Esperando los likes: vivir la era postinternet en el arte


¿Cómo está afectando la era postinternet al arte, especialmente al producido en línea? Lo vemos en este artículo.

En este artículo publicado en ArteInformado, Sara Valverde investiga los orígenes del término ’post-internet’ y cómo ha empezado a influir en el mundo de los artistas que trabajan principalmente con la red evolucionando el llamado ’Net art’. Ilaria lo ha traducido para ti. Aquí tienes el enlace al original.

El término post-internet fue utilizado por primera vez por Marisa Olson en 2008 para definir la forma de trabajar en los tiempos que corren, sumergidos por lo virtual y lo digital. Y por supuesto, ni siquiera la creación artística escapa al concepto de post-internet.

Tweets, posts, blogs, likes, hashtags, trending topics y un sinfín de términos más han pirateado nuestro vocabulario y nuestra vida cotidiana en la última década. Las redes sociales se han multiplicado a medida que nos readaptamos a los nuevos usos y lenguajes propios de cada espacio virtual. Instagram y Twitter, Facebook y Flickr no son lo mismo. Los usos, el diálogo entre usuarios y los intereses en las distintas redes sociales son muy diferentes entre sí.

Sin embargo, la asimilación de estos conceptos fue prácticamente instantánea y no requirió manuales de instrucciones. Y esto se debe en parte a la práctica diaria, porque utilizamos las redes sociales casi por inercia, a todas horas de la mañana, de la tarde o de la noche. Por eso (excepciones aparte), desde que estamos conectados a esta nueva cultura en red, el cambio se ha trasladado a nuestro comportamiento y a nuestra percepción de la realidad: todo lo cual ha subrayado decisivamente la llegada de otra era, aquella en la que ahora navegamos, a saber, la era postinternet.

El mundo del arte, como filtro crítico y catalizador del cambio, se ha visto a su vez influido por la red hasta el punto de dar lugar a lo que conocemos como Net art, que nació mucho antes de la revolución social de la red, pero ya con la premisa de presentar el medio digital y el universo de internet como material de análisis y creación. Si tuviéramos que señalar una fecha de inicio, quizás diríamos 1994, año en el que la mayoría de los autores crearon las primeras obras cuyas características pueden incluirse en la categoría de Net art (término acuñado un año después por el artista esloveno Vuk Cosic), por tratarse de obras concebidas en el espacio de la Red. Entre otras, destaca la obra de Antoni Muntadas, The File Room.

Antoni Muntadas, The File Room
Antoni Muntadas, The File Room (1994; instalación; Chicago, Chicago Cultural Center). Foto de Tara Nicholson / Database Imaginary (Walter Phillips Gallery).

En sólo cuatro años participaron museos (como el Walker Art Center de Minneapolis, Minnesota, o el Guggenheim de Nueva York), que idearon programas y departamentos específicos para investigar y estimular el trabajo en red. Incluso certámenes como el Prix Ars Electronica de 1995 o la edición de 1997 de dOCUMENTA en Kassel incluyeron, en sus respectivas selecciones, obras realizadas según los modelos de Internet.

Después de más de una década, es inevitable el debate debido a la confusión que provocan los numerosos términos que indican la creación realizada con las nuevas tecnologías: cd art, computer art, video art, software art, hasta el Net art o arte en Internet. Más concretamente, hay que señalar una distinción clara y evidente entre arte en Internet y Net art. El primer término se refiere a creaciones y obras artísticas que utilizan la Red para promocionarse a través de páginas web (sitios de museos o artistas, plataformas de difusión, etc.), mientras que el segundo se refiere a un tipo de arte para el que la Red constituye el principio y el fin de su existencia.

Este artículo, sin embargo, no pretende analizar las obras para clasificarlas en una u otra categoría, sino reflexionar sobre el término post-internet. Como se ha adelantado, se trata de un concepto que fue utilizado por primera vez por Marisa Olson (Augsburgo, 1977) en una entrevista que le hizo Regine Debatty de la revista estadounidense We Make Money Not Art en 2008, en la que hacía referencia a este término para referirse al presente impulsado por otras perspectivas sociales, filosóficas, culturales, antropológicas y políticas debido a la existencia de Internet.

Esta artista, aunque comisaria de la plataforma Rizoma desde 2005, a favor de la creación y la cultura digital, y teórica en la materia, se declaraba entonces “una fanática, siempre obsesionada con la comunicación mediática de la cultura pop”. Fruto de esta inquietud, creó su famosa obra American Idol, gracias a la cual su nombre empezó a circular. En este proyecto artístico, que se prolongó durante unos tres meses en 2004, Marisa Olson parodiaba el mismo reality de televisión del que tomó su nombre para el título de la obra, y por lo que mostraba en su blog, muchos creyeron que se apuntaba a las audiciones del programa, porque parecía estar practicando.

Marisa Olson, American Idol
Marisa Olson, imagen del blog creada para el proyectoAmericanIdol

"Aunque había publicado un artículo en el New York Times sobre las intenciones del blog, mucha gente acabó decepcionada al conocer la verdad: todo resultó ser una parodia del programa. Esta confusión que escandalizó a los internautas me asombró. El objetivo del proyecto era criticar el programa y los estereotipos que aparecen en este tipo de concursos. También aludir a los derechos de la obra del artista que muchas veces se vulneran por exigencias de los productores’, explicó Olson en la entrevista. Esta perfecta combinación de realidad, crítica y ficción, a la que se añadía un sistema de votación democrática para que los espectadores decidieran sobre determinadas pautas de comportamiento del concursante ficticio, no suponía más que el estímulo para persistir en el análisis de la red como fuente de inspiración.

La idea del blog como lienzo sobre el que construir un pensamiento crítico digital, tan en boga y ahora extendido a distintas ramas del conocimiento, fue el paso adecuado a partir del cual Marisa Olson siguió trabajando. Dos años después de su trabajo audiovisual, cofundó el blog Nasty Nets, concebido como una comunidad de internautas en la que celebrar y criticar todo lo relacionado con la cultura de Internet. A raíz de este proyecto, junto con el artista Abe Linkoln, Olson volvió a combinar uno de los suyos e ideó un álbum musical, de nuevo con el objetivo de crear una colección de voces y géneros, pero en esta ocasión musicalizando posts de sus blogs favoritos, todo ello bajo el título Abe and Mo Sing the Blogs.

Marisa Olson, Abe and Mo Sing the Blogs
Marisa Olson, Abe y Mo cantan los blogs

Ese mismo año se publicó en Time Out NY una mesa redonda en la que la artista había participado junto a otros autores para hablar de sus respectivas prácticas artísticas en Internet. Olson expuso los principios que posteriormente desarrolló en su ensayo “PostInternet Art”, publicado por COCOM (México) -proyecto curatorial editorial en marcha- en 2014, y en el que dejó constancia de los encuentros y acontecimientos que habían conformado su pensamiento sobre la cultura postinternet. Además, en 2006, dejó claro que tanto su trabajo online como offline ’tiene lugar desde internet’. Aquí “a partir de” puede significar tanto “al estilo de” como “después de”. Algo parecido a lo que ocurre con el concepto de ’posmodernidad’, que se entiende no sólo como el fin de la modernidad, sino como aquello que tiene lugar a partir de un reconocimiento crítico.

Thomas Beard, también comisario de Rizoma, y el comisario de exposiciones Gene McHugh son también dignos de mención como figuras clave en la creación y aplicación del término post-internet en el arte. Para Beard, es una “forma de admitir la importancia de internet y la tecnología, manteniendo intactas mis propias ideas (sobre ella)”; para McHugh, a quien la Fundación Andy Warhol concedió una beca para contextualizar estos proyectos en la creación contemporánea, internet “ya no es tanto una novedad como una banalidad, una presencia que ya se da por sentada y no un fenómeno extraordinario”.

Sin embargo, estas dos posturas pueden plantear dudas sobre la relevancia de la era post-internet para la creación actual. Si consideramos, como afirma Marisa Olson, que las obras que van más allá de la red nos acercan a ella y entran también dentro del concepto de arte post-internet, podemos preguntarnos: ¿hasta qué punto la era post-internet está condicionando las prácticas artísticas actuales? ¿Existen artistas en los que se pueda descifrar el pensamiento de internet en sus creaciones? ¿Cómo influyen las escenas artísticas locales, en diálogo con la comunidad universal y globalizada de internet, en la percepción estética? Como ocurre con los que esperan likes, quizá las respuestas también lleguen al pulsar el botón de “enviar”.


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