Una crisis cultural sin precedentes. La alarma del informe de la Unesco

LaUnesco da la voz de alarma sobre la situación del sector cultural, que sale con los huesos rotos de la pandemia de Covid-19: según el informe Re|Shaping. Políticas para la creatividad, ya en su tercera edición y publicado hace unos días, la cultura, que genera el 3,1% del PIB mundial y emplea al 6,2% de la mano de obra en todo el planeta, ha sufrido importantes pérdidas. De hecho, solo en 2020 se perderán diez millones de puestos de trabajo, en un sector que hasta 2019 experimentaba un importante crecimiento en todo el mundo, ya que el valor de las exportaciones de productos y servicios culturales se duplicó entre 2005 y 2019 hasta alcanzar los 389.000 millones de dólares.

Además, hay otros problemas. En los últimos diez años, la inversión pública en cultura ha empezado a reducirse y, en todo el mundo (el problema no es, por tanto, solo italiano), los trabajadores de la cultura viven situaciones precarias y desreguladas. Además, la Unesco advierte de que la igualdad de género en el sector sigue siendo un objetivo lejano. También existen fuertes desigualdades entre los países más avanzados del mundo y los países en desarrollo, ya que los primeros se reparten el 95% del mercado.

En una situación ya de por sí delicada, la pandemia de Covid-19 vino como un peñasco a recordarnos que ningún país puede estar solo, ya que la cultura es un valor global y a todo el mundo le interesa preservarla y promoverla. “La pandemia de COVID-19”, subraya Audrey Azoulay, Directora General de la Unesco, “ha provocado una crisis sin precedentes en el sector cultural. En todo el mundo, museos, cines, teatros y salas de conciertos (lugares de creatividad y de intercambio) han cerrado sus puertas. En 2020, los ingresos de los creativos disminuyeron más de un 10%, es decir, más de 1.000 millones de euros. Lo que ya era una situación precaria para muchos artistas se ha vuelto insostenible, amenazando la diversidad creativa. Al mismo tiempo, nos hemos dado cuenta de lo mucho que necesitamos la cultura, la creatividad y la diversidad de las expresiones culturales protegidas por la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de 2005. Necesitamos la vitalidad de un sector que da empleo a los jóvenes e impulsa la innovación y el desarrollo sostenible”.

No obstante, el informe señala posibles salidas, aunque el camino será largo. Por ello, será crucial continuar por el camino que la Unesco trazó en 2015 desarrollando un “Marco de Seguimiento” basado en cuatro objetivos: apoyar sistemas de gobernanza sostenibles para la cultura que puedan llevar a los países del go a tomar medidas efectivas para proteger la cultura; garantizar la igualdad de acceso; integrar la cultura en programas de desarrollo sostenible basados en el reconocimiento del valor de la cultura y su importancia como elemento complementario de la economía; y promover los derechos humanos y las libertades fundamentales.

“Lo que la pandemia de COVID-19 enseña a las sociedades”, afirma el informe, “es que, en tiempos de crisis, la cultura es un recurso importante para la resiliencia, la conexión y la recuperación (incluso cuando cambian las formas de compromiso de creadores, productores y público). [...] Dado que la cultura es fundamental para el desarrollo de nuestras sociedades por sus beneficios económicos, sociales y medioambientales y su vulnerabilidad a los fenómenos globales, es un bien público mundial que debe protegerse y promoverse plenamente en beneficio de toda la humanidad”. Esta era la aspiración de los Estados miembros de la UNESCO cuando adoptaron la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de 2005, así como los instrumentos normativos de la UNESCO que la precedieron. Por lo tanto, la cultura debe ser parte integrante de un nuevo acuerdo mundial para apoyar la solidaridad en el seno de las sociedades y las generaciones, y entre ellas".

Fotografía de Alina Grubnyak

Una crisis cultural sin precedentes. La alarma del informe de la Unesco

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