Tres razones por las que la dimisión de Cristina Acidini no es una buena noticia


Se ha hablado mucho de la dimisión de Cristina Acidini. Pero, en nuestra opinión, no es una buena noticia. He aquí tres razones.

La noticia de la dimisión de Cristina Acidini como Superintendente del Polo Museale Fiorentino ha creado cierta agitación en el ambiente. Seamos claros: Cristina Acidini es una historiadora del arte muy seria y respetable que, sin embargo, ha tomado algunas decisiones muy cuestionables durante su mandato. Por otra parte, también es cierto que su dimisión es un acontecimiento nada simpático. Pero intentemos ir por orden y remitirnos a las declaraciones realizadas por la propia Cristina Acidini a la prensa y publicadas, entre otros, por Toscanamedia en un vídeo de YouTube.

Cristina Acidini
Cristina Acidini

Empecemos por los motivos de la dimisión, debida, como especifica Cristina Acidini en el vídeo, a las “proyecciones de los efectos de la reforma”, que, limitándose a la situación de Florencia, supondrá la desaparición de la estructura del Polo Museale Fiorentino: de “veinticuatro museos bajo gestión directa” junto con la gestión territorial del patrimonio de la ciudad de Florencia, “pasaremos a una gestión que ve no menos de cinco temas diferentes: Uffizi, Accademia, Bargello, polo regional, protección territorial”. Surge, por tanto, un aspecto crítico de la reforma: el fin de la protección unitaria de los museos de Florencia, que pasarán a ser gestionados, como decía Cristina Acidini, por cinco sujetos diferentes. Se trata, por tanto, de una reforma que no simplifica, sino que corre el riesgo de hacer que los museos estén, por un lado, desconectados entre sí y, por otro, desconectados del territorio: y con el riesgo de que se destruya el vínculo entre museos y territorio del que ya habíamos hablado en nuestros análisis sobre la reforma del MiBACT. La nueva organización de los museos estatales, aunque caracterizada por aspectos positivos como la autonomía de los propios museos y su posterior adaptación a los estándares internacionales, llegaría, como señalaba Cristina Acidini, en un momento en el que el ministerio “está viendo mermados sus recursos humanos y financieros”: sus efectos serían, por tanto, “problemáticos”. Nosotros también hemos sostenido siempre que los recursos humanos y financieros del museo son inadecuados para sus funciones y tendrían que ser revisados: habríamos esperado esto de la reforma y del Ministro Franceschini. He aquí, pues, una primera razón para reflexionar sobre la dimisión de Cristina Acidini: podría adoptar la forma de una crítica a un aspecto de la reforma, aunque ella misma ha dejado claro que no hay desconfianza hacia la reforma por su parte y que, por el contrario, desconfía de quien haga interpretaciones impropias de sus declaraciones.

Hay, sin embargo, un segundo punto inquietante. En el vídeo cuyo enlace hemos facilitado al principio de este post, un periodista pregunta a Cristina Acidini si se ha planteado por su parte la posibilidad de retirar su dimisión si el ministerio se planteara cambiar las normas de la reforma. La respuesta: "Por supuesto que el diálogo está abierto hasta el último día posible, pero no tengo ninguna razón para creer que se esté buscando ese diálogo. Desconocemos las razones que llevan a Cristina Acidini a creer que el ministro Dario Franceschini no tiene voluntad de dialogar con uno de los más altos funcionarios en materia de patrimonio cultural, además uno de los mejor preparados y más válidos. Sin embargo, está claro que si Cristina Acidini asume que no hay base para el diálogo, significa que probablemente la reforma seguirá adelante tal y como la conocemos ahora, o sin cambios sustanciales. Y también nos preguntamos si es adecuado que una ministra no dialogue con el superintendente del Polo Museale Fiorentino para modificar, o al menos mitigar, los aspectos más controvertidos de la reforma.

Por último, la tercera razón para no considerar una buena noticia la dimisión de Cristina Acidini consiste en que ésta se produce en el contexto de un agrio enfrentamiento entre la política y una parte de la opinión pública: un enfrentamiento que, dada también la falta de diálogo entre las partes, parece irremediable (pero esperamos que no lo sea). El superintendente dimisionario observa: “En un lado de la opinión pública se me acusa de ser un hombre de negocios, de dirigir los museos de forma gerencial, pero en el lado político se prefiere que los historiadores del arte sean sustituidos por gestores. No voy a entrar en los méritos de la labor de Cristina Acidini que, a pesar de algunas decisiones discutibles, como he dicho al principio, considero positivas: el Polo Museale Fiorentino bajo su dirección ha logrado alcanzar un peso internacional considerable, se han producido exposiciones y eventos de gran calidad, ha habido iniciativas importantes como la renovación de los Uffizi y la apertura de nuevas salas, y no voy a seguir. Aunque nosotros también hemos tomado abiertamente partido en el debate ”gestores contra historiadores del arte", no es menos cierto, como señala Cristina Acidini, que es difícil llegar a un punto de acuerdo: esto se debe no sólo a la falta de diálogo, sino quizá también a la falta de voluntad para establecerlo. La esperanza, por tanto, es que la dimisión de Cristina Acidini adquiera el aspecto de una señal de alarma: no tenemos mucho tiempo para salvar el sistema del patrimonio cultural en Italia. Desde luego, esta noticia no contribuye a la causa.


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