Cómo atribuir un cuadro: Julius von Schlosser, el estudio filológico de la obra y el de las fuentes


Tercera entrega de nuestra historia de la crítica de arte: Julius von Schlosser, la Escuela de Viena y el estudio filológico de las obras.

Con este artículo, reanudamos nuestra breve historia de la crítica de arte que iniciamos con las pequeñas contribuciones sobre las figuras de Giovanni Morelli y Giovanni Battista Cavalcaselle: para introducir el tema de esta nueva “entrega” de la serie, debemos remontarnos a los orígenes, a la figura de Giovanni Morelli. El método de Morelli había obtenido una gran aceptación en Viena, donde estaba activo un grupo de historiadores del arte que más tarde pasaría a la historia como la Escuela de Viena: al igual que Morelli, estos eruditos austriacos pretendían dotar a la disciplina de la historia del arte de un método basado en una sólida base científica. Todavía estamos en la segunda mitad del siglo XIX, y el clima cultural sigue dominado por ese positivismo que había influido enormemente en el método de Morelli.

Morelli conoció personalmente a algunos de estos eruditos. El episodio es recordado por Julius von Schlosser (1866 - 1938) en su obra de 1934 Die Wiener Schule der Kunstgeschichte (“La Escuela Vienesa de Historia del Arte”): una obra fundamental también porque fue la que quizá más que ninguna otra contribuyó a definir al grupo de estos importantes historiadores del arte austriacos, todos más o menos vinculados a laUniversidad de Viena, como la “Escuela Vienesa de Historia del Arte”. El término “escuela” no indicaba una institución que reuniera a estos intelectuales: era simplemente una etiqueta que servía para identificarlos como un grupo unido. Decíamos que Schlosser, en su tratado de 1934, recordaba el encuentro con Morelli (que solía ir a Viena a estudiar), que tuvo lugar en laAlbertina, la gran colección creada en el siglo XVIII por Alberto de Sajonia-Teschen: “Wickhoff presentó a sus alumnos [...], sobre todo a Hermann Dollmayr, pero también a mí mismo, al ”Senador“, y el encuentro nos dejó recuerdos que han permanecido entre los más preciosos de nuestras vidas”.



Julius von Schlosser
Julius von Schlosser
Schlosser fue uno de los miembros más jóvenes del grupo vienés, y su contribución siguió a la de otros grandes historiadores del arte como Franz Wickhoff y Alois Riegl. Sin embargo, hemos decidido empezar por Schlosser en primer lugar porque, como ya se ha dicho, es sobre todo gracias a él que la “Escuela de Viena” se conoce hoy con esta locución, y después porque en su obra hay referencias sistemáticas a Morelli, a quien el erudito austriaco señala como inspirador esencial de su propia visión de la historia del arte. En términos muy claros: “Morelli es una personalidad de gran importancia para la historia de nuestra disciplina, y en particular para la ’Escuela de Viena’, ya que marcó la transición del romanticismo alemán al positivismo en la segunda mitad del siglo XIX”. La fascinación ejercida por Morelli sobre Schlosser (y antes sobre Wickhoff) se debía a que, según los estudiosos austriacos, el “Senador” había sido el primero en proponer un enfoque filológico de lasobras de arte, y era el único entre sus contemporáneos que consideraba la obra como el producto de un lenguaje artístico, hasta el punto de que Wickhoff, según nos cuenta Schlosser, lo comparaba con un dialectólogo, precisamente por esta capacidad.

¿Cómo reelaboró entonces Schlosser las tesis de Morelli? Como habíamos visto, el método de Morelli tenía importantes limitaciones, pero no obstante había puesto de manifiesto la necesidad de estudiar una obra de arte siguiendo un método dotado de rigor científico. Esta es la base de la que partió la Escuela de Viena. Schlosser se había formado como filólogo y había llegado a la historia del arte a través del estudio de laarqueología. Por ello, estaba convencido de que la aproximación básica a una obra de arte no podía separarse de un estudio filológico que tuviera en cuenta un aspecto fundamental: la historia del arte debía considerarse como la suma de una historia del estilo y una historia del lenguaje artístico. La misma distinción que, en literatura, se aplica a la historia de la literatura y a la historia de la lengua. Schlosser, en otras palabras, dividió las obras producidas por los grandes genios creadores, es decir, los que inventaron estilos y géneros (historia del estilo), de las obras producidas en cambio por los que dieron forma a un lenguaje reproduciendo o imitando los logros de los más grandes artistas (historia del lenguaje): se puede ver en esto la influencia de Benedetto Croce, que estaba convencido de que no podía haber tanto una historia del arte como una historia de los artistas. Estudiar una obra de arte, para Schlosser, equivalía por tanto a reconstruir su relación con la historia del estilo, por un lado, y con la historia del lenguaje, por otro: significaba, en otras palabras y retomando las concepciones de un importante lingüista, Karl Vossler, ver una obra como producto de laevolución de un determinado estilo creado en un determinado momento de la historia, un estilo que, convertido en patrimonio compartido, se convirtió en lenguaje. Y la obra, como producto de una lengua, debía estudiarse en relación con otros objetos producidos mediante el uso de la misma lengua: es lo que ocurre, por otra parte, también en el ámbito de la filología. Es precisamente el estudio de estas relaciones y del lenguaje de la obra lo que llevaría al estudioso a identificar los rasgos específicos del estilo que caracteriza a la obra.

Julius von Schlosser, Die Kunstliteratur
Portada de la obra Die Kunstliteratur de Julius von Schlosser (1924, Kunstverlag Anton Schroll & co., Viena)
La consideración de una obra como objeto en relación con otros objetos (así como con el contexto histórico en el que fue producida), y por tanto la idea de la historia del arte como un conjunto de relaciones filológicas entre obras, había sido un logro de la Escuela de Viena en su conjunto, del que tal vez hablemos en otra ocasión. Sin embargo, Schlosser tuvo otro mérito: el de subrayar la importancia del estudio de las fuentes. En 1924, Schlosser publicó una obra que aún hoy se considera fundamental, titulada Die Kunstliteratur (“Literatura artística”): un importante manual de las “Quellenschriften” (“fuentes escritas”) del arte moderno, entendido como arte “von Diokletian bis auf Napoleon” (de Diocleciano a Napoleón), donde por “fuentes escritas” el autor entendía sobre todo testimonios literarios. Menor peso tenían los documentos, inscripciones, citas de inventario y otras fuentes indirectas, que Schlosser no consideraba objeto de su propia obra, sino de otras disciplinas. La razón de esta distinción también nos ayuda a comprender la importancia que Schlosser concedía a las fuentes literarias. En pocas palabras, el erudito austriaco creía que las fuentes literarias nos ayudan a comprender el proceso de creación de una obra, precisamente porque están escritas con esta intención precisa: piénsese, por ejemplo, en las Vidas de Giorgio Vasari. La literatura artística, en definitiva, según Schlosser, ayuda a salvar la distancia que nos separa a los contemporáneos de una obra de arte del pasado, acercándonos a su comprensión.

Encontramos una interesante aplicación del método de Schlosser en una atribución que formuló para un grupo de bronce que representa a Adán y Eva, conservado desde 1891 en el Kunsthistorisches Museum de Viena. El erudito lo asignó al escultor genovés Niccolò Roccatagliata (noticias de 1593 a 1636): una atribución posteriormente aceptada por todos los críticos. Schlosser llegó a Roccatagliata comparando la obra con otro grupo seguro del artista ligur, el Paliotto di San Moisé (llamado así por la iglesia veneciana que lo alberga), con el que había identificado compatibilidad estilística. Pero aún más interesante fue la intuición de comparar el “modelado de las figuras” con el de las figuras de Tintoretto: el contacto entre Tintoretto y Roccatagliata fue corroborado precisamente por el estudio de las fuentes literarias. En particular, Schlosser se refirió a las Vite de’ pittori, scultori et architetti genovesi de Raffaele Soprani (1612 - 1672), en las que se menciona la amistad entre ambos artistas. El estudio de las fuentes escritas ha resultado, pues, decisivo para la atribución de la obra.

Niccolò Roccatagliata, Adamo ed Eva
Niccolò Roccatagliata, Adán y Eva (1629; bronce, altura 29 cm; Viena, Kunsthistorisches Museum)

Bibliografía de referencia

  • Ricardo De Mambro Santos, Palabras en suspenso. La definición de “fuentes escritas” en la Kunstliteratur de Julius von Schlosser en Journal of Art Historiography 2 (junio de 2010)
  • Julius von Schlosser, The Vienna School of the History of Art (1934), en traducción de Karl Johns en Journal of Art Historiography 1 (diciembre de 2009)
  • Michael Gubser, Time’s Visible Surface: Alois Riegl and the Discourse on History and Temporality in Fin-de-Siècle Vienna, Wayne State University Press, 2006.
  • Andrea Bacchi (ed.), La bellissima maniera: Alessandro Vittoria e la scultura veneta del Cinquecento, catálogo de la exposición (Trento, 25 de junio - 26 de septiembre de 1999), Provincia Autonoma di Trento Servizio Beni Culturali, 1999
  • Julius von Schlosser, Die Kunstliteratur. Ein Handbuch zur Quellenkunde der neueren Kunstgeschichte, en traducción de Filippo Rossi(La letteratura artistica: manuale delle fonti della storia dell’arte moderna), La nuova Italia, 1996.
  • Gert Schiff (ed.), German Essays on Art History: Winckelmann, Burckhardt, Panofsky y otros, Bloombsbury Academic, 1988


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