Breve historia del artista que engañó a los fascistas con una falsa Madonna de Leonardo da Vinci


En 1939, el artista Cesare Tubino quiso burlarse de las autoridades fascistas que habían apoyado firmemente la exposición sobre Leonardo da Vinci consiguiendo que los comisarios aceptaran una Madonna de Leonardo da Vinci... que él mismo había pintado: breve historia de la "Madonna del Gato".

La historia de la Madonna del Gatto es un curioso incidente que tuvo lugar en Milán en 1939, durante la exposición dedicada a Leonardo da Vinci en el Palazzo dell’Arte del Parco Sempione. Cesare Tubino (Génova, 1899 - Turín, 1990), un artista que se oponía a la dinámica artística oficial del régimen fascista, decidió poner a prueba al mundo del arte de la época y crear un cuadro falso al estilo de Leonardo da Vinci.

El panel que creó representaba la Virgen del Gato, un tema que había sido concebido por el gran maestro a finales del siglo XV y que se había transmitido a través de algunos de sus dibujos. El cuadro falso fue hábilmente envejecido por Tubino y luego confiado al anticuario Carlo Noya, quien, fingiendo haberlo descubierto por pura casualidad en su casa familiar de Savona, consiguió que los comisarios de la exposición Leonardo lo aceptaran como auténtico.

La obra fue declarada auténtica por Adolfo Venturi, reputado historiador del arte, y otros expertos en la materia. La noticia del descubrimiento del cuadro se difundió rápidamente por los periódicos internacionales y la obra se exhibió en la exposición Leonardo de Milán. Sin embargo, algunas personas desconfiaron de su autenticidad y el cuadro fue retirado temporalmente de la exposición. Tras varios análisis favorables por parte del Ministerio de Cultura Popular, la obra fue reintegrada en la exposición.

Una imagen de la obra de Tubino, ahora en una colección privada
Una imagen de la obra de Tubino, ahora en una colección privada

Tras el final de la exposición, el panel fue devuelto a Carlo Noya, que se encargó de su correcta conservación. Sin embargo, el rastro del cuadro se perdió durante nada menos que 51 años, hasta la muerte de Cesare Tubino en 1990, cuando admitió en su testamento que había sido él quien había realizado la falsificación y que llevaba medio siglo guardada en su dormitorio.

La noticia surgida del testamento de Tubino fue ampliamente difundida en la prensa nacional e internacional, y despertó el interés de varios expertos en arte, entre ellos Giulio Carlo Argan, Maurizio Calvesi y Federico Zeri. A estos críticos no les sorprendió la curiosa revelación de Tubino, ya que, en su opinión, la obra presentaba numerosas incoherencias que la hacían incompatible con el estilo de Leonardo da Vinci.

La historia de la Madonna del Gatto y la figura de Cesare Tubino muestran cómo el arte, la cultura y la creatividad pueden utilizarse como instrumentos de resistencia contra las dictaduras y las ideologías autoritarias. En una época en la que el arte y la cultura estaban fuertemente controlados por el régimen fascista, Cesare Tubino demostró que siempre hay lugar para la rebelión creativa y que la verdad no siempre es la que se nos presenta. Su figura representa un ejemplo de valentía y libertad de pensamiento que resistió a la propaganda cultural del régimen, demostrando que incluso en un contexto de censura y control es posible defender la propia libertad y creatividad. Pero esta historia adquiere un valor aún mayor a la luz del sacrificio del hijo de Tubino, Libero, que cayó en 1943 como partisano y fue condecorado con la “Medalla de la Libertad” por el Departamento de Guerra de Estados Unidos.


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