Aljoscha (1974), nacido Oleksii Potupin en Ucrania, es un artista visual conocido por sus instalaciones conceptuales a gran escala que exploran conceptos relacionados con la biología, la teoría de la vida y el bioísmo, que representa un ideal utópico para la creación de nuevas formas de vida. A través de dibujos, esculturas e instalaciones, Aljoscha aborda no sólo las grandes cuestiones filosóficas y científicas relativas a la vida, sino también la idea de modelos alternativos para su existencia. Su arte, como un gran espejo, actúa como reflejo de las complejas facetas de la condición humana, en todos sus aspectos, y justo cuando el panorama mundial se tambalea hacia la inestabilidad, su creatividad emerge como un faro de esperanza.
En esta época turbulenta en la que la política y el arte se entrelazan como nunca antes, no es la primera vez que el arte de Aljoscha abraza esta conexión con un fervor sin parangón. De hecho, un día antes del comienzo de lainvasión rusa de Ucrania, el artista permaneció desnudo a la sombra del imponente monumento nacional de Kiev: contra el telón de fondo de la estatua, sostenía dos formas rosas que había creado días antes y que representaban otra encarnación de sus “bios”, esculturas que simbolizaban nuevas manifestaciones de la vida.
Pero este compromiso suyo no se detuvo: ante los horrores que está manifestando la guerra entre Rusia y Ucrania, en octubre de 2023 Aljoscha, junto con el artista ruso Ilya Fedotov-Fedorov, concibió, realizó y puso a disposición del público Blooming Skin on Brain Paradise, una instalación fruto de una colaboración cargada de significado, fuerza expresiva y valor comunicativo. Realizada en vidrio acrílico PETG y compuesta por unas sesenta bioesculturas compuestas, casi ingrávidas, autosuficientes y abiertas, la obra es fruto del pensamiento y la experiencia de los dos artistas: es conexión, libertad y manifestación de ideales compartidos, así como de la subjetividad y sensibilidad de ambos. Un elogio a la capacidad del arte para manifestarse como un campo dinámico para el pensamiento libre, un terreno fértil para inspirar reflexiones y perspectivas alternativas.
La obra se manifiesta como una criatura desconocida que parece mantenerse a flote por un impulso interior: las esculturas individuales, como seres, poseen su propio carácter y diversidad, y su autoorganización y complejidad centradas en los demás, como en una entidad social viva, conducen a la cohesión. Una comunidad compuesta por individuos singulares unidos entre sí, evolucionando y situándose en una relación transformadora con su entorno.
El ser humano a menudo se ve impulsado a la agresión, por muy irracionales y descabelladas que sean sus creencias. A raíz de esta consideración, y en marcado contraste con la inhumanidad y las complejidades de la realidad actual generadas por la guerra en curso, toda la obra puede percibirse como una revelación de la coexistencia pacífica. Sin embargo, no sería correcto limitarla a una cuestión de guerra y paz, ya que la obra pretende encarnar un camino paralelo preciso que condena el desastre político en curso, a través de la manifestación del absoluto individual de los artistas.
La instalación consta de dos aspectos importantes: la manifestación del humanismo y la diversidad y la comprensión de la complejidad de la vida. La obra sinérgica de los artistas ucranianos y rusos puede describirse como una utopía, ya que es fuerte el deseo de encontrar caminos de paz, bondad e hipertimia a través de la creación de prototipos desconocidos e invisibles de la vida orgánica futura. De hecho, el artista cree que “los humanos, como organismos hipersociales, parecen condenados a la eterna insatisfacción y búsqueda. [...] En contraste con la guerra y la crueldad actuales entre nuestros países, creo firmemente en la posibilidad de una coexistencia pacífica y creativa y en un entendimiento basado en los conocimientos científicos sobre los mundos desconocidos de nuestra genética y biología, sus contextos ocultos y las posibilidades bioéticas de mejorar nuestro mundo”.
Si, en 1912, Filippo Tommaso Marinetti, en su Manifiesto del Futurismo, afirmaba que quería glorificar la guerra, considerada “la única higiene del mundo”, promoviendo un cambio social radical, una visión diferente de la vida, que más tarde desembocó en dos guerras mundiales, Blooming Sking of B rain Paradise se erige en cambio como unauna obra de arte que no sucumbe a los horrores de la guerra, sino que incluye y concede espacio a la complejidad de nuestros mundos, ofreciéndose al público como la revelación de una paz posible que trasciende todas las barreras, incluso las más trágicas, y se enraíza en la poética del pensamiento libre. Un ejemplo perfecto del intento del artista de crear una nueva estética para el futuro de la vida orgánica: crear objetos de arte que expresen las posibilidades visuales de la biología sintética y la bioética.
“El hombre”, afirma Aljoscha, “con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los depredadores más peligrosos, convirtiéndose en una amenaza sobre todo para sí mismo, y todas las formas biológicas en nuestra ética predominantemente ultrasocial y pseudoantropocéntrica se consideran nada más que recursos. [...] Tenemos que cambiar nuestra actitud hacia la biología, la vida y los ideales sociales y prácticamente sufrir una metamorfosis nosotros mismos. Espero que de ser un depredador social maníaco podamos transformarnos en una nueva especie, libre de sufrimiento, miedo, agresividad e intolerancia a lo desconocido”.
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.