Los museos estadounidenses tienen un largo historial de contribución a la recuperación y devolución de obras de arte robadas por los nazis. Muchos de los oficiales aliados que sirvieron en la sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos del ejército estadounidense durante y después de la Segunda Guerra Mundial trabajaron como civiles en museos estadounidenses. Conocidos hoy como los “Monuments Men”, estos directores de museos, conservadores e historiadores del arte recuperaron obras de arte robadas por los nazis y las devolvieron a sus legítimos propietarios después de la guerra. Sus heroicos esfuerzos hicieron posible la devolución de cientos de miles de objetos.
Sin embargo, a pesar de este éxito inicial, la enorme escala del saqueo nazi y el caos del mercado del arte en Europa durante y después de la guerra hicieron que quedara un número desconocido de obras que pasaron desapercibidas y que, por tanto, nunca fueron devueltas. Muchas de ellas siguen sin ser localizadas. E inevitablemente, algunos museos estadounidenses han adquirido sin saberlo algunos de estos objetos en los últimos setenta y cinco años, y hoy en día es deber (además de una responsabilidad ética) de los museos estadounidenses seguir investigando la procedencia de los objetos de sus colecciones y ser transparentes con los resultados de esta investigación.
Ya en 1998, la Conferencia de Washington sobre los Bienes de la Época del Holocausto pidió que se prestara renovada atención a la investigación de la procedencia durante el nazismo, y muchos museos estadounidenses han dado pasos importantes en este ámbito. Una mayor conciencia de la dificultad de este tipo de investigación, más recursos y más relaciones de colaboración entre los estudiosos podrían ayudar mucho a los museos estadounidenses a proseguir sus esfuerzos por identificar las obras de arte de sus colecciones que fueron robadas por los nazis y no fueron devueltas.
La Sala de los Mártires del Jeu de Paume de París, donde, durante la ocupación de Francia, se almacenaron varias obras de artistas considerados degenerados por los nazis. |
Estas investigaciones requieren aptitudes profesionales especiales: plena comprensión del contexto histórico del periodo en cuestión, conocimiento de los materiales de archivo de distintos países, saber cómo acceder a estos recursos y qué buscar en los archivos, y conocimiento de las lenguas utilizadas en los documentos. También hay que poseer la capacidad de llegar a los archivos necesaria para acceder a los documentos más importantes. Los recientes esfuerzos de digitalización han permitido que gran parte del material esté disponible en línea (un gran paso adelante para mejorar el acceso a los archivos), pero para la mayoría de los archivos que contienen material de procedencia, todavía hay que viajar personalmente a los repositorios, tanto en Europa como en Estados Unidos. Además, la investigación sobre la procedencia de los objetos no es un proyecto a corto plazo. Aunque es un aspecto esencial de la gestión de una colección de arte, los resultados no pueden obtenerse rápidamente y, de hecho, nunca están totalmente completos. Por ello, el carácter complejo y a largo plazo de esta investigación se beneficiaría enormemente de la asignación de recursos humanos estables y permanentes, es decir, de investigadores en los museos que trabajasen a tiempo completo en estos aspectos, y ello no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. De hecho, gran parte de la investigación sobre la procedencia de los objetos es de carácter temporal, vinculada a becas de investigación o a proyectos individuales. Esto es sin duda un buen comienzo, pero recurrir al trabajo de un investigador contratado a corto plazo no permite desarrollar un conocimiento institucional sobre el tema. Cada colección de museo tiene su propia vida, tiene una historia única, y cada vez que un proyecto de investigación tiene que ser transferido de una persona a otra, o tiene que ser suspendido durante un cierto periodo de tiempo, parte de este conocimiento institucional se pierde. Pero si hay continuidad en la investigación sobre la procedencia de posibles nuevas adquisiciones, también surge la necesidad de puestos de investigador permanente: en este sentido, algunos museos estadounidenses (como el Museo de Bellas Artes de Boston, el Museo de Arte Nelson-Atkins y, más recientemente, la Galería de Arte de la Universidad de Yale), han contratado investigadores permanentes, cuya tarea es estudiar la historia de sus colecciones.
Sin embargo, contratar investigadores permanentes y asignarles los gastos de viaje necesarios no es tarea fácil para varios museos, muchos de los cuales tienen que recaudar fondos por cada dólar que necesitan. La comunidad artística, al hacer hincapié en lo importante que es ser plenamente consciente de la complejidad de la investigación sobre la procedencia de los objetos de la época nazi y lo necesario que es contar con personal especializado, contratado de forma permanente por los museos, podría fomentar la asignación de recursos adicionales.
Por otra parte, más allá de la investigación sobre la procedencia de las colecciones, el objetivo de los museos estadounidenses es, como ya se ha dicho, hacer transparentes los resultados de las investigaciones. La transparencia conduce a una gestión ética de las colecciones, y una de las mejores maneras de demostrarlo es incluir la procedencia de los objetos en las bases de datos en línea de las colecciones. La transparencia también facilita la difusión del conocimiento al permitir que diferentes investigadores establezcan conexiones entre objetos de distintas colecciones. E incluso si la procedencia de un objeto aún no se ha determinado por completo, es importante compartir tanta información como sea posible, reconociendo que la investigación continúa sin detenerse nunca y que pueden asignarse recursos que antes no existían: así es como pueden cambiar nuestros conocimientos sobre la procedencia de algunos objetos. Las leyes sobre privacidad, que varían de un país a otro, pueden impedir a veces que los investigadores compartan información, pero siempre hay formas de colaborar manteniendo una estricta confidencialidad. El avance de los conocimientos sobre la procedencia de los objetos de las colecciones estadounidenses (y de todo el mundo) podría beneficiarse de la colaboración entre investigadores estadounidenses y europeos, y la cooperación es quizá aún más necesaria entre investigadores estadounidenses e italianos: Italia cuenta con abundante material de archivo, sobre el que los estudiosos estadounidenses tienen muchos menos conocimientos que sobre el material del norte de Europa.
Los museos estadounidenses tienen el deber de ser proactivos en la investigación de la procedencia de los objetos de sus colecciones y de ser transparentes en la difusión de los resultados. La comunidad internacional puede ayudarles en este empeño insistiendo en la necesidad de recibir más financiación, especialmente para crear puestos de investigadores permanentes, y de estar abiertos a colaboraciones entre estudiosos de ambos lados del Atlántico.
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