Laabadía de Santa Maria di G rottaferrata ostenta un récord singular: es elúltimo monasterio bizantino medieval que se conserva en Italia. De hecho, es famosa, escribió Giovanna Falcone, directora de la Biblioteca del Monumento Nacional de Grottaferrata, “por ser la depositaria de la tradición espiritual y cultural bizantina en Occidente, atestiguada por el ritual y el patrimonio de obras manuscritas e impresas que conserva”. El monasterio de Grottaferrata fue fundado en 1004 por dos monjes italo-griegos, Nilo di Ross ano (Rossano, 910 - Tusculum, 1004) y Bartolomeo di Rossano (Rossano, 981 - Grottaferrata, 1055), que también supervisaron las obras de construcción.
Nilo, venerado hoy como santo tanto por la Iglesia católica como por la ortodoxa, era el abad del nuevo monasterio fundado en las colinas de Tusculum, sobre los restos de una villa romana que la tradición creía el lugar de una aparición de la Virgen María, y había traído consigo una serie de textos necesarios para las liturgias, las prácticas ascéticas de los monjes y su formación espiritual. Se trataba en parte de textos copiados por los propios monjes, algunos de ellos incluso por el propio san Nilo, que era un copista muy apreciado en la época (el paleógrafo Sofronio Gassisi habló de una “escuela caligráfica niliana”: lo que es casi seguro, sin embargo, es que el scriptorium de Nilo le siguió en todos sus viajes, ya que en todos los monasterios que fundó o en los que trabajó floreció una interesante producción de libros). Precisamente la Biblioteca del Monumento Nacional de Grottaferrata conserva los tres manuscritos autógrafos de San Nilo: se trata de tres obras copiadas en torno al año 965 (la fecha está tomada de un dato de uno de los códices, el de la conquista árabe de la ciudad de Rometta, en Sicilia, que tuvo lugar ese mismo año), que contienen importantes textos de la literatura ascético-espiritual del Oriente mediterráneo.
Para comprender mejor su contenido, es necesario enmarcar la cultura de San Nilo, monje de gran erudición, cuya actividad fue siempre muy laboriosa a lo largo de su vida: conocía los escritos ascéticos de San Máximo el Confesor, San Juan Crisóstomo, las obras de Gregorio de Durazo, la Historia Lausiaca de Paladio de Galacia, la Historia Eclesiástica de Teodoreto, elApocalipsis de Simeón el Estilita, los diálogos de Gregorio Magno. El horizonte de sus intereses lo obtenemos de los escritos que fueron copiados por sus monjes o por él mismo, pero debido a la falta de información en profundidad no podemos investigar a fondo su cultura, que sin embargo podemos imaginar que abarcaba muchos campos, también porque han sobrevivido algunas de sus cartas, y también algunas de sus composiciones poéticas. Y esta cultura se reflejaba en la vida cotidiana de su comunidad monástica: Nilus enseñaba a sus monjes no sólo las disciplinas místicas, sino también a leer y escribir, por ejemplo.
Además, todos los monasterios, ya fueran orientales u occidentales, poseían desde su fundación su propia colección de libros y, casi siempre, eran ellos mismos productores de los mismos. El monasterio de Grottaferrata se inscribe en la tradición de los monasterios del Oriente bizantino y del sur de Italia y, como se ha dicho, es elúnico superviviente de los numerosos asentamientos monásticos italo-griegos que se ubicaron en el centro-sur de Italia entre los siglos X y XI, y hoy tiene la responsabilidad de representar y preservar la tradición bizantina y una parte de su propia producción de libros, junto con la de monasterios ya desaparecidos, en suelo latino. Así, ya antes de la fundación del monasterio de Grottaferrata, la comunidad organizada y dirigida por San Nilo poseía necesariamente su propio conjunto de libros, que trajo consigo cuando vino a establecerse en la zona de Tuscolano.
En cuanto a su actividad como copista, las pocas huellas que quedan están contenidas en los autógrafos de San Nilo de la Biblioteca del Monumento Nacional de Grottaferrata. Los tres códices, marcados B.α.XIX, B.α.XX y B.β.I contienen, respectivamente, los escritos ascéticos de los beatos Marcos y Diadoco, y un discurso de Basilio de Selencia (el Contra Judeos); los Discursos doctrinales de san Doroteo Abad, el sermón Comparatio regis et monachi de san Juan Crisóstomo y el De Eutaxia Teodoro Metropolitano de Durazzo (esta última obra, sin embargo, no fue transcrita por san Nilo); la Historia Lausiaca de Paladio de Galacia, obispo de Elenópolis y amigo de Juan Crisóstomo (además de discípulo de Evagrio Póntico), obra que ofrece, en forma de breves discursos, noticias y hechos sobre hombres y mujeres santos, y obra considerada como fuente de primera importancia para la historia del monacato, inspirada en la Vita Antonii de Atanasio de Alejandría, ampliamente difundida en el mundo antiguo. Podemos estar seguros de su autoría porque en B.α.XIX aparece la firma en acróstico de Nilus (que escribía en griego): las letras que componen la palabra NEΛOY constituyen el comienzo de los versos de un epigrama.
Los tres códices están escritos en pergamino. El primer códice, B.α.XIX, contiene 87 folios: salvo cuatro folios, se trata siempre de cuaterniones, es decir, grandes legajos de cuatro folios cada uno, de 25 cm de alto y 19 cm de ancho. El códice está dividido en dos columnas, casi cada una de las cuales consta de treinta y seis líneas, en un tipo de letra encuadernado, denso, compuesto y correcto. San Nilo escribe en oncial, una caligrafía típica de los monjes bizantinos de la época: se utiliza en el texto, y siempre también en las notas marginales y los títulos, o al margen. Toda la escritura se hace en negro: sin embargo, al haberse desvanecido con el tiempo en muchas páginas, se ha vuelto a poner. A veces, las letras discontinuas están salpicadas de color, sobre todo amarillo. Observamos el mismo procedimiento para los títulos: sin embargo, estos últimos, sobre todo si son anteriores a los libros, se entremezclan con ornamentos y pájaros multicolores, vermiculados y dibujados de forma variada. El B.α.XX consta de 63 hojas y tiene las mismas dimensiones y caracteres que el códice B.α.XIX. Por último, el B.β.I consta de 71 hojas, de unos 25 centímetros de alto por 18 de ancho, a doble columna, escritas diligentemente con letra gruesa y encuadernadas por el propio San Nilo.
Los manuscritos de Nilus, explica el erudito Horace Campagna, “tienen todos características propias que los distinguen de los escritos de otras escuelas caligráficas bizantinas de la misma época. Estas características consisten más bien en el uso de un sistema especial de abreviación de las palabras, diferente del que se encuentra en los manuscritos pertenecientes a las escuelas del Oriente bizantino. En éstos, en efecto, el convencionalismo que, por mucho que hoy se empiece a negar, está en la base misma de la vida y el arte bizantinos, sustituye por completo o casi por completo las letras del alfabeto por otros signos, de tal manera que da lugar en cierto sentido a una verdadera escritura taquigráfica. Por otra parte, a la manera propiamente niliana, los signos convencionales no sustituyen más de dos sílabas de una palabra, de modo que, debido a la celeridad que incluso de este modo alcanza la escritura, ésta puede denominarse taquigrafía. Si tenemos en cuenta entonces que estas características no sólo se encuentran en los manuscritos que nos han llegado de Nilo, sino que también se encuentran en toda una serie de códices similares, la mayoría de los cuales también se conservan en la Abadía de Grottaferrata, podemos afirmar, aun en contra de la opinión de algunos, que los manuscritos no sólo están escritos en el mismo estilo, sino también en el mismo estilo. afirmar, incluso en contra de la opinión de algunos de los muchos estudiosos de esta rama de la actividad del beato, que aunque Nilo no sea el inventor de la taquigrafía, es sin embargo un devoto además de un válido propagador del sistema”. De hecho, sabemos que Nilo transmitió sus conocimientos como copista a sus monjes: así lo atestigua la difusión de numerosos manuscritos, hoy conservados en diversos lugares, que muestran varios puntos de contacto con su obra.
Más que por su contenido (en su mayoría escritos ascéticos que nos son conocidos por otras fuentes) o por su decoración (se trata, en efecto, de manuscritos decorados con gran sobriedad: encontramos frisos de cintas de colores y pequeñas figuraciones decorando las letras iniciales, que adoptan formas antropomorfas o zoomorfas), los autógrafos de san Nilo son interesantes en la medida en que son testigos directos de la actividad del scriptorium del santo, y por tanto pueden ayudar también a los estudiosos a comprender la difusión de la escuela niliana, y luego en la medida en que están ligados a la historia de la abadía de Grottaferrata desde su fundación: han atravesado diez siglos de historia, pero siempre han estado ligados al lugar donde San Nilo los tomó y los dejó. Esta es también la razón por la que los autógrafos de San Nilo figuran por derecho propio entre los tesoros más preciados de las bibliotecas italianas.
La Biblioteca de la Abadía de Grottaferrata se encuentra en el renacentista Palazzo dei Commendatari, donde se conservan y pueden consultarse la colección de manuscritos, las colecciones impresas modernas y el archivo histórico. La Biblioteca antigua, situada en el interior del edificio monástico, alberga las colecciones impresas más antiguas (Incunables, Cinquecentinos y Seicentinos). El palacio fue construido entre la segunda mitad del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI por los cardenales comendadores Giuliano della Rovere y Pompeo Colonna, con una intervención del cardenal Alessandro Farnese hacia 1564, que hizo construir y pintar al fresco una elegante logia que da al jardín. La Biblioteca es conocida por los eruditos desde la época del Humanismo por la rica colección de manuscritos griegos que conserva, que datan del siglo X en adelante, con fragmentos de palimpsestos del siglo V. Se trata de escritos de los Padres de la Iglesia de Oriente, evangeliarios, oficios de santos, hagiografías, colecciones de himnos, muchos de ellos melúrgicos, es decir, con notación musical bizantina, pero también textos literarios y jurídicos.
De gran importancia para el conocimiento de la música bizantina es la presencia de 83 códices datados entre los siglos XI y XIX, total o parcialmente musicados con notación bizantina, en los que se encuentran los principales tipos de colecciones de himnos y todo tipo de notación musical. La comunidad monástica de San Nilo, plenamente partícipe de las tradiciones de la Iglesia griega, marcó desde sus orígenes el ritmo de su jornada con la oración y el canto. Los fundadores Nilus y Bartolomé compusieron himnos y, tras ellos, el monasterio fue un importante centro de producción de himnos. También hay 60 códices palimpsestos escritos en los siglos XIII-XIV sobre pergamino que contienen textos más antiguos que datan también de los siglos V y VII (fragmentos de la Geografía de Estrabón y la Cronología de Juan Malala). Muchos códices de palimpsestos están muy oscurecidos porque fueron tratados con tintura de galanga por el cardenal Angelo Mai, conocido erudito y filólogo que utilizó reactivos químicos a base de taninos para descubrir los textos inferiores de los palimpsestos en la primera mitad del siglo XIX. En los años 1998-1999, los palimpsestos de Grottaferrata fueron objeto de un importante experimento de reproducción de lectura digital, cuyo sorprendente resultado fue la “restauración virtual” de signos gráficos que ya no eran visibles con los instrumentos de lectura tradicionales, gracias a las más modernas herramientas informáticas utilizadas con la ayuda de expertos paleógrafos. Esta actividad dio testimonio de que incluso una biblioteca muy antigua como la Biblioteca de la Abadía de Grottaferrata es un instituto capaz de mantenerse al día incluso en el uso de las tecnologías más modernas para conservar y transmitir a las generaciones futuras las preciosas memorias escritas del pasado.
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