En este artículo publicado por Cultura Colectiva, Soledad Pérez nos acerca al llamado “Renacimiento de Harlem”, un movimiento desarrollado en el siglo XX en Estados Unidos en el que las comunidades negras reivindicaron su identidad. Junto a uno de sus principales exponentes, Archibald Motley. Un artículo que no te puedes perder, ¡traducido para ti por Ilaria! :) Aquí, el enlace al original.
Era la época en la que nombres como Jackson Pollock, Mark Rothko y Willem de Kooning, entre muchos otros, rompían las estructuras habituales de la pintura clásica o figurativa, mientras que otros se apuntaban a un realismo moderno y existencial, como en el caso de Edward Hopper, pero todos ellos, a pesar de sus diferentes corrientes, consolidaban la identidad del arte moderno en Estados Unidos. El gusto modernista irrumpió en un auge imparable en todo el mundo e introdujo en el arte los cambios radicales tanto ideológicos como sociales del siglo XX; sin embargo, estos nombres en concreto imprimirían en sus lienzos la identidad y la estética norteamericana contemporánea: entre ellos, Archibald Motley y otros artistas que compartían escena en el arte afroamericano de la época.
Archibald Motley, Muchacha morena después del baño; 1931; Columbus (Ohio), Columbus Museum of Art |
También quedó confinado a una minoría un arte que defendía su papel social pero, sobre todo, reconstruía su identidad y contribuía a la de la vanguardia estadounidense.
Motley fue uno de los pintores más significativos a la hora de plasmar en su obra la vida afroamericana de los años revolucionarios de la primera mitad del siglo XX. Fue uno de los principales exponentes del “Renacimiento de Harlem” o del “Nuevo Movimiento Negro”, corrientes que también fueron fundamentales para el arte contemporáneo del siglo XX, sobre todo en sus primeros treinta años.
Archibald Motley, Cinturón negro*; 1934; Hampton (Virginia), Museo de la Universidad de Hampton *El “Cinturón Negro” es una región de Alabama caracterizada por la fuerte presencia de afroamericanos. |
Aunque Archibald nació en Nueva Orleans, no pasó allí la mayor parte de su vida, sino en Chicago. Tampoco estaba en Harlem cuando realizó muchas de sus obras; sin embargo, sus retratos de las nuevas élites negras de la ciudad donde vivía reflejaban el auge social, cultural y artístico del llamado Renacimiento de Harlem, el famoso barrio del norte del estado de Nueva York que fue el epicentro del movimiento y cuya influencia se extendió a otras ciudades estadounidenses.
Bajo la influencia de la literatura, la pintura y el jazz nació una inspiración: la recuperación de la identidad negra y su incorporación e influencia en la vida social, tras una historia de esclavitud y finalmente emancipación, se desarrollaba dentro de la historia contemporánea y comenzaba a dejar su huella. La música desempeñó un papel clave en esta nueva identidad; el blues, y especialmente el jazz, se convirtieron en los principales géneros de la época no sólo para la comunidad negra sino para la comunidad estadounidense en general, o al menos la que disfrutaba de una vida cultural rica y variada. No es casualidad que en una exposición del Museo de la Universidad de Duke (Carolina del Norte) se llamara al pintor “el modernista de la era del jazz”.
Archibald Motley, Hot rhythm*; 1961; Chicago (Illinois), colección privada *El ritmo de la música negra estadounidense se define como ’caliente’. |
Archibald Motley retrató escenas típicas de esta vida cultural sin descuidar la memoria histórica. En su obra pueden identificarse dos etapas concretas: la primera está vinculada a su formación académica clásica (Motley se graduó en el Instituto de Arte de Chicago), mientras que la contemporánea se distingue por un uso transgresor del color y la forma, siendo éste su periodo más famoso.
Es significativo el uso de ambas técnicas, sobre todo en obras como los retratos de su abuela (Portrait of My Grandmother, 1922; Mending Socks, 1924), en los que un acentuado realismo, así como un uso formal del color y la luz reflejan su precisión y conocimiento de los parámetros de la pintura clásica, así como su capacidad para captar fragmentos representativos de una historia. Su abuela había sido esclava: la sencillez de su personalidad, como se desprende de su aspecto representado por Motley en sus cuadros, refleja de forma similar la vida y el trabajo rurales de las generaciones anteriores. Sin embargo, el impulso vanguardista ya se dejaba sentir en esta época; además, hizo algunas incursiones en la pintura con elementos claramente simbolistas, lo que se aprecia especialmente en el autorretrato del artista “Autorretrato (Yo mismo trabajando)”, de 1933. Sería tras su estancia en París (donde las colonias de afroamericanos participaban activamente en las manifestaciones artísticas de la ciudad, entre las grandes corrientes de la época), y después de recibir la influencia de las vanguardias de México, cuando Archibald revelaría plenamente su faceta contemporánea, y fue esa capacidad para captar la memoria histórica de sus antepasados, como vemos en el intimismo realista de los retratos de su abuela, la que se transformaría en el colorido vivo y los rasgos mucho más transgresores que se aprecian en las representaciones de los personajes del Chicago en el que vivió. En muchas de ellas se aprecia un carácter cubista y, en general, un cambio radical en la perspectiva y composición de su obra.
Archibald Motley, Barbacoa; 1934; Washington (DC), Howard University Gallery of Art |
Ahora representaba escenas de vida nocturna, interacción interracial (no sólo vemos personajes afroamericanos en sus cuadros, sino también latinos y caucásicos), el impacto del jazz en su generación, comidas, reuniones y diversas prácticas sociales. En resumen, del movimiento cultural y social que vivían muchos grupos afroamericanos en un momento clave del propio apogeo social y artístico. Diversos críticos consideran que Motley es un pintor que sigue siendo relevante en este sentido, ya que cree que sus obras mantienen un impacto histórico continuado en el tiempo. Sin embargo, Motley no es el único representante de las artes plásticas del Renacimiento de Harlem. Recordemos también, entre otros, a Justin Bua, Thomas Hart Benton y Ernie Barnes, que se distinguieron por retratar el auge del New Negro a través de sus técnicas experimentales, como por ejemplo el uso de una pintura muy relacionada con el estilo cómico de la época. No obstante, también fueron decisivos los representantes del Movimiento Negro en otras disciplinas, como Claude Mckay, que fue uno de los primeros escritores negros en ser publicado por una editorial reconocida, y Jean Toomer, que habló a través de la prosa y la poesía de la vida rural y urbana en las comunidades negras de Estados Unidos, así como Jessie Fauset, que escribió la primera novela sobre la vida afroamericana de clase media desde el punto de vista de una mujer. Por supuesto, no podemos olvidar a Alain Leroy Locke, el escritor y filósofo que denominó a este movimiento “nuevo negro” que consolidó por primera vez la identidad de esta comunidad fuera de los márgenes de la esclavitud en Estados Unidos, apuntando a una abierta resistencia social y denuncia contra la segregación racial, a la recuperación y reintroducción de su historia así como a su participación activa en la vida intelectual y económica del país.
Archibald Motley, Autorretrato (Yo trabajando); 1933; Chicago (Illinois), colección privada |
Archibald Motley, El mentiroso; 1936; Washington (DC), Howard University Gallery of Art |
Archibald Motley, Retrato de mi abuela; 1922; Chicago (Illinois), colección privada |
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