La Tavola Lucana: ¿estamos seguros de que es un cuadro "de Leonardo da Vinci"?


Una breve mirada a la llamada Tavola Lucana, atribuida por algunos a Leonardo da Vinci: lo que realmente sabemos, lo que deberíamos saber.

Tavola Lucana","Tavola di Acerenza","Retrato de Acerenza": diferentes nombres para una tabla de modesta calidad encontrada en 2008 y desde entonces asociada insistente y repetidamente al nombre de Leonardo da Vinci (Vinci, 1452 - Amboise, 1519), de quien algunos dicen que es su autor. ¿Qué sabemos de este panel? ¿Cómo se encontró? Y sobre todo: ¿es realmente obra de Leonardo, o al menos atribuible a su genio?

Tavola Lucana
Artista desconocido, Retrato de Leonardo da Vinci conocido como Tavola Lucana, detalle (varias fechas; témpera grassa sobre tabla, 59,6 x 43,9 cm; Colección particular)

El cuadro saltó a los titulares en 2008, cuando un historiador, Nicola Barbatelli, director del Museo delle Antiche Genti di Lucania en Vaglio Basilicata (Potenza), descubrió la tabla en Salerno, en una colección privada perteneciente a una familia originaria de Acerenza (de ahí algunos de los nombres utilizados para referirse a la obra): se dice que la obra se trasladó de la localidad lucana a Campania en la década de 1950. Queda la duda de cómo llegó a Basilicata: según la reconstrucción de Barbatelli, el cuadro habría pertenecido a la familia toscana Segni y la habría seguido cuando parte de la familia se trasladó a Acerenza. Ciertamente: sabemos por las fuentes que Leonardo da Vinci tuvo relaciones con un miembro de la familia, Antonio, del que era íntimo amigo, pero también es cierto que no existe ningún apoyo documental para la hipótesis (ciertamente bastante fantasiosa) formulada por Barbatelli. Tampoco, y menos aún, hay documentos que atestigüen un posible viaje del propio Leonardo da Vinci a Lucania: muy difícil, por tanto, pensar en la presencia del artista en Basilicata.

Se ha sugerido que la obra podría representar a Leonardo basándose en una comparación con un cuadro totalmente similar de la Galería de los Uffizi (número de inventario 1717), que en su día se pensó que era un autorretrato: en realidad se trata de una obra de finales del siglo XVII, ya que un estudio radiográfico realizado en 1939 demostró que el cuadro estaba realizado sobre un panel del siglo XVII. Barbatelli, en particular, sostenía que el cuadro de Lucania era el original en el que se habría inspirado el autor del retrato de los Uffizi: se trata de otra hipótesis fascinante, pero que no está respaldada por ningún documento. Así pues, hemos querido confirmar la validez de la atribución de Leonardo mediante un análisis científico. Así pues, se llevaron a cabo diversas investigaciones sobre la obra, empezando por la datación por carbono 14, que permitió datar el panel de álamo sobre el que se realizó la pintura en un periodo comprendido entre 1459 y 1523: un dato interesante que podría abrir algunas posibilidades más, pero en cualquier caso lejos de ser decisivo (el examen del carbono 14 no puede establecer si el panel se utilizó posteriormente, ni, por supuesto, puede aportar indicaciones sobre el autor). Lo mismo cabe decir del análisis de los pigmentos por espectroscopia de rayos X, que reveló, en ciertas zonas que no habían sufrido reintegración posterior, compatibilidad con una datación de la edad de Leonardo. Además, el cuadro fue sometido a una investigación grafológica: en el reverso hay una inscripción, “Pinxit mea” (“Yo lo he pintado”), escrita con letra de espejo (como solía hacer Leonardo da Vinci). La grafóloga que examinó la inscripción, Silvana Iuliano, la atribuyó a Leonardo, comparándola con los escritos conocidos del genio de Vinci. Sin embargo, no se sabe si la inscripción fue escrita en otra ocasión y, al estar en el reverso del cuadro, no se puede descartar que fuera escrita por una mano distinta de la que pintó el cuadro, y tal vez incluso en un momento diferente de la historia. Por último, en una investigación conjunta de la Universidad de Chieti y del Departamento Científico de los Carabinieri se encontró una huella dactilar que resultó ser compatible con una huella que aparece en la Dama de Armiño: ocioso recordar que “compatibilidad” no es sinónimo de “certeza”.

Lo que sí podemos afirmar con certeza es que ninguno de los especialistas en Leonardo se ha pronunciado inequívocamente a favor de la atribución de Leonardo, que en cambio ha sido formulada y aceptada por estudiosos de otros ámbitos (por ejemplo, por Peter Hohenstatt, especialista en museografía que tiene en su haber varias publicaciones, en su mayoría de carácter divulgativo sobre Leonardo: según él, la tabla es "la primera realización experimental de la visión binocular, que luego alcanzó un nuevo hito con la Gioconda, con la que Leonardo introdujo la innovación ulterior del sfumato"). Por otra parte, conviene subrayar que no existe ninguna publicación erudita de especialistas en Leonardo que proponga la inclusión sin más del cuadro de Lucan en el catálogo de Leonardo.

¿Quién es, pues, el autor de la llamada Tavola Lucana? No podemos establecerlo con certeza. Lo que es seguro es que se trata de un cuadro cuya calidad difiere claramente de la de las obras de Leonardo, con las que no es ni remotamente comparable. Está bastante claro que se trata de un retrato estereotipado, un cuadro que nada tiene que ver con la profundidad, la habilidad técnica y el magnetismo de las obras de Leonardo. Tampoco hay que esperar que el cuadro de Acerenza entre de forma estable y duradera en el debate científico: podemos imaginar simplemente que ni siquiera será tomado en consideración, a diferencia de lo que ocurrió, por ejemplo, con el llamado Cristo Gallino atribuido a Miguel Ángel. Y ello por una razón muy sencilla: utilizando una eficaz expresión de Tomaso Montanari, si confundir el Gallino Cristo con un Miguel Ángel era como confundir un león con un gato, confundir el panel de Acerenza con un autorretrato de Leonardo equivale a tomar una bicicleta por un portaaviones.


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