Grabado, fotografía, pintura. Las herramientas de Carlo Gajani


Una carrera de cuarenta años que ha abarcado la experimentación informal, pop y neodivisionalista. Así se resume el arte de Carlo Gajani, importante pintor, fotógrafo y grabador. En este artículo, un perfil de Carlo Gajani realizado por Renato Barilli, como anticipo de la exposición antológica sobre Gajani que se inaugura en Bolonia el 8 de octubre.

No conozco a ningún pariente que, más que Angela Zanotti, viuda de Carlo Gajani, haya permanecido más apegado y devoto a la memoria de su pariente, llegando incluso a mudarse de un rico piso en el centro de Bolonia para convertirlo en sede de una fundación dedicada al sagrado nombre de su marido. Otras viudas, e incluso hijos, se han apresurado a deshacerse de las obras de su artista, o han intentado obtener algún beneficio, incluso pecuniario. Tanta devoción induce a nuestra Angela a no dejar de conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Carlo con una exposición resumen de su obra, acogida en los hermosos locales del Liceo Arcangeli, antiguo Instituto de Arte, del que surgieron tantos artistas boloñeses de talento. También yo, por mi parte, nunca he dejado de dar testimonio de la profunda estima y amistad que me unían a Carlo, por lo que en esta ocasión me resulta fácil resumir las numerosas intervenciones anteriores. Recordando, para empezar, aquella profesión médica que no dejó de imprimir en Carlo algunas huellas, envueltas en un proceso que podríamos decir de amor-odio, tanto como para inducirle a descartarla, salvo para aprovecharla para obtener una plaza de profesor de anatomía en la Accademia di Belle Arti de Bolonia.

Pero al principio, Carlo había cultivado cierta confianza en los instrumentos de su oficio, hasta el punto de verse impulsado a bucear en nuestro aparato físico, glandular e intestinal más secreto. Esto tuvo lugar en una hermosa serie de grabados en los que nuestro artista, como si se hubiera embarcado en un submarino miniaturizado, llevó a cabo investigaciones en nuestros secretos corporales, pero pronto resurgió, y abrazó el mito de Narciso reflejándose en la fuente, dado, en nuestros tiempos, por la fotografía, instrumento que permitía al artista cultivar ciertos aspectos contrastados, sin duda el narcisismo, investigando a fondo sus propios rasgos, pero inmediatamente unidos por la llamada del eros. En efecto, el desnudo femenino aparecía, apretado, dilatado en aquel espejo fiel.



Carlo Gajani, Autorretrato (1965-1966; acrílico y temple sobre lienzo, 80 x 80 cm)
Carlo Gajani, Autorretrato (1965-1966; acrílico y temple sobre lienzo, 80 x 80 cm)


Carlo Gajani, Sin título (1969; acrílico sobre lienzo, 280 x 180 cm)
Carlo Gajani, Sin título (1969; acrílico sobre lienzo, 280 x 180 cm)


Carlo Gajani, ¿Nos estás mirando?
Carlo Gajani, ¿Nosestás mirando?


Carlo Gajani, La pareja Smit (1965; acrílico y temple sobre lienzo, 150 x 140 cm)
Carlo Gajani, La pareja Smit (1965; acrílico y temple sobre lienzo, 150 x 140 cm)

Quizá pueda hablarse también de la fatal pareja eros-thanatos, en la medida en que las imágenes femeninas, o los propios rostros del artista, estaban fuertemente delimitados por fondos oscuros, contra los que, sin embargo, contrastaban destellos de brillante cromatismo, marcados por los colores del espectro cromolitográfico. Por supuesto, es necesario recordar, para procedimientos similares, la poderosa influencia de un ídolo lejano y presente al mismo tiempo, Andy Warhol, lo que nos lleva también a hablar de Pop Art, un fenómeno que no ha tenido mucha hospitalidad aquí en Bolonia, salvo en los casos de Concetto Pozzati, empeñado, en la memoria de un talento heredado de su padre y de su tío, en recopilar agresivas siglas publicitarias; o de Piero Manai, que en sus comienzos nos ofreció un panorama de herramientas precisas, afiladas, casi lacerantes.

Carlo combinó brillantemente el uso de la herramienta fotográfica con unas tijeras ágiles, afiladas e ingeniosas. Del remanente fotográfico recortaba colgajos, zonas, trazos superficiales, como si fueran ingeniosas y enigmáticas sombras chinescas. Estos grandes colgajos extraídos de cuerpos vivos, y apilados casi como en una mesa de sastre industrial, eran luego reensamblados, encajados unos en otros, y confiados a un juego alternante entre zonas de sombra, negros cuervos y, en cambio, repentinos estallidos de luz. Tal técnica ha permitido a Gajani ofrecernos una extraordinaria galería de personajes célebres que han dominado la vida cultural boloñesa desde los años setenta, tanto si venían de fuera, como Arbasino, Moravia, Pasolini, como si estaban bien asentados en nuestra escena doméstica, caso de Zangheri, o Bartoli, o Bonfiglioli.

Artistas, críticos, escritores, galeristas entraron en este panteón, redactados en grandes formatos, casi como si pudieran colgarse como murales, como epígrafes solemnes en los que lo cotidiano se mezclaba bien con lo monumental. Pero probablemente el paso más audaz lo dio poco después Carlo, no sin provocar vergüenza y desconcierto, incluso entre el pequeño grupo de sus partidarios, empezando por mí mismo. En efecto, en un momento dado le vimos renunciar a su amplia disposición de retratos y otras imágenes, en una ocupación confiada de la superficie, volcándose en cambio en la fragmentación de las intervenciones, casi recuperando una técnica que por entonces podía parecer enteramente relegada a la historia, como el Divisionismo de Seurat y sus compañeros. Sin embargo, en retrospectiva, nos damos cuenta de cuánta inteligencia, cuánta previsión había en ese movimiento suyo. Había comprendido que la era de la fotografía hecha con ayuda de la química, “imprimiendo” vastas extensiones de superficie, llegaba a su fin, la palabra pasaba precisamente a las unidades mínimas creadas por los impulsos electrónicos, por los “píxeles”, por esa textura enrarecida, discontinua, pero densa, paroxística, a la que ahora se confían casi por completo nuestras imágenes.

Carlo Gajani, Angela Gajani (1987; acrílico y temple sobre lienzo, 100 x 80 cm)
Carlo Gajani, Angela Gajani (1987; acrílico y temple sobre lienzo, 100 x 80 cm)


Carlo Gajani, Franco Bartoli (1966; acrílico y temple sobre lienzo, 100 x 80 cm)
Carlo Gajani, Franco Bartoli (1966; acrílico y temple sobre lienzo, 100 x 80 cm)


Carlo Gajani, Giancarlo Cavalli (1967; acrílico y temple sobre lienzo, 100 x 100 cm)
Carlo Gajani, Giancarlo Cavalli (1967; acrílico y temple sobre lienzo, 100 x 100 cm)

Al fin y al cabo, Carlo era muy consciente de que en aquel renacimiento de una técnica ahora confiada a la historia iba ligado un recurso al pasado; de hecho, aquella nueva estrategia de toques enrarecidos, casi impalpables, le sirvió para bajar del desván de la memoria muchos recuerdos y secretos familiares, empezando por los propios juguetes de su infancia. Sin embargo, no se trataba de un divorcio definitivo de la buena y normal técnica fotográfica; Carlo ha retomado algunos de los valiosos equipos de aquella familia, y de hecho se ha entregado, en las últimas etapas de su carrera, a un ejercicio casi exclusivo de este tipo. Tuvimos la fase dedicada a Nueva York, vista por él como prisionera en un Castillo de Armida a lo Ariosto, en un laberinto de espejos y reflejos, sin saber dónde encontrar la salida.

Pero finalmente la encontró de nuevo, y sintió una profunda necesidad de regresar a su tierra natal, en algunas de las series que caracterizaron sus últimos años de actividad, y fue también un regreso a la primera época, dedicada al grabado. De hecho, el enfoque fotográfico, cuando se dirigía a las colinas, masías y llanuras de nuestra tierra, entre la Bassa y los Apeninos, se realizaba, por utilizar un término de grabado, como aplicando una profunda morterada, que escarbaba, devolvía el ímpetu y la originalidad a una reflexión que, de otro modo, podría haber parecido demasiado conformista y habitual. En cambio, en su caso pretendía ser una nueva embestida, para buscar por última vez su propia imagen en las grietas de los caseríos, o en el fluir de las aguas, o en las praderas azotadas por los vientos.

Del 8 de octubre al 6 de noviembre de 2020, Carlo Gajani (Bazzano, 1929 - Zocca, 2009) es el protagonista de la exposición Carlo Gajani (1929 - 2009), comisariada por Renato Barilli, que tendrá lugar en Bolonia, en el Centro Studi Didattica delle Arti de via Cartoleria 9. La exposición recorre toda la carrera de Gajani a través de una amplia selección de obras que abarcan más de cuarenta años. Abierta de jueves a domingo de 11.00 a 19.00 horas, entrada gratuita. Para más información, visite el sitio web de la Fundación Carlo Gajani.


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