La obra de Hito Steyerl (Múnich, 1966) es un eficaz compendio de reflexiones y representaciones sobre uno de los macrotemas más debatidos en la actualidad: el universo virtual, todo lo que está influido por él y todo aquello a lo que está vinculado. Cuál es nuestra relación con la tecnología, qué impacto tiene en nuestras vidas, qué conexiones tiene con el poder político, con la economía, con el arte, con la institución museística. Cuestiones totalmente abiertas, investigadas de forma especialmente significativa por Steyerl que, no por casualidad, está incluida de forma permanente desde 2013 en el ranking anual de ArtReview de las 100 personas más influyentes del mundo del arte contemporáneo. Desde 2017, cuando se la situó en el escalón más alto del podio, hasta hoy, la artista aparece siempre entre los veinte primeros.
La contribución de su obra a la reflexión y el debate contemporáneos sobre estas cuestiones es tanto más interesante cuanto que las formas que adopta su investigación varían de un tiempo a esta parte, lo que da mayor plenitud a su discurso. Esta pluralidad de enfoques se debe principalmente a la formación de Steyerl en Alemania, Japón y Austria. De sus estudios de dirección cinematográfica a su doctorado en filosofía, el artista extrae, en continuidad con el pensamiento filosófico de la Escuela de Frankfurt, la idea de la investigación artística como actividad crítica y política en relación con los aspectos paradójicos de nuestro tiempo. Para responder plenamente a esta misión, su práctica trasciende las fronteras de las artes visuales y los medios que le son más quer idos (fotografía, vídeo, instalaciones inmersivas) y se orienta también hacia el ensayo crítico, los estudios en profundidad y la docencia universitaria de la disciplina New Media Art en la Universidad de las Artes de Berlín. También en la universidad, Steyerl es una de las fundadoras del Research Center for Proxy Politics, que entre 2014 y 2017 se propuso explorar la naturaleza de las redes mediáticas y sus actores, desde los humanos hasta las inteligencias artificiales, y las implicaciones políticas y económicas de las redes digitales.
La artista ya ha alcanzado importantes escenarios internacionales, participando en la III Bienal de Berlín (2004), Manifesta V (2004), Documenta XII (2007), la Bienal de Shanghái (2008) y formando parte del Pabellón Alemán en la Bienal de Venecia (2015). Allí había presentado Factory of the Sun (2015), una videoinstalación y al mismo tiempo un espacio inmersivo, directamente inspirado en el universo de ciencia ficción de Tron, una película de culto de los años ochenta que exploró por primera vez los temas de la realidad virtual. Los motivos de inspiración de la obra se encuentran directamente, según la propia Steyerl, en un pasaje de A Cyborg Manifesto (1985) de la filósofa Donna Haraway: “nuestras mejores máquinas están hechas de luz solar, son ligeras y precisas porque no son más que señales, ondas electromagnéticas, secciones de un espectro”. A partir de este pasaje, la obra, que es el resultado de un montaje de diferentes materiales (clips de danza, vídeos de vigilancia, videojuegos, noticiarios), cuenta la historia surrealista de un grupo de trabajadores obligados a moverse y bailar en un estudio de captura de movimiento para producir luz solar artificial. Esta interacción entre el mundo analógico y el virtual es también el tema de la primera gran retrospectiva internacional, Hito Steyerl. Sobreviviré. Espacios físicos y virtuales, dedicada a la artista entre 2020 y 2021 en Alemania y Francia. Ya desde el título de la exposición es posible captar algunas de las características internas del pensamiento de la artista: la referencia constante al repertorio de imágenes, películas y canciones (en este caso la conocida letra homónima cantada por Gloria Gaynor) que han marcado el imaginario colectivo; una mirada siempre centrada en la actualidad (el deseo de sobrevivir a la pandemia actual, por ejemplo, pero también el deseo de asignar nuevos significados y funciones al arte y a los museos en situaciones de emergencia) en una perspectiva de resistencia y resiliencia. El subtítulo de la exposición, “Espacios físicos y virtuales”, constituye pues el marco de referencia de toda la obra de Steyerl, destinada a poner de relieve las interconexiones entre ambos espacios, hoy parte integrante de la realidad y habitados indistintamente por personas de todo el mundo.
La obra central de la exposición, organizada entre la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf y el Centro Pompidou de París, es probablemente SocialSim (2020). El título de la obra, que se acompaña de dos apps de realidad virtual, alude al simulador social, es decir, a la herramienta utilizada por las ciencias sociales para anticipar y estudiar el comportamiento y los cambios en sociedades complejas a partir del uso de determinadas tecnologías y modelos computacionales, ya empleada por Steyerl en una fascinante instalación titulada This is the Future (2019). El vídeo se centra en el crecimiento exponencial de la presencia obsesiva de los medios digitales en nuestras vidas, la relación con las redes sociales, pero también el papel de los museos en un futuro próximo. Hay alusiones explícitas a la pandemia global, a las manifestaciones sin máscara y a las teorías de la conspiración, a la violencia policial en determinados casos, aportando datos y estadísticas. También en Hell yeah we fuck die (2016), el artista recurre a algoritmos para encontrar las palabras más utilizadas en títulos de canciones en inglés durante la última década. Estas palabras (hell, yeah, we, fuck, die), que demuestran una ansiedad generalizada y extendida en la sociedad, componen la instalación de Steyerl como monolitos luminosos. La obra también incluye algunos vídeos sincronizados, recuperados de fuentes en línea, que muestran interacciones entre humanos y robots. La atención se centra en las pruebas de calidad y resistencia realizadas a los robots. A este aspecto también se refiere La ciudad de las ventanas rotas (2018), una doble videoinstalación que muestra, por un lado, el proceso necesario para la formación de inteligencias artificiales y, por otro, la regeneración urbana que parte de iniciativas colectivas. En la primera pantalla, ingenieros de sonido rompen repetidamente cristales para educar a las inteligencias artificiales (IA) que se emplearán para la vigilancia. En la segunda, algunos ciudadanos intervienen creativamente para restaurar locales abandonados, sustituyendo las ventanas dañadas por tablas de madera pintadas. Una comparación, pues, entre la acción humana, constructiva, animada por el espíritu cívico, y la acción destructiva necesaria para la educación de los robots automatizados dedicados a la vigilancia.
Precisamente contra las formas de control a las que nos somete, consciente o inconscientemente, la tecnología, Steyerl responde, con la ironía que suele impregnar su obra, con How Not to Be Seen: A Fucking Didactic Educational .MOV File (2013), cuyo atrezzo se convierte en escultura en Deresolution Tools (2014). El artista establece, también tomando prestado el lenguaje popular en las redes sociales, una lección de vídeo en cinco partes para compartir con sus potenciales alumnos técnicas para escapar de las cámaras de vigilancia. Tras la atmósfera paródica, el artista denuncia el problema de la privacidad en una era dominada por las imágenes y, en otras obras, contrasta esta imposibilidad de eludir el control con la paradójica desaparición de contenidos visuales y de otro tipo. Zero probability (2012), estilísticamente similar al tutorial que acabamos de mencionar, muestra cómo la condición de “probabilidad cero”, es decir, la de volverse invisible y desaparecer en un mundo sobreexpuesto, está de hecho muy presente en nuestro tiempo y se debe, en algunos casos, a la simple pero obtusa acción de un algoritmo.
En el breve repaso a la obra de Steyerl, calificada como “una de las autoras e intelectuales con más visión de futuro” por Carolyn Christov-Bakargiev, directora del Castello di Rivoli, que presentó La ciudad de las ventanas rotas en 2018, aún no se ha mencionado su producción de no ficción. Sin embargo, merece la pena mencionar al menos algunos títulos que, como también informa Christov-Bakargiev, han contribuido a proponer “una contranarrativa escéptica frente a la entusiasta comunicación orientada al progreso típica de la era digital” (Carolyn Christov-Bakargiev, Forgetting the Violence of Their Gestures. Ventanas, pantallas y actos pictóricos en un tiempo inquieto, 2018). Dos de los textos ejemplares son En defensa de la imagen pobre (2009) y Duty free art (2017). En el primero, el artista defiende el potencial democrático, subversivo y creativo de las imágenes generadas por los usuarios generales de cámaras, teléfonos móviles y ordenadores. En el segundo, ensalzaun arte que es una práctica insurreccional libre y autónoma y no una moneda de cambio, en la era de la guerra civil planar, al servicio de una estrecha oligarquía. Tampoco quedan excluidos de esta compleja y articulada reflexión el papel social del arte, las instituciones museísticas y el propio artista. En este caso, Steyerl no es sólo una atenta observadora del presente sino, a través de su actividad, una poderosa voz dentro del mundo del arte capaz de poner de relieve cuestiones problemáticas, perspectivas diferentes y salidas para la supervivencia de la vida en la Tierra, más allá de la realidad digital.
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