¿Un camión de porchetta dentro de la Villa d'Este? Las villas tiburtinas buscan vehículos de comida callejera para el catering

Antes lo llamábamos el “lurido” (en el norte) o el “zozzone” (de Roma para abajo) y lo utilizábamos sobre todo al margen de una noche de discoteca. Ahora, sin embargo, ya no existe el camión "porchettaro " tal y como lo conocíamos: persigue la calidad, se llama más poéticamente food truck y ya no vende bocadillos con quintales de salchichas baratas, sino refinadas especialidades de comida callejera para los paladares de los gourmets más exigentes. Y ahora el antiguo charcutero da un paso más hacia su entrada definitiva en el Olimpo de la gastronomía gourmet: de hecho, puede aspirar a acabar dentro de un museo, y en concreto en los espacios de Villa Adriana y Villa d’Este en Tivoli. La idea de servir comida y bebida a los visitantes no a través de las cafeterías habituales, sino de camiones de comida callejera, parte del director del complejo tiburtino, Andrea Bruciati, que ya lo había propuesto en 2017, solo para ser archivado al año siguiente. Ahora, la manifestación de interés dirigida a operadores de camiones de bocadillos ha vuelto, y hasta el 15 de mayo, fecha límite, había cosechado nada menos que cuatro candidaturas.

El anuncio de MiBAC de 31 de mayo de 2019 señala que la apertura pública de los sobres con la documentación administrativa tendrá lugar el 13 de junio, seguida de la apertura de los sobres con las ofertas técnicas. Por último, el 14 de junio tendrá lugar la apertura pública de los sobres con las ofertas económicas.

Pero, ¿qué características deben tener los food trucks para aspirar a vender bocadillos y focaccia a los visitantes de Villa Adriana o Villa d’Este? Una longitud máxima de tres metros y una anchura máxima de un metro 60, propulsión mediante motor eléctrico, estética compatible con el contexto de los conjuntos monumentales (preferiblemente “colores claros, blancos o pastel”, reza el anexo con las características mínimas), venta exclusiva de productos alimenticios frescos aptos para su consumo inmediato y, en particular, productos y materias primas DOP, IGP o ETG. Los participantes deben garantizar, reza el anuncio, el "consumo de bebidas calientes y/o frías y de alimentos preparados y/o manipulados in situ (a modo de ejemplo: bocadillos, piadinas, pizza, primeros y segundos platos, etc. etc., eventualmente también especialidades típicas de la gastronomía italiana e internacional). Evidentemente, los participantes debían estar inscritos en la Cámara de Comercio, disponer de las licencias y autorizaciones necesarias exigidas por la ley, poseer certificaciones HACCP y, por supuesto, experiencia para realizar el servicio garantizando un nivel de calidad adecuado.

En Villa Adriana se colocará una furgoneta en la zona del canopo oeste, habrá otra en la zona de la maqueta plástica, y habrá una tercera en el Santuario de Hércules Vincitor. En Villa d’Este habrá dos espacios: uno en el Gran Viale y otro cerca de los estanques de peces. Los concesionarios tendrán que pagar un canon mensual de dos mil euros por Villa d’Este y mil euros por Villa Adriana, más un porcentaje de royalty.

En resumen, ¿llegarán pronto los food trucks a las villas tiburtinas? ¿Y cómo debe valorarse la iniciativa? ¿Un truco interesante para promover un tipo diferente de restauración, quizás más inclinado a los hábitos de los turistas, o algo en la línea de los puestos de la Piazza dei Miracoli en Pisa, contra los que, por otra parte, el propio Ministro de Patrimonio Cultural, Alberto Bonisoli, se pronunció hace unas semanas? Hay materia para el debate...

En la foto: Villa d’Este. Foto Crédito

¿Un camión de porchetta dentro de la Villa d'Este? Las villas tiburtinas buscan vehículos de comida callejera para el catering

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