El 24 de agosto, en un post en sus redes sociales, el director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, recordó laerupción del Ves ubio el 24 de agosto del año 79 d.C. “El 24 de agosto del año 79 d.C. la erupción del Vesubio destruyó Pompeya y Herculano”, recordó Zuchtriegel. "Así escribió Plinio el Joven (la tradición de los manuscritos antiguos sólo tiene esta fecha, todas las demás fechas atribuidas a Plinio son fruto de conjeturas modernas, como ha demostrado recientemente P. Foss, Pliny and the Eruption of Vesuvius). Plinio escribió 17 años después de la erupción; más de un siglo después, Casio Dione dijo que era phthinóporon (F. Montanari, Dizionario greco-italiano: propr. ’consumo de verano’, de ahí ’otoño’). Algunos arqueólogos han cuestionado la fecha del 24 de agosto, considerando más probable una fecha otoñal".
“Plinio habría cometido por tanto un error... lo cual es ciertamente posible, pero hasta ahora faltan pruebas concluyentes. La búsqueda continúa, ¡es parte de su encanto!”, concluye el Director del Parque. El post, técnico y aparentemente inocuo, fue en realidad sin duda sopesado por Gabriel Zuchtriegel, porque tiene y tendrá una importancia capital en el debate público (no científico, sino público) sobre la fecha de la erupción que destruyó Pompeya. Y, en efecto, ha creado un cierto desconcierto entre algunos de sus seguidores: en los últimos seis años, la hipótesis de la fecha otoñal de la erupción de Pompeya, y en particular el desplazamiento al 24 de octubre, se ha convertido de facto en la institucional. Sucedió, recordarán los lectores, sobre todo después del 16 de octubre de 2018, cuando el Parque de Pompeya, entonces dirigido por Massimo Osanna, anunció que había identificado una inscripción que “cambia la historia de la erupción”, datándola, se afirmó, ciertamente en octubre. Se trataba de una inscripción al carbón encontrada en una casa de la regio V que habla del “17 de octubre”, sin especificar el año. Esto dio lugar a una campaña mediática masiva, con el apoyo entusiasta del entonces Ministro de Patrimonio Cultural Alberto Bonisoli (“hoy, con humildad, estamos reescribiendo la historia”, dijo a los periodistas ese día ). Gracias a una serie de producciones de máxima audiencia (el gran divulgador Alberto Angela estaba convencido desde hacía tiempo de la fecha de finales de octubre) que daban por segura la nueva fecha del 24 de octubre, durante seis años se creó un ambiente en el que las dudas sobre la fecha de octubre ya no parecían tener cabida.
Por ello, la “elección de campo” del director de Pompeya contribuirá sin duda a reabrir un debate en el que seguían faltando elementos dirimentes. Zuchtriegel respondió entonces a quienes planteaban dudas sobre la validez de su razonamiento, desmontando en extrema síntesis la fecha del 24 de octubre: “Sobre la fecha del 24 de octubre”, escribió en Instagram, "Plinio escribía las fechas a la manera romana, es decir, contando a partir del primer día (las ’calendas’) del mes siguiente. Así pues: 24 de agosto = ante diem nonum kalendas Septembres, probablemente abreviado a.d. viiii k Sept (cf. ejemplos de graffiti pompeyanos). Ahora bien, uno de los manuscritos tiene “non” por “nonum” y luego un hueco. Un editor lee “nov(embre)”, por lo que también circula la fecha del 1 de noviembre. Pero la cosa no acaba ahí: otros deciden tanto aceptar nov(embre) como mantener nonum ... y así surge la fecha del 24 de octubre. La misma palabra adquiere así dos significados diferentes - “ante diem non(um) k nov(embres)”- que se excluyen mutuamente. Es como si al ver la huella de un animal y no poder decidir si es la de un perro o la de un lobo, uno decidiera que pasaron tanto un perro como un lobo. Esto no significa que fuera necesariamente el 24 de agosto. [...] Lo importante es examinar detenidamente las fuentes y los materiales y proseguir el debate científico con serenidad y sin prejuicios". Pero, ¿qué ha ocurrido entonces con el paso de los años?
En resumen, las dudas sobre si la fecha de la erupción es el 24 de agosto existen desde hace cientos de años, tanto porque algunos códices llevan fechas diferentes, como porque los datos arqueológicos han parecido a diversos estudiosos a lo largo de los años poco adecuados para un paisaje de agosto. Bajo las cenizas se han encontrado frutos otoñales como higos secos, nueces, castañas y granadas, algunos recipientes de vino ya sellados y braseros ya en uso en los hogares, así como víctimas vestidas con ropas de lana.
A finales del siglo XX, fueron sobre todo Umberto Pappalardo y Grete Stefani quienes apoyaron firmemente la idea de un error en las fuentes y propusieron una erupción a finales de otoño o más exactamente (ésta era su hipótesis) el 24 de octubre. En este marco, en 2006 Stefani publicó una moneda que -mucho más que la inscripción al carbón de 2018- podría ser la prueba definitiva de la imposibilidad de una fecha del 24 de agosto, y así fue presentada: un denario de plata de Tito que, según explicó la estudiosa, mostraba su decimoquinta aclamación, que con toda seguridad tuvo lugar después del 8 de septiembre del año 79 d.C. El artículo fue recibido con entusiasmo por los estudiosos y parecía haber despejado las dudas. Pero no fue así: una autopsia a la moneda -de la que solo se habían publicado los diseños- expuesta en 2013 en Londres, llevó a algunos numismáticos británicos a reevaluarla, señalando que no había elementos que condujeran a la decimoquinta aclamación. No era la “pistola humeante”, tratándose de una moneda que podía fecharse genéricamente en el verano-otoño del 79 d.C.
En este contexto, la inscripción al carbón -que también podría haber sido escrita en los años anteriores a la erupción- era un elemento más a favor de una posible datación otoñal (no el 24 de octubre, cualquier fecha posterior al 17), pero no podía ser una prueba concluyente, tal y como se presentó y relató.
Aunque Zuchtriegel no lo dice explícitamente en su post, desde 2018 han surgido nuevos elementos que hablan en contra de una fecha de finales de octubre. El primero, y más importante, es el estudio de Pedar Foss, Pliny and the Eruption of Vesuvius, citado en el post, que se publicó en 2022: el estudioso, con un masivo reanálisis de las fuentes, constata que en todos los códices más antiguos (siglo IX d.C.) de Plinio el Joven aparece siempre la fecha del 24 de agosto, mientras que todas las demás son fruto de añadidos de amanuenses en siglos posteriores. A falta de una “prueba de moneda”, esto basta para volver a considerar improbable el error de transcripción de Plinio.
El segundo es un “descubrimiento” de la época en que Zuchtriegel ya era director (junio de 2022), menos pintoresco que los otros pero bastante interesante por sus posibles implicaciones para la datación: una tortuga encontrada todavía con su huevo a punto de poner, todavía con sus partes blandas. Como es muy probable que muriera en los días de la erupción (las tortugas se encuentran normalmente sin sus partes blandas), contribuye a hacer improbable un acontecimiento en octubre, ya que las tortugas no ponen huevos en esa época.
El debate, que quede claro, aún está lejos de cerrarse. El paisaje “otoñal”, con granadas e higos, puede y debe dejar abiertas las dudas. La vendimia, sin embargo, por lo que ahora sabemos, aún no había comenzado, salvo en algunos casos, como han dejado claro los arqueobotánicos (en particular Antonia Ciarallo).
“Para los romanos agosto era otoño, lo sabemos por la mayoría de los autores antiguos, por eso algunos frutos que hoy nos pueden sonar extraños, es absolutamente normal que estuvieran maduros ya en agosto”, explica Helga Di Giuseppe, investigadora que lleva décadas trabajando en Pompeya y que es una firme defensora de la datación en agosto, tanto que incluso dedicó un libro(Pompeii, la catastrofe, Scienze e Lettere, 2022, escrito con Marco Di Branco) precisamente al supuesto daño académico-científico a la narrativa mediática de Pompeya entre 2014 y 2020. Di Giuseppe acogió con comprensible entusiasmo la “reapertura” de la dirección del parque a la datación de agosto: "A estas alturas no será fácil, en los últimos años han cambiado hasta los libros de texto, la datación de octubre se ha convertido en la oficial en todas partes. Pero tener un director de Pompeya que reabra el debate científico facilitará sin duda volver a partir de ciertos datos.
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