¿Era gay Leonardo da Vinci? Sobre la homosexualidad del genio toscano


¿Era Leonardo da Vinci homosexual? Los estudiosos llevan mucho tiempo preguntándoselo. Esto es lo que sabemos al respecto.

¿Qué sabemos de lahomosexualidad de Leonardo da Vinci? ¿Podemos afirmar con certeza que el gran genio toscano era gay? Si el lector busca una respuesta inmediata, la respuesta es: no, no podemos tener pruebas documentales de que Leonardo da Vinci (Vinci, 1452 - Amboise, 1519) fuera homosexual (o mejor dicho: sodomita, porque éste era el término en uso en la época, “homosexual” es en cambio un término contemporáneo), ya que, siendo la sodomía en la época un delito muy grave, castigado con penas decididamente severas, es bastante improbable imaginar que podamos encontrar, en los escritos, aunque numerosos, del hombre da Vinci, algún tipo de salida del armario, negro sobre blanco. Esta es, pues, la respuesta más rápida que puede darse. Sin embargo, el hecho de que Leonardo da Vinci no dejara ningún rastro escrito del que se puedan deducir con palpable claridad sus gustos sexuales no excluye trabajar sobre las pistas para intentar reconstruir la relación de Leonardo con personas de su mismo sexo. Este artículo no pretende dar respuestas, sino simplemente intentar esbozar lo que sabemos sobre el tema.

Mientras tanto, es necesario precisar que la discusión sobre la homosexualidad de Leonardo ha fascinado a pocos historiadores del arte, y la mayoría de los pocos que han abordado el tema lo han hecho principalmente para intentar negar o minimizar la idea de un Leonardo orientado hacia personas de su mismo sexo, con un intento, a la inversa, de atribuirle relaciones con mujeres (sobre la base, sin embargo, de fundamentos muy débiles, como veremos más adelante). Entre los escasos historiadores del arte que han mencionado el tema en monografías más extensas dedicadas a la producción artística de Leonardo, cabe mencionar al menos a Frank Zöllner, uno de los mayores expertos en Leonardo, que en su monografía publicada por Taschen informa, en la sección dedicada a la fase inicial de su carrera, de que Leonardo “ya era conocido por sus inclinaciones homosexuales (un delito en la época) desde muy joven” y que estas inclinaciones “en el siglo XVI se aceptaban casi como una característica obvia de su retrato del genio”. Volveremos más adelante sobre los documentos que motivan y apoyan las dos frases de Zöllner. Sin embargo, podemos empezar de forma más amplia recordando que la discusión moderna sobre la homosexualidad de Leonardo se originó con Sigmund Freud. El padre del psicoanálisis escribió en 1910 un extenso ensayo titulado Eine Kindheitserinnerung des Leonardo da Vinci (“Un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci”) centrado en una nota que Leonardo da Vinci escribió en uno de los folios (el verso del número 186) del Codex Atlanticus, donde el artista recuerda un sueño que tuvo de niño. “En el primer recuerdo de mi infancia”, escribe Leonardo da Vinci, “me parecía que, desde que estaba en la cuna, una cometa venía hacia mí y abría la boca con la cola, y muchas veces me golpeaba con la cola dentro de los labios”. En esencia, Leonardo recuerda haber tenido un sueño en el que una cometa le golpeaba repetidamente la boca con la cola. Según Freud, el milano (que para el psicoanalista austriaco es sin embargo un "buitre": para su ensayo se había basado de hecho en una traducción errónea al alemán del original de Leonardo) podría ser una clara referencia al coito oral, lo que podría ser el punto de partida para intentar deducir la homosexualidad del artista a partir de su comportamiento. Por otra parte, también se pueden encontrar indicios de la homosexualidad de Leonardo, como el fuerte apego a su madre, su costumbre de rodearse de jóvenes alumnos y la presencia constante de sujetos andróginos en sus dibujos y pinturas.



Sin embargo, se trata de indicios que no sólo no aportan ninguna prueba en sí mismos, sino que tampoco constituyen pistas útiles a menos que se apoyen en otras pruebas. Todo artista que tenía un taller en aquella época estaba constantemente rodeado de jóvenes alumnos, y la androginia de muchos temas leonardescos podría explicarse por motivos culturales. Sobre este último tema, es interesante citar, sólo a título de ejemplo, la idea de uno de los mayores estudiosos de Leonardo, Edoardo Villata, que en 1997 dedicó un extenso ensayo al San Juan Bautista del Louvre, obra que, en virtud de su marcada sensualidad, es a menudo llamada a atribuir a Leonardo una orientación homosexual basándose únicamente en el aspecto del santo. Villata reconoce que el carácter fuerte y abiertamente sensual de San Juan Bautista es uno de los aspectos más destacados por los estudiosos: “En ninguna otra obra, quizá”, escribe el erudito, “Leonardo parece ceder a la complacencia de exhibir un cuerpo juvenil de palpitante vitalidad, cuya carne, casi dorada por el ’lume particulare’ que se refleja en ella como en una superficie lisa y translúcida, se extiende en suaves pliegues y, junto con la ”hermosa y rizada cabellera anillada, en la que Lionardo se deleitaba mucho“, confiere a la figura un indeterminado carácter femenino”. ¿A qué se debe esto? Villata rechaza, por un lado, la idea de que en San Juan se perciba “la efusión de un anciano homosexual” (tesis sostenida por otro gran leonardista, Martin Kemp), y por otro, una interpretación en clave neoplatónica, con supuestos significados que remiten a la tesis de la androginia del hombre original y perfecto: según el estudioso, la conturbación de San Juan, que encontramos en otras obras de Leonardo (como Leda y el cisne: sin embargo, no percibimos la misma carga erótica debido a que la imagen de Leonardo sólo ha llegado hasta nosotros a través de copias y reproducciones) es propia de figuras que se hacen portadoras de “una naturalidad demasiado desconcertante vista ante todo como poder generativo y metamórfico (pero también como necesidad)”, y se explica “a partir de su especulación teórica”. La idea de que la sensualidad de algunos de sus temas se deba, por tanto, a la actitud sumamente inquisitiva de Leonardo puede no convencer a muchos, pero basta para que el lector se haga una idea de lo complicado, si no imposible, que es deducir la orientación sexual de Leonardo simplemente observando sus obras, sin tener en cuenta el contexto histórico y cultural en el que trabajó y, sobre todo, sin tener en cuenta sus ideas, que conocemos ampliamente gracias a sus apuntes.

Francesco Melzi, Retrato de Leonardo da Vinci (c. 1510; sanguina sobre papel, 275 x 190 mm; Windsor, Colección Real)
Francesco Melzi, Retrato de Leonardo da Vinci (c. 1510; sanguina sobre papel, 275 x 190 mm; Windsor, Colección Real)


Leonardo da Vinci, San Juan Bautista (1508-1513; óleo sobre tabla, 69 x 57 cm; París, Louvre)
Leonardo da Vinci, San Juan Bautista (1508-1513; óleo sobre tabla, 69 x 57 cm; París, Louvre)

Por tanto, es necesario encontrar pistas en otra parte, empezando por los documentos de la época. Y en este sentido, el único documento en el que existe un vínculo cierto entre Leonardo da Vinci y la práctica de la sodomía es una conocida acusación que data del 9 de abril de 1476: Leonardo tenía 24 años y fue acusado de haber mantenido relaciones carnales con un joven que ejercía la prostitución, un tal Jacopo Saltarelli, aprendiz de orfebre de profesión, de unos diecisiete años (la historia, en la que piensa Zöllner cuando escribe que en la Florencia del siglo XV eran bien conocidas las inclinaciones del artista, dio además pie a la serie televisiva Leonardo 2021 para la ya famosa escena del beso gay entre Leonardo, interpretado por Aidan Turner, y Jacopo, interpretado por Kit Clarke). En la Florencia del siglo XV existía una magistratura, conocida como los “Ufficiali della Notte” (en activo de 1432 a 1502), que tenía la misión de supervisar todo lo que ocurría en la noche florentina: de hecho, era una especie de brigada antivicio de la época. Los ciudadanos que querían denunciar a alguien por sodomía tenían a su disposición un “tambor” en el que podían introducir una hoja de papel con los nombres y apellidos del acusado, contando con que la acusación era secreta: los acusadores estaban obligados a firmarla (se trataba de obviar el problema de la calumnia), pero sus nombres no se revelaban al acusado. El historiador Martin Rocke, que ha dedicado un extenso estudio a la práctica de la sodomía en la Florencia renacentista, ha calculado que, durante los setenta años de actividad de los Oficiales de la Noche, se juzgó a entre 15 y 16 mil hombres acusados de participar en actividades homosexuales, con más de 2.400 condenas (una cifra increíblemente alta).400 condenas (una cifra increíblemente alta si tenemos en cuenta que, a finales del siglo XV, Florencia tenía unos 50.000 habitantes, frente a los 80.000 de Venecia, donde funcionaba una magistratura similar, la de los “Señores de la Noche”, y donde, sin embargo, entre 1406 y 1500, sólo se dictaron 268 condenas por sodomía). En la práctica, según Rocke, la mayoría de los hombres de la Florencia renacentista tenían algo que ver con los Oficiales de la Noche: sin embargo, hay que recordar que la acusación de sodomía se utilizaba a menudo de forma instrumental, como medio de perseguir a los adversarios políticos. El historiador Giovanni Dall ’Orto ha calculado que alrededor del 5% de los varones florentinos que vivieron durante el periodo de actividad de los Ufficiali della Notte fueron condenados por sodomía: una cifra impresionante que demuestra cómo, escribe Dall’Orto, "la práctica homosexual estaba en cierto modo ’normalizada’ e integrada en la experiencia sexual masculina de la Florencia del siglo XV incluso para los jóvenes heterosexuales". A esto se añade el elemento de la estructuración de la subcultura sodomítica de la Florencia de la época ejemplar, escribe de nuevo Dall’Orto, sobre un “modelo pederástico” (el 89,7% de los 475 “pasivos” cuya edad es posible reconstruir con certeza mediante el análisis de los documentos tenían 18 años o menos, frente al 82,5% de los 777 “activos” que tenían más de 19 años).

Volviendo a Leonardo, en la acusación enviada a los Oficiales de la Noche leemos: “Os notifico Señores Oficiales cómo es verdad que Jacopo Saltarelli, hermano carnal de Giovanni Saltarelli, está con él en la orfebrería de Vacchereccia, frente al agujero [tambor]: viste ropas negras de la edad de 17 años, o cerca. El quale Jacopo va dietro a molte misserue et consente compiacere a quelle persone richieghono di simili tristizie. Et a questo modo a avere a fare di molte cose, cioè servito parecchie dozine di persone delle quali ne so buon data, et alchuno dirò d’alchuno: Bartolomeo di Pasquino orafo, está en Vacchereccia; Lionardo di Ser Piero da Vinci, está con Andrea de Verrochio; Baccino farsettaio, es de Or San Michele en aquella calle donde hay dos grandes talleres de orfebres, que va a la logia de Cierchi: ha abierto un nuevo taller de farsettajo; Lionardo Tornabuoni, dicto il teri: viste de negro. Questi hanno dovuto soddomitare decto Jacopo: et così fo fede”. El 7 de junio llegó la sentencia final del proceso: los cuatro acusados (Bartolomeo di Pasquino, Leonardo da Vinci, Baccino farsettaio y Leonardo Tornabuoni) fueron completamente exonerados. Sin embargo, hay dos elementos que no permiten aclarar si las acusaciones eran ciertas. El primero, es que la acusación era anónima, y por esta razón tuvo que ser invalidada, ya que la Mesa no admitía denuncias anónimas. La segunda, es que entre las cuatro personas se encontraba un tal Leonardo Tornabuoni, miembro de una de las familias más ilustres de la Florencia de la época (Lorenzo el Magnífico era hijo de una Tornabuoni, Lucrecia). Y Leonardo pudo de alguna manera aprovecharse de las circunstancias de la acusación para escapar a la condena.

Cabría entonces indagar en las relaciones que Leonardo mantenía con sus alumnos: su entorno, como es sabido, era casi exclusivamente masculino. La atención de los estudiosos se ha centrado especialmente en la relación entre Leonardo y el pintor Gian Giacomo Caprotti (Oreno, 1480 - Milán, 1524), a quien el genio toscano apodó “Salaì” (nombre de un diablo en el Morgante de Luigi Pulci) por su carácter (el propio Leonardo lo describió como “ladrón, mentiroso, obstinado, avaro” en una nota en la que recordaba cómo Caprotti le había robado unas monedas que guardaba en su bolsa: el hecho se remonta a 1497, siete años después de que Salaì hubiera entrado en el taller de Leonardo con sólo diez años). Sin embargo, a pesar de la rudeza de su carácter, Salai era un muchacho de hermosa apariencia, como también relata Vasari en sus Vidas (“Prese in Milano Salai milanese per suo creato, il qual era vaghissimo di grazia e di bellezza, avendo begli capegli, ricci et inanellati, de quien Lionardo se deleitó mucho y le enseñó muchas cosas de arte”), y Leonardo siempre estuvo cerca de él, tanto que le frecuentó durante muchos años, y en 1519, cuando dictó su último testamento, le dejó la mitad de su jardín en Milán (donde Caprotti, además, ya había construido una casa). Desde el momento en que Leonardo le acogió en su taller, nunca se separó de él hasta el año en que se trasladó a Francia, 1517: el Salaì le siguió hasta Amboise, pero permaneció poco tiempo con su maestro (desde luego, no estaba con Leonardo cuando el genio desapareció). No hay pruebas claras de una relación homosexual entre ambos: sin embargo, escribe Dall’Orto, que también ha reunido la obra más completa sobre la homosexualidad de Leonardo da Vinci, “si no se supusiera una relación entre Leonardo y Salai, no se entendería por qué el artista insistió en tenerlo cerca durante tantos años como muchacho y criado”, dado su carácter ocioso y mentiroso. Dall’Orto señala también que, aunque es un hecho que Salaì entró en el taller de Leonardo en 1490, las menciones a él en las notas del genio no aparecen hasta 1494: “si a nosotros hoy catorce años nos parecen decididamente jóvenes para una pareja”, escribe el estudioso, “Leonardo era un niño de su tiempo, y aquellos eran tiempos en los que una niña de doce años podía ser dada en matrimonio a un hombre hecho, incluso con la bendición de la Iglesia”. Por consiguiente, incluso sin imaginar que Leonardo mantuviera relaciones con una niña de diez años, la edad de catorce no se consideraba despreciable para la moral de la época.

El hecho de que la Salai pudiera haber sido objeto de las atenciones de Leonardo lo sugieren también dos hojas del Codex Atlanticus, 132v y 133v, en las que hay algunos garabatos de alumnos de Leonardo, uno de los cuales representa la famosísima bicicleta que tanta gente conoce ahora. Sin embargo, cuando los libros o los periódicos reproducen el 133v, normalmente sólo recortan la parte en la que aparece la bicicleta, sin mostrar lo que los alumnos del genio toscano dibujaron junto a ella: vemos así dos grandes penes, dotados de piernas, marchando hacia un orificio en el que está escrito “Salaì”. Evidentemente, esto no es una prueba (cualquier varón, incluso hoy en día, habrá sido acusado de homosexualidad en los círculos goliardos), pero no deja de ser un hecho que Salaì es el único de los alumnos de Leonardo del que se atestigua una broma similar.

El beso gay entre Leonardo da Vinci (Aidan Turner) y Jacopo Saltarelli (Kit Clarke) en la serie 2021 de la RAI
El beso gay entre Leonardo da Vinci (Aidan Turner) y Jacopo Saltarelli (Kit Clarke) en la serie de la RAI 2021


Folios 132v y 133v del Codex Atlanticus
Folios 132v y 133v del Codex Atlanticus

El dibujo recientemente descubierto delÁngel encarnado, al que se añadió un miembro llamativamente erecto(no se sabe si por Leonardo o por uno de sus alumnos), también puede rastrearse hasta el entorno goliárdico del taller de Leonardo, lo que en sí mismo no prueba nada (Leonardo también nos dejó dibujos de coitos heterosexuales), salvo que probablemente no estaba tan desinteresado por el sexo como han sugerido algunos estudiosos. No se trata, sin embargo, de un caso aislado: el pintor milanés Giovanni Paolo Lomazzo (Milán, 1538 - 1592), en su Tratado de la pintura, menciona algunos dibujos, “uno de los cuales era un hermoso muchacho, con el miembro en la frente y sin nariz, y con otra cara en la parte posterior de la cabeza, con un miembro viril bajo la barbilla, y las orejas pegadas a los testículos, cuyas dos cabezas tenían orejas de fauno; y el otro monstruo tenía el miembro en la parte superior de la nariz”. Conviene recordar, sin embargo, que entre los discípulos de Leonardo se encontraba también Francesco Melzi (Milán, 1491 - Vaprio d’Adda, 1570), joven vástago de una familia noble, que vivió en casa de Leonardo desde 1510 hasta su muerte (también le siguió a Francia), y que fue nombrado heredero de sus bienes muebles: oficialmente, era su ayudante, pero hay quien especula con el hecho de que la cohabitación podría motivar una relación entre el joven y el maestro.

De nuevo, Lomazzo, en su Libro de los sueños, imagina un “razonamiento” (es decir, un diálogo), el quinto del libro, entre Fidias y Leonardo da Vinci, que contiene una referencia explícita a las prácticas homosexuales que el artista habría mantenido con Caprotti. Fidias pregunta a Leonardo, refiriéndose a Salaì: “¿Acaso jugasteis al juego, que tanto gusta a los florentinos, del dretto?”. Leonardo responde afirmativamente: “¡Y cuántas veces! Considera que era un joven hermoso, y sobre todo de quince años”. Fidia replica: “¿No te da vergüenza decir esto?”. Y Leonardo: “¿Qué vergüenza? No hay cosa de mayor alabanza entre los virtuosos que ésta; y que es verdad te lo probaré con muy buenas razones. Sabed que el amor masculino es sólo obra de la virtud, la cual, uniendo a los hombres entre sí, con varios afectos de amistad, para que de una tierna edad lleguen a la viril amigos más fuertes”. Estos son los elementos que llevan a Zöllner a afirmar que en el siglo XVI se daba por sentada la homosexualidad de Leonardo.

El Ángel Encarnado, conservado en la Fundación Rossana & Carlo Pedretti de Lamporecchio.
El ángel encarnado, conservado en la Fundación Rossana & Carlo Pedretti de Lamporecchio

En conclusión, si es cierto que no hay pruebas graníticas que establezcan que Leonardo fuera sodomita (cada cual se hará su propia idea en base a lo anterior), tampoco las hay para atribuirle relaciones con mujeres. Muchos lo han intentado, pero siempre con puntos de apoyo endebles, mucho más débiles que aquellos con los que se intenta reconstruir un rastro de la homosexualidad de Leonardo da Vinci. La teoría más reciente es que Leonardo había estado acompañado por una cortesana, una tal "Cremona“, por el nombre de la ciudad de la que procedía. ¿En qué se basa esta afirmación? Esta escurridiza ”Cremona" era completamente desconocida hasta 1982, cuando se publicó una edición de algunos escritos de uno de los más grandes artistas del Neoclasicismo, Giuseppe Bossi (Busto Arsizio, 1777 - Milán, 1815). Bossi, gran admirador de Leonardo, deseoso de consolidar la idea de que Leonardo “amaba los placeres”, aporta como prueba, escribe el artista, “una nota suya relativa a una cortesana llamada Cremona, nota que me fue comunicada por una persona autorizada. Tampoco le habría sido posible conocer tan bien a los hombres y la naturaleza humana como para representarlos sin, a través de una larga práctica, teñirse un poco de las debilidades humanas”. Basándose en esta nota de Bossi, algunos estudiosos, como Carlo Pedretti y Charles Nicholl, han intentado atribuir a Leonardo una relación con una de sus cortesanas: en otras palabras, para conocer tan a fondo la naturaleza humana, el da Vinci, necesariamente, también debía haber conocido los placeres carnales con el sexo opuesto. Aparte del hecho de que también podría hacerse una suposición similar para probar la tesis contraria, es comprensible cómo un escrito de un autor que vivió tres siglos después que Leonardo da Vinci, y que ni siquiera menciona el nombre de su fuente, es una prueba tan débil que no puede tomarse en consideración para intentar probar la orientación de Leonardo da Vinci.

Nicholl ha intentado profundizar en esta tesis: en su opinión, la fuente de Bossi podría haber sido Carlo Amoretti, bibliotecario de la Ambrosiana de Milán, de quien se sabía que había hecho copias de varios pliegos de Leonardo. Pedretti también estaba convencido de que era necesario buscar en la Ambrosiana (sabiendo, sin embargo, que gran parte del patrimonio de Leonardo probablemente había desaparecido durante los expolios napoleónicos). En 1996, Pedretti publicó un ensayo en el que recordaba cómo el artista había montado un laboratorio en Roma (donde permaneció entre 1513 y 1516) para realizar algunos experimentos con espejos. Según Pedretti, Leonardo utilizó en este taller una peluca para hacer posar a sus modelos, idea que se ve reforzada por una nota de su puño y letra en la que, refiriéndose a la peluca, dice “Questa si po’ levare e porre sanza guastarsi”, como si, escribe Pedretti, “el propio Leonardo se la hubiera hecho confeccionar para su modelo (¿y si fuera La Cremona?)”. Pedretti señala también que los registros de la época incluyen a una tal “Maria Cremonese”, que podría haber sido una prostituta. Ciertamente, es plausible que Leonardo frecuentara a una prostituta, que incluso podría haber posado ocasionalmente para él. Pero esto no prueba sus gustos sexuales.

Bibliografía esencial

  • Giovanni Dall’Orto, Tutta un’altra storia, Il Saggiatore, 2015
  • Carlo Pedretti, Leonardo y yo, Mondadori, 2008
  • Frank Zöllner, Leonardo Da Vinci, 1452-1519, Taschen, 2000
  • Edoardo Villata, El San Juan Bautista de Leonardo. Un ipotesi per la cronologia e la committenza in Raccolta. Vinciana, XXVII (1997), pp. 188-236
  • Whitney Davis, Freuds Leonardo und die Kultur der Homosexualität en Texte zur Kunst, 5 (1995), pp. 56-73
  • Hidemichi Tanaka, Leonardo da Vinci. Su arte y su vida, Centro Cultural Suwa, 1983.
  • Luca Beltrami, Documenti e memorie riguardanti la vita e le opere di Leonardo da Vinci: in ordine cronologico, Treves, 1919

Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.