’¡Faltan 280.000 trabajadores en el turismo!’ Esta fue la alarma lanzada por Confcommercio en abril de este año, que ya recalculó cuántos empleados serían necesarios para la próxima temporada de verano. La Fipe(Federación Italiana de Establecimientos Públicos) estima la falta de personal en unos 350 mil, Unioncamere en 220 mil y Confesercenti, por su parte, cifra en 100 mil los empleados que faltan. El turismo va tan bien que falta personal para gestionar el volumen de flujos que llegan a nuestro país: parece una paradoja, pero frente a los muchos parados, hay empresas que no encuentran mano de obra. Una alarma que ha sido una constante desde Covid. De hecho, la Renta de Ciudadanía y la pandemia han desencadenado una serie de reacciones en todo el mundo, entre ellas la de exigir más a la propia vida en términos de tiempo y calidad de la experiencia laboral. El debate en curso desde hace un año es bien conocido y tiene dos ángulos desde los que mirarlo: el de los empresarios que dicen que “la gente ya no quiere trabajar”, “los jóvenes son unos holgazanes”, se contentan con el subsidio del Estado para no trabajar, y el de los trabajadores o aspirantes a trabajadores que rechazan los empleos ofrecidos (o renuncian después de intentarlo) por falta de trabajo suficiente: “turnos agotadores”, “explotación”, “salarios de hambre”, “todo fuera de los libros”.
Camareros, cocineros, pasteleros, mozos, camareros y recepcionistas, dependientes, socorristas y empleados de establecimientos de baño: estos son los empleos que las empresas buscan sin cesar desde el verano pasado. En turismo, como es bien sabido, el trabajo es estacional y se trabaja cuando otros están de vacaciones: dos elementos que recuerdan la falta de certidumbre en la planificación de la vida social que se ha roto en los dos últimos años. El año pasado causó revuelo la noticia de que el parque de atracciones Gardaland, en el acomodado norte, cerraba 13 atracciones a primera hora de la tarde (de 19:00 a 23:00) por falta de personal para atenderlas. Y no hay más que darse una vuelta por las calles de las ciudades o los balnearios para ver las sábanas colgadas de “Se busca personal”. Ahora se habla de salario mínimo en el Parlamento, veremos cómo evoluciona la situación pero mientras tanto veamos qué pasa.
La Filcams - CGIL ha lanzado una campaña #TurismoSottoSopra con la que está recorriendo los centros turísticos para señalar y poner en evidencia situaciones de explotación laboral con testimonios directos, y afirmar que la recuperación del turismo tras Covid, un auténtico boom, “casi nunca se corresponde con un buen trabajo”, Monja Caiolo habla de un “estado de atraso del turismo caracterizado por condiciones insostenibles, explotación, irregularidad, precariedad y bajos salarios”. La CGIL parte de los últimos datos publicados por la Inspección Nacional de Trabajo, una encuesta por muestreo en el territorio nacional, “que hablan claro: de las empresas inspeccionadas en turismo y establecimientos públicos, una media del 76% se encontraron en situación irregular, con picos del 78% en el Noroeste y del 95% en el Sur, y el 26% de los empleados trabajan ilegalmente. También hay problemas para los asalariados, a tiempo completo y fijos, que, según el ISTAT, tienen unos ingresos medios de los más bajos del sector servicios, 21.983 euros brutos al año: los más mal pagados son, dice el INPS, los trabajadores intermitentes del sector de la restauración, con una media de 1.650,46 euros brutos al mes”.
En la provincia de Macerata, por ejemplo, se hizo una prueba sobre el terreno y, según una encuesta realizada por la CGIL, Nidil y Filcam, sólo uno de cada 50 empresarios estaba dispuesto a celebrar el convenio colectivo ordinario, mientras que la gran mayoría gestiona la relación con los trabajadores sobre la base de acuerdos directos de manera “flexible”, pero a menudo con un compromiso de siete días a la semana. Así lo explica el secretario provincial de la CGIL, Daniele Principi, al Resto del Carlino: “Después de tantas quejas de los propietarios de restaurantes o chalés sobre la escasez de personal y los jóvenes todos holgazanes, con la ayuda de algunos chicos y chicas, respondimos a los anuncios de búsqueda de personal publicados principalmente en las redes sociales, o difundidos de boca en boca, o en algunos casos en los centros de empleo. Hicimos las mismas preguntas a unos cincuenta operadores turísticos (chalés, hoteles, restaurantes y bares), principalmente de la zona de Macerata y, en menor medida, de las provincias de Ancona y Fermo”. Los empleos más demandados y, por tanto, más rechazados son los de camarero, camarero, friegaplatos y ayudante de cocinero. Roberto Fiscaletti, de la CGIL de Comercio, Turismo y Servicios, considera que “el salario medio estacional percibido en la región de Las Marcas es de 4199 euros brutos al año, por debajo de la media nacional de 5478 euros brutos”.
Il Fatto Quotidiano se desplazó a la Riviera romañola para realizar una investigación de campo con cámara oculta entre establecimientos de baño, bares y restaurantes, y el informe sobre las propuestas de trabajo coincide con lo dicho hasta ahora. En la Toscana, el instituto de investigación de la región lo certifica: el trabajo en el turismo, explica la encuesta del Irpet, emplea a muchos jóvenes mal pagados: el 40% tiene unos ingresos inferiores a ocho mil euros. Un sector que hace de la Toscana una tierra rica por sus ciudades de arte y belleza artística generalizada, pero también por el mar, pero que ve una desigualdad en la distribución de esta riqueza con mucho trabajo “pobre”. Y el Director de Confcommercio Toscana Franco Marinoni habla, al Tirreno, de un problema que es “objetivo y tiene una motivación muy clara: el sector requiere muchos sacrificios y muchos, comprensiblemente, ya no están dispuestos a hacerlos. Reclamamos el derecho a recompensar más a quienes deciden trabajar en este sector, pero en Italia tenemos los costes laborales más altos de Europa y los salarios más bajos”.
El razonamiento, evidentemente, también reside en el hecho de que la expectativa en los salarios ha aumentado desde la introducción de la renta de ciudadanía: en teoría, todos los salarios deberían haberse ajustado al alza, de lo contrario, para un camarero o cualquier otro trabajador que a final de mes llegara más o menos a la cifra de la renta, ¿por qué iba a seguir yendo a trabajar si el Estado le garantizaba la misma cantidad? Pero los salarios seguían siendo los mismos, incluidas las cargas e impuestos para trabajadores y empresas. Ahora con el salario mínimo, que ve la cifra mágica en 9 euros (¿pero por qué no redondear a 10?), nos estamos atascando en un número mientras quizás perdemos de vista el problema de la base contractual con la que se contrata, si es que se contrata. La eliminación de la Renta de Ciudadanía “liberará puestos de trabajo”, por utilizar el concepto expresado por un ministro, en el sector de los servicios y el turismo.
La Uil-Uiltucs de Roma y Lacio, presentando un estudio de Eures, habla de preocupación por los salarios y la precariedad en el sector, con salarios cada vez más bajos en el sector, especialmente para las mujeres, y la gran presencia de trabajadores irregulares. "En 2021, el salario bruto anual medio de los trabajadores del sector en el Lacio se situó en 8.343 euros (en 2015 era de 11.265 euros), resultado de un trabajo discontinuo o irregular. También se observan diferencias significativas en función del sexo, con valores medios de 8.942 euros para los hombres frente a 7.708 euros para las mujeres. En cuanto a las relaciones laborales, se observa que en el periodo de 2015 a 2021 el porcentaje de asalariados con contratos estables descendió del 76,9% al 66,8%, mientras que el porcentaje de aquellos con contratos de duración determinada aumentó bruscamente del 19,5% al 27,3%.
Según la Confesercenti nacional, habría que incidir más en la reducción de la cuña fiscal, reintroducir los bonos de pago y pedir un decreto ad hoc para el trabajo estacional en el sector turístico que contemple también un refuerzo de las políticas activas de empleo que puedan ayudar a casar la oferta y la demanda de trabajo. Y para la contratación laboral sugiere intervenir sobre el “decreto de flujos” que regula la entrada de extranjeros.
Unioncamere-Anpal calcula que 230.000 puestos de trabajo no se cubrirán. En la raíz de todo está un problema demográfico que no se compensa ni con extranjeros: el tramo de población entre 18 y 30 años, considerado por los más proclives a trabajar en este mundo, contaba en 2011 con 8 millones 320 mil personas y en 2022 con sólo 7 millones 712 mil, una caída de 608 mil. Hay un replanteamiento del mundo del trabajo en general, pero sobre todo del turismo, que ya no puede basarse en el estudiante que hace trabajillos en verano, sino que tendrá que apoyarse cada vez más en un verdadero sistema de profesionalidad que sustente la acogida de toda la cadena de suministro.
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