El Liber Divinorum Operum: único códice ilustrado de la obra de Hildegarda de Bingen en Lucca


Hildegarda de Bingen fue una de las figuras más complejas del siglo XII: monja, mística y teóloga, escribió un libro, el "Liber Divinorum Operum", que nos ha dado su idea del universo. El único testimonio ilustrado se conserva en la Biblioteca Estatal de Lucca.

Es una de las figuras centrales de la teología del siglo XII y, junto con Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresa de Lisieux, es una de las cuatro únicas mujeres que figuran entre los Doctores de la Iglesia: ella es Hildegarda de Bingen (Bermershein von der Höhe, 1098 - Bingen am Rhein, 1179), monja y mística alemana, canonizada en 2012 por Benedicto XVI, y también figura destacada en la cultura de su tiempo, pues fue poeta, dramaturga, música, lingüista y apasionada de las ciencias naturales, hasta el punto de que llegó a escribir un libro sobre la naturaleza de los seres vivos. Sin embargo, su visión teológica se encierra en tres libros: las Scivias, terminadas en 1151, en las que se abordan tres temas (la creación, el pecado y la redención), el Liber vitae meritorum de 1158 dedicado al conflicto entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás y entre el Vicio y la Virtud, y el Liber divinorum operum de 1174: Este último es un libro fundamental para comprender la idea que Hildegarda tenía del universo, que consideraba, como ha resumido el estudioso Giulio Piacentini, “una realidad compleja, creada, gobernada y ordenada por la Sabiduría y el amor providencial de Dios, que le dan armonía”. En la actualidad sólo existen tres códices en el mundo que den testimonio del Liber divinorum operum, y el único iluminado es el manuscrito de 1942 conservado en la Biblioteca Estatal de Lucca.

El códice lucchese procede de la Biblioteca del Convento de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios de Lucca: en el primer papel del volumen, de hecho, hay una nota manuscrita que atestigua esta procedencia, y el relativo sello (más tarde, en 1877, cuando el convento fue suprimido, la Biblioteca Estatal de Lucca confiscó su patrimonio bibliográfico). El manuscrito fue compuesto en la primera mitad del siglo XIII (entre la segunda y la tercera década, para ser exactos), probablemente en un scriptorium renano, y está escrito en letra gótica, en dos columnas de 38 líneas cada una, con reglas borradas en seco. Los títulos, resúmenes, incipits y explicits de las diversas visiones de Hildegarda (de hecho, los temas están subdivididos en visiones) están en tinta roja, los capilettera en rojo y azul y están socavados con motivos vegetales: racimos ondulantes que a veces se entrelazan con figuras animales y humanas. También hay diez miniaturas a toda página, que se han atribuido a un miniaturista de la cultura renana. El códice también está anotado por varias manos y tiene una doble numeración, una antigua y otra moderna que coincide con la antigua hasta el papel 108.

Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, incipit (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 1r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, incipit (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 1r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, primera visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 1v)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, primera visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 1v)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, segunda visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 9r)
Scriptorium renano, Liber divinorum oper um de Hildegarda de Bingen, segunda visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 9r)

Giovanni Domenico Mansi (Lucca, 1692 - 1769), arzobispo de Lucca, hizo una aportación decisiva a la colección de la Biblioteca del Convento de las Clérigas Regulares de la Madre de Dios, pero no sabemos cuándo entró en la colección el manuscrito con el Liber divinorum operum. Se trata de un ejemplar muy valioso, que denota un cuidado considerable en la elección del material, la edición, la redacción y la ilustración. Todos estos elementos sugieren razonablemente que el manuscrito de 1942 no estaba destinado a la devoción privada, sino al estudio.

La obra de la Biblioteca Estatal de Lucca contiene las visiones de Hildegarda en su totalidad, y el texto de cada visión consiste en una descripción en la que la santa habla en primera persona, explicando el contenido de la aparición. La primera visión es la delAmor divino, en la que Hildegarda resume las etapas de la creación del mundo y expresa desde el principio su idea del universo, que antes de Dios carecía de forma y luego fue ordenado por su acción e iluminado por su luz: el Amor divino, en esta visión, es el medio para la salvación de la humanidad. En la segunda visión, a la que quizá esté vinculada la ilustración más conocida del Códice, Hildegarda habla del ser humano como elemento central de la creación, aunque esté estrechamente vinculado a todo lo demás de la creación: el ser humano es, en esencia, un microcosmos situado en el centro de las esferas celestes regidas por Dios. En la tercera visión, el santo ilustra cómo el ser humano interactúa con el cosmos (por ejemplo, cómo el cosmos actúa sobre los estados de ánimo de las personas y su organismo), mientras que en la cuarta visión se explora la relación entre cosmos, cuerpo y alma, con más referencias a la influencia externa que el macrocosmos ejerce sobre el ser humano (el santo también establece analogías entre la naturaleza y el cuerpo humano, por ejemplo entre los ríos y las venas). La quinta visión se centra en el análisis del globo terráqueo, que Hildegarda divide en cinco regiones, cuatro de las cuales corresponden a los cuatro puntos cardinales y la quinta se sitúa en el centro y está rodeada por las otras cuatro. Las cuatro últimas visiones tratan el tema de la historia de la salvación. De particular interés es la octava visión, que se explaya sobre las tres virtudes (amor, humildad y paz) por las que Dios realizó todo lo que creó, mientras que las visiones novena y décima tratan de la calidad de la fe y del fin de los tiempos, advirtiendo que la fe conduce a la salvación.

Cada visión va seguida, en el manuscrito de 1942 de la Biblioteca Estatal de Lucca, de un comentario explicativo pronunciado directamente por la voz de Dios que se aparece al santo. Las láminas iluminadas, como ya se ha dicho, ilustran individualmente todas las visiones de Hildegarda de Bingen, todas ellas a toda página, aunque se presentan en diferentes tamaños y con una estructura basada en una combinación de figuras geométricas elementales. Es interesante observar que en cada una de las miniaturas hay un retrato de Hildegarda en la esquina, que siempre aparece sentada, concentrada en su trabajo, mirando hacia arriba y siempre con los instrumentos de escritura en las manos, o descansando sobre ellos, pero en cualquier caso utilizándolos o a punto de utilizarlos: esta figuración expresa la inspiración divina de su obra. También hay que señalar, como han observado Anna Calderoni Massetti y Gigetta Dalli Regoli, que las ilustraciones de las visiones no son el equivalente perfecto de lo que enuncia el texto, sino que deben considerarse más bien condensaciones de los episodios individuales, los considerados más relevantes e intensos, que Hildegarda describe. Así vemos, entre las diversas imágenes, el Espíritu del mundo, la estructura del cosmos, el sistema eólico, la figura humana situada en el centro del universo, el tema del monstruo y las figuras fantásticas y alegóricas, el globo terráqueo, el esquema de la ciudad de Dios.

Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, cuarta visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 38r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, cuarta visión (segunda-tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 38r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, quinta visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 88v)
Scriptorium renano, Liber divinorum oper um de Hildegarda de Bingen, quinta visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 88v)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, séptima visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 121v)
Scriptorium renano, Liber divinorum oper um de Hildegarda de Bingen, séptima visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 121v)

Se ha dicho que la representación del hombre como microcosmos es probablemente la más famosa del manuscrito, entre otras cosas porque muchos la han considerado una especie de precedentedelHombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci: También en Hildegarda, escribe el historiador del arte Marco Bussagli, “encontramos correspondencias astrales entre el hombre-microcosmos y el universo contenido por las figuras de Cristo y Dios Padre”, con Hildegarda “marcando con rayos estilizados la influencia del sol sobre la cabeza y de la luna sobre los pies, en referencia a la doctrina tardoantigua que teorizaba la influencia de los planetas sobre el hombre”. En la miniatura están representadas todas las esferas del universo, concebidas como un conjunto de círculos concéntricos(circuli) que se mueven con un movimiento circular: el cielo que todos vemos, completo de nubes, y luego el firmamento (concebido como una región aérea formada por aire denso y blanco que rodea la Tierra), las estrellas fijas, las aguas cósmicas hasta llegar al círculo de fuego que rodea todo el universo por encima del cual sólo está Dios. Los animales que observamos a lo largo de las esferas son las personificaciones de los vientos que las mueven: un oso (viento del norte), un león (del sur), un lobo (del oeste) y un leopardo (del este) representan los cuatro vientos principales, mientras que otros ocho animales simbolizan los vientos colaterales (obsérvese, por otra parte, cómo en la miniatura que acompaña a la cuarta visión aparecen los vientos junto con los efectos que producen en la tierra). La plena correspondencia entre la humanidad y el cosmos se explica también a partir de la relación proporcional que existe entre ambas entidades: según Hildegarda, por ejemplo, si un hombre extiende los brazos, la anchura de su figura coincidirá con su altura, del mismo modo que la altura del firmamento es igual a su anchura.

Hay que tener en cuenta que, aunque las interpretaciones alegóricas de lo que dice Hildegarda en el Liber divinorum operum preponderan sobre el resto, las visiones contienen una descripción física bastante precisa del universo, que sin embargo responde al deseo de explicar lo que ocurre bajo los cielos: Por ejemplo, las condiciones climáticas extremas (calor intenso, frío glacial) se explican sobre la base de la existencia de un “fuego negro” creado por Dios para castigar a los pecadores, que a su vez es alimentado por los vientos que soplan del norte y del sur, produciendo climas opuestos. Cuando el fuego de Dios no está en acción, el “aire fino” que rodea la Tierra produce, según Hildegarda, efectos beneficiosos para la humanidad: en particular, al transformarse en lluvia fina (tanto en climas cálidos como fríos: según la santa, la propia nieve es el resultado de la congelación de gotas de agua), es capaz de hacer brotar plantas y frutos.

La cosmología de Hildegarda, observa Giulio Piacentini, toma sus fundamentos del Liber Nemroth, libro judío con el que comparte la idea de una revolución de los planetas y del firmamento según la acción de los vientos: Por tanto, la santa “se aparta, al menos en parte, de las teorías de la cosmología tradicional aristotélico-ptolemaica”, explica el estudioso, “que considera el cosmos como una realidad constituida, entre otras cosas, por una serie de esferas cristalinas concéntricas en las que se fijan los planetas, que giran alrededor de la Tierra, situada en el centro del universo”. Lo que separa a Hildegarda de la tradición aristotélica es la ausencia, en el Liber divinorum operum, de referencias a las inteligencias móviles de las esferas, que Hildegarda sustituye evidentemente por los vientos, pretendiendo así explicar un aspecto de la realidad no con elementos de orden metafísico, como las inteligencias motrices, sino con un elemento físico, es decir, el viento (aunque para explicar la realidad en su conjunto, afirma Hildegarda, siga siendo necesario suponer una causa primera de orden metafísico). En definitiva, puede decirse, como han señalado Calderoni Massetti y Dalli Regoli, que la visión de Hildegarda se asemeja a la de una máquina, “donde una mecánica cuidadosamente concebida produce movimientos lentos y continuos, dislocaciones, apariciones improvisadas y huidas; donde un aparato de iluminación imaginario prevé tanto transiciones graduales de la oscuridad a la penumbra hasta la plena luz, como hojeos átonos”.

Las ilustraciones del manuscrito de 1942 de la Biblioteca de Lucca ofrecen un importante apoyo iconográfico, inmediato y de fácil comprensión, a los conceptos que Hildegarda expresa en sus visiones. En consecuencia, el códice de Lucca ha sido objeto de numerosos estudios, y la bibliografía dedicada al Liber divinorum operum es vasta, debido también al interés que ha suscitado la figura de Hildegarda, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX. En particular, se han publicado numerosos estudios sobre la figura y la obra de Hildegarda de Bingen, también en relación con los aspectos histórico-artísticos de los manuscritos iluminados que ilustran sus obras. Éstos nunca han pasado por alto la extrema importancia del manuscrito conservado en la Biblioteca Estatal de Lucca, el testimonio más antiguo, y el único ilustrado, del Liber divinorum operum.

Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, octava visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 132r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, octava visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 132r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, representación de Hildegarda de Bingen (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 132r)
Scriptorium renano, Liber divinorum oper um de Hildegarda de Bingen, representación de Hildegarda de Bingen (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 132r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, novena visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 135r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, novena visión (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 135r)
Scriptorium renano, Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, página interior (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 59r)
Scriptorium renano, Liber divinorum oper um de Hildegarda de Bingen, página interior (segunda tercera década del siglo XIII; pergamino, 390 x 255 mm; Lucca, Biblioteca Statale, ms. 1942, c. 59r)

La Biblioteca Estatal de Lucca

La Biblioteca Estatal de Lucca tiene su origen en la Biblioteca de los Canónigos Lateranenses de San Frediano, fundada en el siglo XVII por el abad Girolamo Minutoli, y posteriormente repudiada por la República de Lucca en la segunda mitad del siglo XVIII. En 1791, obtuvo de la República el derecho de impresión para Lucca y financiación anual para la compra de libros. Se abrió al público en 1794. En 1861 la Biblioteca pasó al Reino de Italia y unos años más tarde, en 1877, se trasladó a su ubicación actual, el convento de la iglesia de Santa Maria Corteorlandini, compartido con la Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios. El traslado se hizo necesario a raíz del llamativo reparto de los fondos de las bibliotecas eclesiásticas de Lucca, tras la supresión de las órdenes monásticas: entre las colecciones que pasaron a la Biblioteca del Estado se encontraba también la “Biblioteca” original de la Orden de los Clérigos Regulares, compuesta por unos 13.000 volúmenes, y alojada en la sala del siglo XVII conocida como Salone di Santa Maria Nera, situada en la última planta del edificio. En la actualidad, la Biblioteca depende del Ministerio de Patrimonio y Cultura.

Las colecciones de la Biblioteca incluyen 451.300 obras impresas entre volúmenes y folletos, 4.321 manuscritos (volúmenes), 19.478 (sueltos), 835 incunables, aproximadamente 10.000 libros del siglo XVI, 2.650 publicaciones periódicas de las cuales 594 son actuales; 627 periódicos de Lucca. Entre las numerosas colecciones manuscritas son particularmente valiosos el Fondo Baroni, que contiene información genealógica y escudos de armas de las familias de Lucca, el Fondo Fiorentini, que se refiere al médico y botánico lucchés del mismo nombre, y el Fondo Cesare Lucchesini. La Biblioteca Estatal de Lucca conserva numerosos manuscritos iluminados, entre los que destacan los 37 libros de coro, el Liber Divinorum Operum de Santa Hildegarda de Bingen y el Missale Romanum del siglo XV, que perteneció al obispo Stefano Trenta de Lucca. El fondo jurídico de obras, escritos, memorias jurídicas, documentos y cartas del penalista lucchés Francesco Carrara, el fondo de literatura popular de Giovanni Giannini y el fondo de los pintores y escritores de arte luccheses Michele y Enrico Ridolfi son de considerable importancia. Entre la correspondencia, destacan el fondo de cartas a Paolo Guinigi, señor de facto de Lucca a principios del siglo XV (las cartas datan de entre 1400 y 1430), los 13 volúmenes de cartas dirigidas a Cesare Lucchesini, los 9 volúmenes de cartas dirigidas a la poetisa Teresa Bandettini, las cartas, seiscientas, de Giovanni Pascoli, y la vasta correspondencia de Michele y Enrico Ridolfi.

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