Dante y Orvieto, de Luca Signorelli a Federico Zuccari


La conexión entre Dante, Luca Signorelli y Federico Zuccari pasa por Orvieto. Aquí, Signorelli pintó los espectaculares frescos de la capilla de San Brizio que dan forma a la imaginería de Dante. E inspiraron las propias visiones de Federico Zuccari.

El año 2020 ha llegado por fin a su fin y el primer día del nuevo año se ha celebrado con un acontecimiento cultural de trascendencia y buen augurio para el mundo del arte. Las Galerías Uffizi abrieron el 700 aniversario de la muerte de Dante Alighieri (Florencia, 1265 - Rávena, 1321) inaugurando una exposición virtual que pone a disposición en línea los ochenta y ocho dibujos realizados a finales del siglo XVI por Federico Zuccari para ilustrar la Divina Comedia. Estos bellos papeles, extremadamente delicados y sensibles desde el punto de vista de la conservación, han permanecido así prácticamente inéditos y hoy por primera vez se han digitalizado en alta definición y se han hecho accesibles al gran público en la página web del museo florentino. La exposición, que forma parte de la producción cultural digital que muchos museos han podido ofrecer a los visitantes de la web desde el inicio de la pandemia, permite acercarse, como explica el director Eike D. Schmidt. Schmidt, a un "material precioso no sólo para quienes investigan, sino también para quienes, apasionados por la obra de Dante, están interesados en profundizar en ella para seguir, como dice Alighieri, virtute e canoscenza.

Este importante acontecimiento nos brinda la oportunidad de recordar que Federico Zuccari, “excelente artesano” según Giorgio Vasari, cuyo trabajo continuó en la extraordinaria empresa de decorar la cúpula de Santa Maria del Fiore, permaneció mucho tiempo en Orvieto y se dedicó a pintar en la obra de la catedral junto y después de su hermano Taddeo, mayor y más famoso que Federico pero fallecido prematuramente, y que había sido una de las figuras clave del proyecto de Orvieto desde sus inicios. Pocos años antes de abordar el ciclo florentino del Juicio Final que quedó inacabado por la muerte de Vasari en 1574, Federico estuvo en Orvieto para “dirigir” los dos retablos encargados por la Fabbrica en 1568. Se trata de dos magníficas obras que representan, entre los milagros de Cristo, la Curación del ciego de nacimiento y la Resurrección del hijo de la viuda de Naim, que afortunadamente sobrevivieron a la destrucción del vasto entramado pictórico del siglo XVI del que la catedral fue, como suele decirse, “liberada” por las restauraciones de finales del siglo XIX.

Las dos pinturas llaman la atención por su altísima calidad técnica, su eficacia compositiva y su pleno dominio de la gran Manera pictórica, pero sobre todo por la extraordinaria brillantez del material, por los colores vivos y esmaltados debidos al hecho de que fueron colocadas sobre pizarra, en lugar de sobre lienzo o tabla, según una técnica de la que Federico Zuccari era un experto maestro. Desgraciadamente, una vez retiradas de la catedral antes de 1890, al estar formadas por varias piezas unidas, se consideró oportuno tapiarlas de nuevo. Ocuparon su lugar en la pared norte del Palacio Soliano, que se convirtió en sede del Museo de la Ópera del Duomo en 1882, y allí permanecen todavía hoy, resplandecientes tras un reciente mantenimiento que podrá apreciarse cuando se reabra definitivamente la sala.

Federico Zuccari, El milagro del ciego de nacimiento (1570-1571; óleo sobre piedra de pizarra; Orvieto, MODO - Museo dell'Opera del Duomo di Orvieto)
Federico Zuccari, El milagro del ciego de nacimiento (1570-1571; óleo sobre piedra pizarra; Orvieto, MODO - Museo dell’Opera del Duomo di Orvieto)


Federico Zuccari, El milagro del hijo de la viuda de Naim (1571-1572; óleo sobre piedra de pizarra; Orvieto, MODO - Museo dell'Opera del Duomo di Orvieto)
Federico Zuccari, El milagro del hijo de la viuda de Naim (1571-1572; óleo sobre piedra de pizarra; Orvieto, MODO - Museo dell’Opera del Duomo di Orvieto)

Así pues, Federico Zuccari tuvo la oportunidad de ver de cerca y varias veces, si lo deseaba, los frescos de la Cappella Nova, donde Luca Signorelli se había medido años antes con el grave tema del Juicio Final y había creado con extraordinaria inventiva nuevas “figuras” e iconografía dignas de la atención de Miguel Ángel, quien, según Vasari, se inspiró en ellas para componer la Capilla Sixtina. Y más tarde, vemos que el propio Vasari se refirió a él para fijar el rumbo y la partitura de la cúpula de Brunelleschi, y Zuccari volvió a él y se inspiró en él, exasperando con un espíritu verdaderamente visionario la ingeniosa creación de demonios multicolores, y forzando en una imaginación desmedida los enredos carnales y los atisbos imposibles de cuerpos condenados abatidos hasta el extremo.

“No gustó a nadie”, escribe Claudio Strinati al respecto, “y, durante siglos, la inmensa obra estuvo expuesta al escarnio público, hasta el punto de que, de vez en cuando, se pensaba en blanquearlo todo o en demoler aquel innoble amasijo de figuras”, caracterizado, entre otras cosas, por llamativas obscenidades en las escenas infernales de abajo, como el lujurioso sodomizado por las lanzas llameantes de los diablos o la figura de la pecadora que se sujeta a los genitales de otro condenado mientras caen en picado. Pero la mayor obscenidad, para el pueblo de Florencia, ha consistido siempre en el hecho de que un muchacho de las Marcas, prepotente y prevaricador, se haya permitido ultrajar la pureza de las líneas arquitectónicas de la cúpula". Pero Zuccari había hecho algo más que provocar: se atrevió a incluir su propio autorretrato y el de los miembros de su familia entre las filas del Pueblo de Dios, aunque entre los humildes y pobres de espíritu. ¿Podemos suponer que tenía un modelo? Tal vez sí, ya que se conocen dos dibujos en los que reprodujo I fatti dell’Anticristo (París, Musée du Louvre), en el que Signorelli se retrató a sí mismo junto a Beato Angelico como signo de evidente conciencia, e I Dannati (Oxford, Christ Church), sobre todo los más simbólicos en los que el poema de Dante había tomado forma en la catedral de Orvieto.

Izquierda: Federico Zuccari da Luca Signorelli, Los acontecimientos del Anticristo (dibujo; París, Museo del Louvre); derecha: Federico Zuccari da Luca Signorelli, Los condenados (dibujo; Oxford, Christ Church) De Federico Zuccari. Le idee, gli scritti, editado por B. Cleri, 1997
Izquierda: Federico Zuccari da Luca Signorelli, Los hechos del Anticristo (dibujo; París, Musée du Louvre); derecha: Federico Zuccari da Luca Signorelli, Los condenados (dibujo; Oxford, Christ Church). De Federico Zuccari. Le idee, gli scritti, editado por B. Cleri, 1997


Luca Signorelli, Los condenados (1499-1504; fresco; Orvieto, Duomo, Cappella Nova)
Luca Signorelli, El condenado (1499-1504; fresco; Orvieto, Duomo, Cappella Nova)


Luca Signorelli, El Antinferno (1499-1504; fresco; Orvieto, Duomo, Cappella Nova)
Luca Signorelli, Los condenados (1499-1504; fresco; Orvieto, Duomo, Cappella Nova)


Pared izquierda de la capilla de San Brizio
Pared izquierda de la capilla de San Brizio


Luca Signorelli, el retrato de Dante en la capilla de San Brizio
Luca Signorelli, Retrato de Dante en la capilla de San Brizio

Esta misma imaginería y quizás los ejemplos de Orvieto junto al vasto repertorio manierista, de Rafael a Miguel Ángel, resurgen y se reactivan en las ilustraciones de Federico Zuccari sobre Dante: años más tarde, el mundo fantástico del Inframundo se enriquece con sugestiones nórdicas, flamencas, y se contamina con el de los grotescos, que Signorelli había utilizado en los márgenes de las historias como precioso relleno, o tejido de soporte de los grandes cameos en los que daba rostro a los “fundamentos clásicos” de la cultura renacentista incluyendo entre las autoridades a un único moderno: el poeta supremo, Dante Alighieri.

Para redescubrir en presencia el contenido dantesco que anima con imágenes extraordinarias la Capilla Nova de la Catedral de Orvieto (y que es continuamente objeto de estudio por su valor excepcional) habrá que esperar a que la catedral vuelva a abrirse al público, cuando por fin podremos volver “A riveder le stelle” (A ver de nuevo las estrellas). Pero mientras tanto puede haber eventos virtuales que a través de la tecnología y las nuevas ciencias contribuyan a celebrar el Centenario de Dante también en Orvieto, y a alimentar el conocimiento y la puesta en común de esto que sin ninguna duda de reconocimiento es una parte necesaria del patrimonio de la humanidad. Un precioso legado que puede guiarnos hacia el futuro, un camino luminoso que se ilumina con los nombres de Dante, Signorelli, Zuccari y los artistas que han sido intérpretes de lo contemporáneo a lo largo de los tiempos y que proyectan Orvieto en la historia y en el mundo, mucho más allá de las plazas, del acantilado. Esperemos que 2021 sea el año de Dante Alighieri, el año de la poesía y de los poetas, el año del Arte y de la Cultura y, por ello, de una realidad presente y mejor.


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