Mientras el mundo de la historia del arte (incluidos nosotros) debate, incluso animadamente, sobre la exposición de panettone de Marco Goldin que se está celebrando en Vicenza, a pocos kilómetros de allí, concretamente en Treviso, se están produciendo acontecimientos mucho más inquietantes pero igualmente propios de Goldin. Estos acontecimientos no han interesado hasta ahora al debate nacional, y sólo se ha hablado de ellos (aunque muy poco) a nivel local: sin embargo, lo que está ocurriendo en Treviso tiene mucho que hacer reflexionar a todo el país.
Lo que ocurre es que, con una resolución aprobada el 19 de diciembre del año pasado, el Ayuntamiento de Treviso ha dado luz verde a las obras de renovación del complejo museístico de Santa Caterina, que alberga una de las sedes museísticas cívicas de la ciudad veneciana: en concreto, el complejo incluye la sección dedicada a la arqueología, la que alberga la pinacoteca medieval, renacentista y moderna, y la antigua iglesia de Santa Caterina con sus frescos. Las obras del complejo tendrán un impacto en las arcas municipales de más de un millón de euros.
¿Cuál es el objetivo de estas obras? El complejo de Santa Catalina, inaugurado como museo en 2003, no necesita modernización, ya que la estructura goza de excelente salud. Nos enteramos de la finalidad de esta “remodelación” por las páginas de la Tribuna di Treviso, que hablaba del proyecto unos días antes de su inauguración, escribiendo que el objetivo de las obras es “adaptar las salas del antiguo convento para una gran exposición”. ¿Y quién organizará esta “exposición de profundidad”? Por Goldin, por supuesto: según se desprende del mismo artículo, se está discutiendo el contrato entre el Ayuntamiento y Linea d’Ombra, la empresa de Goldin: aunque los términos aún no son conocidos por el público, sólo falta la firma.
Treviso, el complejo de Santa Caterina. Crédito de la foto |
Pero, ¿qué significarán estas obras para las que actualmente alberga el complejo de Santa Caterina, y cuál será el destino de la institución? Aunque todavía estamos en el terreno de las hipótesis, Alessandro Gnocchi, concejal trevisano del grupo mixto, lo explica en un artículo de su blog. Para garantizar un número suficiente de salas que acojan las exposiciones de Goldin, se perderán la sala de conferencias y el salón de actos del museo, se cerrará al público una parte de la sección arqueológica, se vaciarán las salas de la colección de arte del siglo XX y muchas de las obras de la pinacoteca se traslad arán al Museo Bailo, que probablemente reabrirá en otoño tras años de obras de renovación. Así pues, para que Goldin pueda organizar sus exposiciones en un espacio adecuado, mientras tanto las obras se amontonarán en un lugar inadecuado: Alessandro Gnocchi nos informa de que el Museo Bailo aún no está equipado con sistemas de conservación adecuados para las obras. El traslado de Santa Caterina al Bailo, como escribe la concejala del PD Daniela Zanussi en su página de Facebook, estaba previsto para más adelante y, en cambio, tendrá que adelantarse para poder realizar las obras en Santa Caterina. Además, dos salas donde se produce cultura y participación se destinarán a otros usos, y muchas obras acabarán almacenadas. Y es bueno que, respecto a este último punto, los políticos esperen la operación contraria: además, el proyecto de reurbanización no incluye obras en los almacenes de Santa Caterina, que, como dice Alessandro Gnocchi, tienen problemas de infiltraciones. Un problema, el de las infiltraciones, que, por otra parte, viene de lejos y necesitaba solución.
Y todo ello cuando la ciudad de Treviso ya cuenta con un espacio adecuado para acoger grandes exposiciones, y que ya había sido utilizado en el pasado también por el propio Goldin: se trata de Ca’ dei Carraresi, un edificio histórico recientemente construido como sede de exposiciones, propiedad de la Fundación Cassamarca. Y fue precisamente la Fundación Cassamarca la que lanzó a Goldin hace una década. Y precisamente en Ca’ dei Carraresi. Después, en 2003, asistimos al divorcio entre Goldin y Cassamarca: la relación terminó por"incumplimiento de las normas", y los rumores dicen que esto sucedió porque Cassamarca pidió exclusividad a Goldin, pero éste supuestamente aceptó organizar exposiciones en sedes no gestionadas por la Fundación. Estas fricciones parecen no haberse calmado todavía, ya que este verano el presidente de la Fundación Cassamarca, Dino De Poli, declaró al Corriere del Veneto que Goldin “es libre de hacer lo que quiera, aquí, pero no conmigo. Nos enfrentamos hace años y, de hecho, desapareció de Treviso”. Pero en Treviso hay algo más que Ca’ dei Carraresi: las obras que se están llevando a cabo desde hace años en el Museo del Bailo, y que finalizarán este año, prevén que haya espacios para exposiciones temporales en el redescubierto museo cívico de Treviso. ¿Por qué, entonces, alterar el museo de Santa Caterina cuando la ciudad está en proceso de adquirir nuevos espacios expositivos?
Goldin se defiende diciendo que las obras representan una inversión para la ciudad. Pero un municipio debería invertir en obras tan importantes si se prevé un proyecto (museológico, cultural, turístico) a medio y largo plazo: por ahora, de hecho, la única exposición prevista es la de Goldin, por lo que sabemos. Que, además, aún no tiene un proyecto definido, ya que el comisario ha cambiado lo que era la idea inicial en marcha. En resumen: sin planificación, el riesgo es el de tener un espacio que quedará vacío después de la exposición de Goldin. Cabría preguntarse entonces por qué el patrimonio público, es decir, el que pertenece a todos los ciudadanos, debe someterse a la lógica de los particulares, sin que se haya hecho siquiera una evaluación de las repercusiones. De hecho, todos los ingresos de la exposición serán confiscados por la empresa de Goldin y no hay ninguna previsión sobre cuál será el spin-off en la ciudad. Además, si se aplazara la apertura del Museo Bailo (entendemos que aún no hay fechas ciertas), existe un grave riesgo de que Treviso se vea privada, por tiempo indefinido, de una buena parte de su patrimonio artístico. Por último, no está claro cuál será el destino de las obras de arte y de los empleados municipales que trabajan en el museo. En resumen: hay que estar alerta, aunque el proyecto parece estar muy avanzado y no será fácil revisarlo.
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