífico concedía el mismo apoyo a todas las formas de pensamiento.

Gli umanisti nella Cappella Tornabuoni di Domenico Ghirlandaio
Los humanistas en la Capilla Tornabuoni de Domenico Ghirlandaio: desde la izquierda, Marsilio Ficino, Cristoforo Landino, Angelo Poliziano y Demetrio Calcondila o Gentile de’ Becchi (c. 1485-1490; Florencia, Santa Maria Novella)

También formó parte del cenáculo ficiniano Giovanni Pico della Mirandola (1463 - 1494), espléndidamente retratado por Cosimo Rosselli, junto a Marsilio Ficino y Angelo Poliziano, en la Capilla del Milagro de la iglesia de Sant’Ambrogio de Florencia, en el fresco que representa el Milagro del Cáliz: Pico es el rubio del centro, mientras que Ficino y Poliziano están a izquierda y derecha respectivamente. Los tres humanistas están retratados en una pose inusual, es decir, cogidos del brazo. El gesto se ha interpretado como una referencia a la disciplina de la oratoria según Quintiliano, que escribió en sus Istitutiones: “Quippe non manus solum sed nutus etiam declarant nostram voluntatem” (“No sólo las manos, sino también las inclinaciones de la cabeza declaran nuestra voluntad”). Ficino, Landino, Poliziano y Pico, aunque siempre asociados por la historiografía al mismo círculo intelectual, tenían intereses e ideas muy diferentes. Dejando a un lado a Poliziano, que era poeta y se interesaba sobre todo por la poesía, es posible discernir dos direcciones distintas en el neoplatonismo de Ficino y Landino, analizando sobre todo sus posiciones sobre la Vita Attiva (la práctica de las virtudes para mejorar el mundo terrenal) y la Vita Contemplativa (el éxtasis que permite a la mente humana unirse con Dios), dos conceptos clave del neoplatonismo. Ambas vidas permitirían al hombre alcanzar esa dicha temporal que le permitiría elevarse por encima de la materia y de los trastornos que ésta provocaría y que impedirían al hombre ser partícipe del reino divino. Cristoforo Landino pretendía otorgar igual dignidad a la Vida Activa y a la Vida Contemplativa (aunque se inclinaba por esta última), mientras que Marsilio Ficino creía que la verdadera y más profunda bienaventuranza sólo podía alcanzarse a través del éxtasis: por ello podemos vislumbrar en Landino una orientación más práctica, mientras que en Ficino una más abstracta. Pico, por su parte, estaba interesado en conciliar la visión platónica del mundo con la aristotélica (el mismo Poliziano, en los últimos años de su vida, estudió a fondo las obras de Aristóteles) y, en general, aunque partiendo del neoplatonismo de Ficino, en dar vida a un proyecto original (y, si se quiere, todavía actual en sus intenciones) de pax philosophica (“paz filosófica”) con el objetivo de acercar formas de pensamiento y culturas diferentes.

Gli umanisti nella Cappella del Miracolo di Cosimo Rosselli
Los humanistas en la Capilla del Milagro de Cosimo Rosselli: de izquierda a derecha, Marsilio Ficino, Giovanni Pico della Mirandola y Angelo Poliziano (c. 1486; Florencia, Sant’Ambrogio)

Este círculo de intelectuales sería rebautizado, por la mayoría de los historiadores, como Accademia Platonica, basándose en varios textos en los que el propio Ficino utiliza repetidamente el término academia. Sin embargo, es imposible establecer no sólo si Marsilio Ficino y sus amigos se identificaban con el término Accademia, sino que también es difícil comprender si existía realmente un círculo de humanistas que solía reunirse en casa de Marsilio Ficino en Careggi(o incluso en casa de sus vecinos, los Médicis, en la villa de Careggi). Es cierto que en algunos escritos, Marsilio Ficino se refiere a su villa con el altisonante nombre de Academia charegiana, “Academia de Careggi”: sin embargo, esto no probaría que fuera un lugar de encuentros habituales entre humanistas. Tenemos pocas certezas y muchas dudas: el historiador norteamericano James Hankins ha demostrado cómo el término academia, en los escritos de Ficino y sus contemporáneos, adquiere diferentes significados según los contextos utilizados, y que es muy difícil encontrar pasajes en los que el término pueda identificar realmente un cenáculo de intelectuales que se reunían para discutir sobre la filosofía platónica. Lo que habría llevado a Hankis a creer que la Accademia Platonica de Florencia no era más que un mito inventado por los historiógrafos, y que el pensamiento de Marsilio Ficino se había difundido principalmente gracias a una especie de gimnasio, una escuela que contaba con un gran número de alumnos y que estaba informalmente vinculada al Estudio florentino. Según Hankins, esta escuela era la verdadera academia: sin embargo, es el propio erudito quien señala que en ella no sólo se discutía la filosofía platónica, sino también muchos otros temas. Si ya resulta anacrónico, por tanto, pensar que en Florencia existió una academiaplatónica (también porque muchos de los intelectuales considerados cercanos a este ambiente estaban alejados de la filosofía platónica), y además patrocinada por los Médicis, el debate sobre la forma que adoptó la sodalidad de Marsilio Ficino (si es que realmente existió) no ha llegado aún a conclusiones unánimes. El propio Ficino ofrece pruebas de al menos dos banquetes, dos"simposios" neoplatónicos que supuestamente se celebraron en el otoño de 1468, uno de ellos en la villa de los Medici en Careggi, con la presencia de Lorenzo el Magnífico. La cena es descrita como realmente sucedida y relatada por el propio Ficino, en su De amore de 1474: los participantes habrían pasado la velada discutiendo las teorías de Platón sobre el Amor, y el De amore del filósofo toscano no sería más que una especie de “relato” de los comentarios surgidos de la cena. Aparte de estos dos testimonios (aunque no sabemos si son artificios literarios o relatos de banquetes que tuvieron lugar realmente), no tenemos nada más que sugiera cenas entre intelectuales que se reunían para discutir de filosofía, literatura y artes.

Sin embargo, es seguro que Ficino fue una de las figuras culturales más importantes de la Florencia medicea. Incluso dejando a un lado el conspicuo número de artistas fascinados por su misión filosófica, que, según Erwin Panofsky, perseguía tres tareas muy precisas (hacer accesibles los escritos de Platón y sus seguidores, desarrollar un sistema filosófico que modernizara el pensamiento platónico y, por último, reconciliar el platonismo con la religión cristiana), basta con ver cuántas personas pintaron retratos del filósofo para rendirle homenaje en frescos de gran alcance. Giorgio Vasari cuenta que el pintor Benozzo Gozzoli incluyó la figura de Marsilio Ficino en uno de los frescos del Camposanto de Pisa, hoy, sin embargo, apenas legibles debido a los graves daños sufridos a lo largo de los siglos, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial: En la historia, por tanto, en la que la reina Saba acude a Salomón, Marsilio Ficino aparece retratado entre ciertos prelados, el Argiropolo, un griego erudito, y Batista Platina. La estudiosa Silvia Ronchey reconoce también un retrato del filósofo (aunque se trata de una hipótesis muy dudosa) en los frescos de la Capilla de los Reyes Magos de Benozzo Gozzoli, en el palacio Medici-Riccardi de Florencia: si fuera realmente de Marsilio Ficino, sería probablemente el “homenaje” más antiguo, ya que la capilla fue pintada al fresco cuando el humanista tenía poco menos de treinta años. También hemos mencionado anteriormente las representaciones de Ghirlandaio y Cosimo Rosselli, para limitarnos a los artistas contemporáneos de Marsilio Ficino, pero también hubo varios pintores de épocas posteriores que incluyeron la figura del filósofo toscano en frescos que celebraban las glorias florentinas. La hipótesis de la existencia de una academia platónica, en definitiva, aún tendría que demostrarse con pruebas concretas: sin embargo, la influencia que Marsilio Ficino y sus colegas ejercieron en la cultura florentina durante el Renacimiento sigue siendo indudable.

Benozzo Gozzoli, Salomone e la regina di Saba
La procesión en la escena con Salomón y la reina de Saba de Benozzo Gozzoli (dibujo mural; c. 1468-1484; Pisa, Museo delle Sinopie). Fotografía


Benozzo Gozzoli, Ritratto di Marsilio Ficino nella Cappella dei Magi
Benozzo Gozzoli, posible retrato de Marsilio Ficino: segunda fila, con vestido rojo, tocado azul-gris y mirando hacia abajo (1459-1464; Florencia, Capilla de los Reyes Magos)

Bibliografía de referencia

  • Anthony Grafton, Glenn W. Most, Salvatore Settis (eds.), The Classical Tradition, Harvard University Press, 2010
  • Silvia Ronchey, El enigma de Piero. L’ ultimo bizantino e la crociata fantasma nella rivelazione di un grande quadro, BUR, 2007
  • Sebastiano Gentile, Stéphane Toussaint, Marsilio Ficino: fuentes, textos, fortuna, actas del congreso (Florencia, 1-3 de octubre de 1999), Edizioni di storia e letteratura, 2006
  • William J. Landon, Politics, Patriotism and Language: Niccolò Machiavelli’s “Secular Patria” and the Creation of an Italian National Identity, Peter Lang International Academic Publishers, 2005
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  • Patrizia Castelli, Scientiae plenitudo: bellezza e rapimento divino nella medaglia pichiana en Mario Scalini (ed.) Pulchritudo, Amor, Voluptas. Pico della Mirandola alla corte del Magnifico, catálogo de exposición, Pagliai Polistampa, 2001.
  • Christine Raffini, Marsilio Ficino, Pietro Bembo, Baldassare Castiglione: enfoques filosóficos, estéticos y políticos en el platonismo renacentista, Peter Lang International Academic Publishers, 1998
  • Oskar Kristeller, Il pensiero e le arti nel Rinascimento, Donzelli, 1998 (traducción italiana de El pensamiento y las artes del Renacimiento, 1965)
  • James Hankins, The Myth of the Platonic Academy of Florence en Renaissance Quarterly, Vol. 44, nº 3 (otoño de 1991)
  • James Hankins, Platón en el Renacimiento italiano, Brill, 1990
  • Erwin Panofsky, Il movimento neoplatonico a Firenze en Studi di Iconologia, Einaudi, 1975 (traducción italiana de Estudios de iconología, 1962)
  • Arnaldo Torre, Storia dell’Accademia Platonica di Firenze, Carnesecchi, 1902

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