Las fuentes de Campari: cuando la escultura se prestó a la publicidad


A partir de 1931, Campari tuvo una excéntrica idea para publicitarse: colocar fuentes de estilo Art Déco (de las que, por supuesto, salía agua, no Campari) en algunos complejos turísticos. El proyecto se confió al escultor Giuseppe Gronchi: hoy sólo quedan tres.

¿Un Campari? Cuántas personas habrán oído esta frase en los más de 160 años de historia de Campari, la empresa fundada por Gaspare Campari (Cassolnovo, 1828 - Milán, 1882) que en 1860 creó en Novara la bebida mundialmente conocida y utilizada en innumerables cócteles. Un apellido que desde entonces se utiliza comúnmente para identificar el aperitivo. Una empresa que a lo largo de los años ha sabido captar el poder de la comunicación en elarte tomando decisiones, desde el diseño de la botella de Fortunato Depero hasta anuncios muy innovadores, que siempre han marcado tendencia. La botella de Campari Soda, el aperitivo monodosis creado en 1932, por ejemplo, lleva el inimitable diseño futurista de Depero, pero igual de singular es una historia quizás menos conocida: la decisión de crear una serie de fuentes de travertino en los años treinta, confiando el proyecto a un escultor de renombre. Se trataba de fuentes de las que manaría agua (¡por supuesto!), pero debían ser artísticamente apreciables y llevar el nombre de la casa del famoso amargado.

El proyecto se confió al escultor florentino Giuseppe Gronchi (Florencia, 1882 - 1944), que las realizó en estilo decó, de acuerdo con los cánones estéticos de la época, con bajorrelieves de diversos elementos alegóricos enmarcados entre dos columnas coronadas por dos cabezas: una masculina y otra femenina. Los grifos que brotan vierten agua en una pila. La erudita Cristina Sirigatti, en su entrada del Diccionario Biográfico de Italianos de la Enciclopedia Treccani dedicada a Gronchi, afirma que fue un escultor ecléctico y que “al tiempo que revela una inclinación constante por las elegantes figuras décfiguras, parece dispuesto a combinarlas, de vez en cuando, con sugerencias iconográficas aún ligadas al simbolismo, o con ecos de la vigorosa escultura arcaizante de Antoine Bourdelle, o con la interpretación de la antigüedad de Angelo Zanelli en el altar de la Patria en Roma, o, por último, con el modelado claro y relajado, e incluso con ciertas invenciones iconográficas, de Antonio Maraini, a quien Gronchi conoció en la obra del teatro de Saboya”.



Estas son las características que Gronchi vertió en las Fuentes de Campari. Desgraciadamente, de las doce atestiguadas históricamente y localizadas entre 1931 y 1937 en Toscana y Lombardía, hoy sólo quedan tres: una en Brunate, en la provincia de Como, otra en Chiusi della Verna y otra en el municipio de Pistoia, en Le Piastre (las otras estaban en Abetone, Barberino Val d’Elsa, Bormio, Cortona, Firenzuola, Montepiano, San Gimignano, Santa Lucia y Taviano). Todas son zonas de colinas y montañas de las que mana agua fresca de manantial. Según Sirigatti, las Fuentes recuerdan estilísticamente a la Secesión vienesa, sobre todo “en las dos grandes cabezas que coronan el espejo de hormigón; pero los putti musicanti sobre la pila, reproducen, en estilo e invención, los de los relieves decorativos realizados por el artista, unos diez años más tarde, para el teatro de Saboya”.

La fuente de Brunate. Foto de Riccardo Ortelli
La fuente Brunate. Foto de Riccardo Ortelli
La fuente del Piastre. Foto de Teo Pollastrini
Fuente del Piastre. Foto de Teo Pollastrini
La fuente del Piastre. Foto de Francesco Bini
Fuente del Piastre. Foto de Francesco Bini
La fuente de Chiusi della Verna tras su restauración
La fuente de Chiusi della Verna tras su restauración

La primera fuente que se instaló, como proyecto piloto el 1 de noviembre de 1931 para publicitar la empresa que entretanto había pasado de Gaspare a su hijo Davide Campari (Milán, 1867 - Sanremo, 1936), fue la de Chiusi della Verna: A lo largo de los años se la ha definido como una especie de cartel publicitario tridimensional, pero también como uno de los primeros casos de la historia del marketing territorial, así como una obra que cumplía dos funciones esenciales de la colectividad, a saber, difundir el arte en el territorio y garantizar a la población de esta zona montañosa de la Toscana un servicio de utilidad pública. La fuente de Chiusi fue, además, restaurada en 2018, mientras que la de Pistoia sufrió una importante restauración en 2022 gracias a los recursos puestos a su disposición por Publiacqua, la compañía de aguas toscana. "Es sin duda la más fiel en este momento -afirma Lorenzo Perra, presidente de Publiacqua- y mantiene todo el valor histórico y arquitectónico de la obra original. Ahora podemos observarla un poco como era, pero tenemos intención de introducir nuevas mejoras, como cuidar la iluminación. Es importante recordar que estamos haciendo esto a través de la herramienta de Bonificación Artística, por lo que estamos utilizando un beneficio fiscal para restaurar artefactos históricos relacionados con el agua que están presentes en nuestro territorio".

“El trabajo consistió en limpiar el artefacto en un 70%”, explicó Michele Rotella, que llevó a cabo la restauración junto con Simone Antonetti. “Tres niveles de limpieza manual y prevención de ataques de microorganismos. Después se llevó a cabo una restauración conservadora, con acción mecánica, para intervenir en las partes que faltaban sin interferir demasiado en la lectura original de la obra”. Nos encontramos, pues, ante un ejemplo de arte prestado a la publicidad para darle la máxima realización explotando el efecto de utilidad pública, como es el agua, bien primario por excelencia.


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