Flavio Orlando (Roma, 1991) es un artista poco convencional. Aunque su investigación se centra en temas aparentemente sencillos y familiares, como las experiencias de la vida cotidiana, los recuerdos y los vínculos, lo que consigue reproducir sobre el lienzo nos habla de un imaginario pictórico que es cualquier cosa menos banal y “ya visto”. Licenciado en Pintura por la Academia de Bellas Artes de Roma, Orlando juega a entrelazar la realidad con los sentimientos personales, dando vida a obras casi paradójicas que, con un toque de ironía y una vena pop, consiguen ir directamente al grano.
La exposición individual más reciente es Tappa fissa, organizada por la galería Contemporary Cluster de Roma: en la muestra, Orlando presentó obras que exploran las dinámicas relacionales y todos esos sentimientos comunes, de los que no somos conscientes, que reelaboran nuestra alegría, a menudo compartida con nuestros compañeros de vida durante las experiencias cotidianas más sinceras. Y es precisamente de lo cotidiano de donde surgen las obras de Flavio Orlando. Sus obras surgen principalmente de una forma particular de dibujar y de sujetar el bolígrafo, y se basan en un no-realismo de lo que quiere representar: antes del proceso creativo, los protagonistas son inmortalizados por la cámara, entendida en su función más clásica de fijar el momento. Este proceso silencioso genera un efecto capaz de animar una cámara pictórica visionaria ligada a un propósito puramente expresivo: tratar de transmitir una sensación que refleje su interioridad. Las figuras que pueblan sus cuadros son aquellas que dejan una fuerte huella sensible en su vida cotidiana. Sin embargo, oscilan entre ser personas reales y personajes tipificados y es precisamente en este juego de papeles en el que Orlando centra toda la composición artística.
Aunque el contexto del arte contemporáneo ha tenido una influencia particular, Orlando no se inspira en artistas concretos, ya que siempre ha trabajado sobre sí mismo y su entorno. Su fuente de inspiración es la realidad, la mitología de lo cotidiano. Su investigación se inclina hacia la diversidad, la belleza de las relaciones humanas y la curiosidad que le impulsa constantemente a ampliar cada vez sus percepciones y sensaciones para captar lo más verdadero y sincero de todo lo que le rodea. Nos habla de un lenguaje pictórico que se aleja del figurativo actual y que nos habla de lo cotidiano, de lo que nos pasa y nos puede pasar a cada uno de nosotros, con un velo de ironía. Nos habla del paso del tiempo, de nuestra relación con lo cotidiano, de las experiencias compartidas y de los lugares explorados y no explorados. Un realismo oscilante que choca con el imaginario del artista, que reelabora cada situación a través de una lente irónica.
No hay nada demasiado articulado, conceptual: sólo la realidad, filtrada a través de los ojos del artista, representada de forma brillante y, a primera vista, extraña. Il peso dell’ozio (2021) nos habla de cómo nos cansa la holgazanería, y lo hace utilizando un elemento muy querido por los italianos, y más concretamente por los romanos: la pizza con mortadela. La ociosidad es lo contrario del trabajo, pero si falta este contrapeso, la ociosidad se hace perpetua y pierde su sentido. ¿Qué peso puede tener este desequilibrio en nuestras vidas? El mismo que comer pizza con mortadela sin el esfuerzo de comer otros alimentos mediocres y aburridos. Entonces la pizza con mortadela como fisicalización de la ociosidad puede aplastarnos, como podría hacerlo la ociosidad.
Lo que surge es una representación pura y esencial de la sencillez y de lo que rodea al ser humano en la vida cotidiana: obras como The Fall (2024) nos hablan de lahilaridad del momento de la caída y de cómo situaciones similares se transforman a menudo en un momento de ironía y diversión. Series como Everyday (2023) abordan en cambio el delicado tema de la repetitividad de la vida, de la monotonía de lo cotidiano, siempre con un toque irónico que se revela en las expresiones faciales de los personajes, atrapados en situaciones tan comunes que no podemos evitar empatizar con ellos.
Personas, momentos de la vida, pero también fragmentos de ciudades revestidos de la apariencia fenoménica y tangible de la noche: realidades enigmáticas en las que es tan fácil perderse como encontrarse. Una forma de desorientación inicial que induce al observador a relacionarse primero con la perspectiva del artista, y después a adquirir una nueva y estrictamente personal. La realidad representada se transforma a través de la mirada del artista y la obra, a su vez, cambia de forma dependiendo de quién se encuentre frente a ella, como un juego de roles.
El de Flavio Orlando es un universo artístico poblado de obras que hacen sonreír, reír, reflexionar. Son obras que invitan a identificarse con ellas, que hacen pensar “a mí también me ha pasado”, que comunican la importancia de detenerse en los detalles y sensaciones que pueblan la vida cotidiana, pero también en el mero aspecto materialista de la vida. Son una invitación a abrazar la realidad con ligereza e ironía, a exaltar la vida en su fluir.
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