Un artista que supo traducir en formas escultóricas la esencia de la vida rural del valle del Po, dando forma a la materia para dar voz a las historias de un pueblo, a sus visiones, a sus emociones: así podríamos definir a Giuseppe Gorni (Quistello, 1894 - Domodossola, 1975), un escultor cuya obra está profundamente arraigada en el territorio mantuano y que hoy encuentra nueva vida en el Museo Diffuso de Quistello, el lugar que conserva la memoria de su obra.
No sólo escultor (aunque se le conozca principalmente como tal), sino también pintor y grabador, Gorni ha dejado una huella significativa en el territorio mantuano tanto por la calidad de sus obras como por su dedicación a contar la historia de las tradiciones y de la vida en el campo. Su propia vida está marcada por un profundo vínculo con la tierra y la pasión por el arte.
Gorni nació el 27 de marzo de 1894 en la aldea de Santa Lucia di Quistello, en la provincia de Mantua. Su formación artística comenzó en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, tras lo cual Gorni obtuvo el título de profesor de secundaria. Tras las dramáticas experiencias de la Primera Guerra Mundial, durante la cual estuvo prisionero en el campo de Hajmasker, en Hungría (fue capturado en la meseta de Asiago, donde combatió), Gorni regresó a Quistello para dedicarse al arte y a la enseñanza. Su carrera estuvo marcada por el compromiso social y la firme oposición al régimen fascista, que le obligó a dimitir como director de las Escuelas Técnicas de Quistello que fundó tras la Primera Guerra Mundial.
En los años siguientes, Gorni se implicó a fondo en la vida cultural y artística de su patria: sólo se vio interrumpido, una vez más, por los acontecimientos bélicos (de hecho, fue llamado a filas el 24 de mayo de 1940, combatió en Francia y Rusia entre 1941 y 1943, y finalmente fue internado en un campo militar en Suiza). Hasta 1945 no pudo reanudar su actividad docente, primero en Quistello y luego en Mantua. Gorni se dedicó a una producción artística que se tradujo en un intenso estudio de las tradiciones rurales, participando activamente en la recuperación y valorización de las historias locales. Su carrera artística se desarrolló significativamente en los años sesenta y setenta, con su regreso a Nuvolato di Quistello (en los años cincuenta vivió en Cinisello Balsamo, en el interior de Milán, donde trabajó como jefe de la oficina técnica del Ayuntamiento), donde pudo dedicarse por completo a la escultura, el dibujo y el grabado. Su arte, arraigado en la memoria colectiva y la vida rural, fue adquiriendo un reconocimiento cada vez mayor, que culminó con su primera exposición en Milán en 1965 y, posteriormente, con exposiciones que dieron a conocer su obra.
El Museo Diffuso de Quistello es un homenaje a la vida y obra de Giuseppe Gorni. El edificio que lo alberga, diseñado por el propio artista entre 1929 y 1930, la Scuole Elementari Giovanni Pascoli (Escuela Primaria Giovanni Pascoli), es en sí mismo una obra de arte arquitectónica: una estructura caracterizada por líneas esenciales y materiales naturales que se integran perfectamente en el paisaje circundante. El edificio, además, fue restaurado en 2002. El itinerario de la exposición es, en cambio, un recorrido por la producción artística de Gorni, desde sus primeras obras, caracterizadas por un realismo sencillo y directo, hasta sus esculturas de madurez, en las que la forma se vuelve más esencial y el significado más profundo.
Sin embargo, el concepto de “museo difuso” se traduce en un itinerario que, como veremos, se extiende más allá de los muros del museo, implicando a todo el territorio de Quistello. De hecho, las obras de Gorni se encuentran también en lugares simbólicos de la zona, en los espacios públicos de la ciudad. Este enfoque subraya el profundo arraigo del artista en su territorio e invita a los visitantes a explorar el paisaje que inspiró su obra.
En la primera planta del museo, la sección de escultura se centra en la evolución de la técnica de Gorni, pero sobre todo en los temas que más le fascinaban: la representación de la figura femenina, símbolo de la fuerza de la naturaleza y la fertilidad, y la humanidad más sencilla y genuina. Sus esculturas, como las que muestran mujeres de caderas anchas y pechos prósperos, son símbolos del poder generador de la naturaleza y reflejan un mundo primordial, pero también extremadamente humano. “Cuando representas algo con la forma principal de su intimidad o esencia”, escribió Gorni, “adquiere un mayor potencial”. La sala de esculturas es un homenaje a toda la carrera de Gorni.
La segunda planta del museo está dedicada a la gráfica y se divide en dos salas. La primera sección es un viaje a la mente de Gorni durante sus primeros años de formación, con dibujos que representan la vida rural en el bajo valle del Po, un mundo de granjeros y animales de trabajo. Estos dibujos son la expresión de una fuerte identidad cultural, que une al hombre con su entorno natural de forma indisoluble. El arte de Gorni evolucionó con el tiempo, y su experiencia como prisionero de guerra, vivida en un campo de prisioneros, marcó un cambio en su enfoque de la figura humana. En este periodo (una sección entera del museo está dedicada al campo de Hajmasker), de hecho, sus dibujos muestran hombres sin identidad, reducidos a siluetas que se funden en formas geométricas y simbólicas, como para expresar la deshumanización experimentada en el lager. Por el contrario, en sus obras posteriores, como las realizadas durante su estancia en Saracena, Calabria, Gorni redescubre la esperanza y representa escenas más serenas de la vida cotidiana, centradas en los campesinos y las mujeres, inspiradas también en sus recuerdos de infancia.
La segunda sala de grafismo alberga una colección de grabados y bocetos que ponen de manifiesto la voluntad de Gorni de experimentar con diferentes técnicas artísticas. En estas obras, el artista explora la escultura a través del dibujo, creando figuras que parecen suspendidas entre la plenitud y el vacío. Los grabados reflejan una intensa investigación formal, en la que cada signo forma parte de un proceso de síntesis y refinamiento. Entre 1924 y 1927, Gorni se dedicó al aguafuerte y a la xilografía, combinando estas prácticas con la escultura, una de sus grandes pasiones. Estas obras son la expresión de una evolución continua, en la que el artista buscaba hacer la forma más pura y comunicativa, sin perder nunca el contacto con la realidad concreta que le rodeaba.
La obra de Gorni está profundamente arraigada en el territorio mantuano. Sus esculturas, que representan figuras de campesinos, animales y paisajes, son el resultado de una atenta observación de la realidad circundante. Gorni ha sabido captar la esencia de la vida rural, transmitiendo un sentimiento de pertenencia a través de sus obras. La elección de los materiales es otro elemento fundamental en el vínculo entre Gorni y la tierra: el artista ha utilizado principalmente materiales locales, como madera, piedra y terracota, creando obras que parecen surgir de la propia tierra. Su decisión de volver a Nuvolato tras años de trabajo en otros lugares demuestra, además, un fuerte apego a sus orígenes. Y este vínculo es evidente en sus obras, que celebran los valores de la comunidad rural, la belleza del paisaje y la memoria histórica del lugar.
Sin embargo, a pesar de la fuerte conexión con el territorio, la obra de Gorni tiene ambiciones de universalidad. Sus esculturas, de hecho, hablan de temas existenciales como la vida, la muerte, la soledad y la esperanza, temas que son comunes a todos los seres humanos y que Gorni transmite a través de una sencillez formal combinada con una fuerza expresiva que hacen que sus obras sean inmediatas, comunicativas e intensas.
El artista mantuano se ha visto influido por diversos movimientos artísticos, como el siglo XX italiano y el realismo, pero ha sabido desarrollar un lenguaje personal y original. Aunque no se adhirió a ninguna corriente artística en particular, Gorni estableció un fructífero diálogo con otros artistas de su generación, como Marino Marini y Arturo Martini , cuya influencia resulta evidente al observar sus obras.
El Museo Diffuso Giuseppe Gorni se expande más allá de los confines de sus muros, proponiendo tres itinerarios distintos que entrelazan arte, historia y arquitectura directamente en el territorio de Quistello. Estos itinerarios permiten a los visitantes explorar la obra de Gorni no sólo a través de sus creaciones expuestas en el museo, sino también en los lugares públicos y las zonas rurales que le sirvieron de inspiración.
El primer itinerario parte del museo y se desarrolla hacia laAiuola dei Gelsi, donde se encuentran el mural Il Girotondo y su colgante I bambini che entrano a scuola y la escultura I due Gelsi, que representan el profundo vínculo del artista con la naturaleza y la comunidad. El paseo continúa por el centro de la ciudad, donde los visitantes pueden descubrir otros murales y grafitis diseminados entre las casas y los lugares públicos.
De nuevo, la segunda ruta, la “Vie del Centro” (Calles del Centro), ofrece un paseo que explora la presencia de Gorni en la arquitectura pública y privada de Nuvolato, donde se pueden admirar otros ejemplos de edificios diseñados por él (como la casa delcasa del hortelano de 1926, la casa del carpintero de 1928 y la casa del panadero del mismo año, o la Casa Gorni conocida como “La selvaggia” de 1929-1930) y de sus obras murales, como murales y bajorrelieves (por ejemplo, los Jugadores de cartas de 1961 y las Bordadoras de 1965) que decoran diversos edificios del pueblo. Cada rincón se convierte en un fragmento de historia artística, una invitación a descubrir cómo el arte de Gorni se fundió con su entorno, creando un museo al aire libre que recorre las calles y los lugares simbólicos de Quistello.
Por último, una tercera ruta serpentea desde la Pieve di San Fiorentino hasta el cementerio de Nuvolato, donde Gorni dejó su huella con monumentos y esculturas que cuentan un lado más íntimo y espiritual de su arte. Entre las tumbas y monumentos del cementerio, los visitantes pueden admirar la obra Mujer entrando en el cementerio, una obra maestra que refleja la visión del artista sobre la muerte y la inmortalidad. Este itinerario añade una dimensión meditativa a la experiencia del Museo Diffuso.
El Museo Diffuso Giuseppe Gorni no es sólo un lugar de conservación y valorización del patrimonio artístico, sino también un centro cultural dinámico y activo. El museo organiza un rico programa de actividades educativas, talleres y eventos, dirigidos a un público de todas las edades. Gracias a estas iniciativas, el museo se convierte en un lugar de encuentro e intercambio, donde el arte se convierte en una herramienta para aprender sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
De hecho, el instituto no quiere limitarse a ser un contenedor de obras, sino que se convierte en una especie de “museo difuso” en el verdadero sentido de la palabra, en el que las obras salen de las salas para invadir la ciudad. De hecho, Gorni creó numerosas pinturas murales, murales y bajorrelieves que están repartidos por todo el municipio de Quistello, creando una conexión entre su obra y la comunidad local. Este enfoque “difuso” permite vivir el arte de forma integrada con el territorio, de modo que el museo se convierte no sólo en un lugar de conservación, sino en un auténtico punto de encuentro entre arte, historia y comunidad, donde cada rincón cuenta la vida y la obra de un artista que supo unir su sensibilidad estética con la realidad cotidiana de su tierra. Y su arte, de este modo, se convierte en un pegamento entre diferentes generaciones y también entre diferentes culturas.
Artículo publicitario realizado en el marco del proyecto “Itinerarios de arte popular en las riberas y llanuras aluviales” - Ayuntamiento de Quistello - Consorzio Oltrepò Mantovano - Estilo Lombardo - inLombardia - Con la contribución de la Región de Lombardía
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