Tras un año de escasos (o nulos) resultados, Ilaria Borletti Buitoni sigue siendo subsecretaria


Ayer se produjeron los nombramientos de los nuevos subsecretarios del MIBACT: después de un año, fue de nuevo Ilaria Borletti Buitoni, a quien se unió Francesca Barracciu.

Reconozcámoslo: después de todo, aunque las posibilidades eran escasas, alimentábamos la esperanza de que Matteo Renzi nos concediera al menos la gracia de apartar a Ilaria Borletti Buitoni del Ministerio de Cultura. En lugar de ello, no sólo ha sido confirmada, sino que el Primer Ministro más joven de la historia de Italia ha decidido ponerla al lado de Francesca Barracciu, una política del PD que obviamente no tiene ninguna competencia específica en el sector (pero no nos sorprende: ya estamos acostumbrados), pero cuyo currículum también incluye la participación en las investigaciones sobre los gastos poco ortodoxos de los grupos del consejo regional de Cerdeña(la acusación es malversación de fondos). ¿Qué más se puede añadir? Nada, porque la noticia se comenta por sí sola: sólo se puede decir que quienes tenían sus últimas dudas sobre si Renzi podría realmente cambiar las cosas (pero siempre os lo hemos dicho: Renzi es lo más viejo que nos podía pasar), ahora seguramente tendrán las ideas más claras.

Pero volvamos a la rica dama milanesa que fue nombrada de nuevo en su puesto. Nos gustaría poder hacer un balance de su primer año de actividad, pero no es posible, por un hecho muy simple, que exponemos con una pregunta: ¿qué ha hecho concretamente Ilaria Borletti Buitoni en un año desde que ocupa el cargo de subsecretaria? Casi nada. La recordaremos sobre todo por haber dicho que"en Italia hace tiempo que dejamos de comer bien", por sus desconcertantes declaraciones sobre los profesionales de la cultura y por la pelea con Tomaso Montanari. ¿Y en concreto? Prácticamente nada. En cambio, ha escrito mucho: desde hace un año nos machaca con la letanía de laentrada de particulares en la gestión del patrimonio público.



Lo cual, por supuesto, es un concepto que no hay que demonizar a priori. El problema de Italia, sin embargo, consiste en que vivimos en la más completa anomia y falta de normas al respecto: por eso, cada vez que Ilaria Borletti Buitoni habla del tema, ve cómo se levantan barricadas contra ella. El problema, por tanto, no son tanto los prejuicios fantasmas contra los particulares. El problema radica en que hasta ahora en Italia los particulares han hecho a menudo lo que han querido con el patrimonio público, desafiando el respeto y el sentido común: el caso del Ponte Vecchio de Florencia es el más ejemplar. Lo sorprendente, sin embargo, es que Ilaria Borletti Buitoni, en su calidad de subsecretaria para el patrimonio cultural y teniendo además un asunto muy específico en el corazón, debería haber hecho todo lo posible para que se dictaran medidas, en primer lugar, para establecer normas precisas y, después, para incentivar la intervención privada en el patrimonio público, pero nada de esto se ha hecho.

Pero, como ya se ha dicho, por otro lado, escribía mucho: una media impresionante de casi un post al día... casi una bloguera profesional. He aquí algunos de los deseos de Ilaria Borletti Buitoni: “necesitamos un giro real y sustancial, que lleve a considerar la actividad de protección y valorización del patrimonio nacional como central para el desarrollo del país” (10 de mayo de 2013). “Espero una colaboración concreta entre el ministro y yo para iniciar un camino que comparto plenamente” (24 de mayo). “Es necesario un plan inmediato para reparar el estado de profundo deterioro en el que se encuentra uno de los bienes culturales más importantes de nuestro país” (Reggia di Caserta, 10 de junio de 2013). “Es necesaria una intervención urgente de las instituciones, y también del Ministerio de Patrimonio Cultural, para recoger el llamamiento y la petición de directores, actores y operadores del sector para conjurar un riesgo que golpearía a un sector ya muy penalizado por la crisis” (11 de junio de 2013). “Sólo una relación con el tercer sector y con el sector privado que incentive también nuevos recursos necesarios para el mantenimiento de nuestro patrimonio cultural y de las actividades culturales, así como una estrategia fuerte que sitúe a este ministerio entre los estratégicos para el desarrollo del país, puede conducir a un crecimiento generalizado del territorio que se traduzca también en un aumento del empleo” (20 de junio de 2013). “Es necesario reiniciar con el compromiso de todos, pero realmente todos -Ministerio, Gobierno, Gremios, Instituciones, Superintendencias- desde el mantenimiento y protección de nuestro patrimonio cultural para luego reiniciar el turismo y la promoción, especialmente en el exterior” (3 de julio de 2013). “Espero y deseo que la puesta en marcha a partir de 2014 de la Capital Italiana de la Cultura con carácter anual anunciada hoy por el Presidente Letta pueda ser un motor de desarrollo” (21 de noviembre de 2013).

Etcétera, etcétera, pero se podría seguir y seguir, extrayendo sólo del blog (es decir, sin contar las innumerables entrevistas que Ilaria Borletti Buitoni ha concedido aquí y allá). La pregunta que, llegados a este punto, cualquiera querría hacerle a la dama de los deseos es: “amable subsecretaria, ¿qué ha hecho en un año de todo lo que ha deseado?”. Nada, porque el 24 de febrero seguimos hablando del papel del ministerio que “debe ser central en la agenda del Gobierno”, es decir, más o menos las mismas palabras que se utilizaron el 10 de mayo: entre medias, el vacío. Incluso en el tema más querido por Ilaria Borletti Buitoni, la entrada de particulares en el sector público, estamos todavía muy lejos de la línea de meta, no de la de salida. No se explicaría de otro modo la más sabrosa de las últimas entradas del blog de Ilaria Borletti Buitoni, la del 17 de febrero titulada Quella battaglia ideologica contro i “privati” che fa male male al paese (Esa batalla ideológica contra los “privados” que perjudica al país), donde la subsecretaria lamenta la presencia de “barreras ideológicas y burocráticas” que obstaculizarían la intervención de los particulares en la gestión del patrimonio. Barreras, por supuesto, “que debemos derribar por el bien de nuestro patrimonio cultural y del futuro del turismo en nuestro país. Y debemos hacerlo de inmediato”. Pero, querido subsecretario, ¡ha tenido casi un año para hacerlo!

No contenta con esto, Ilaria Borletti Buitoni cita dos artículos que deberían respaldar lo que afirma en su post. Uno firmado por Caterina Soffici, que en Il Fatto Quotidiano destaca las diferencias entre Inglaterra e Italia en el alquiler de sedes de museos para eventos privados. Merece la pena señalar que los británicos no son mejores que nosotros porque alquilen y nosotros no, dado que también alquilamos (aunque lo hagamos muy mal, impidiendo a veces que el público utilice la propiedad, y por no mencionar que a menudo hay una gran confusión sobre los ingresos): los británicos son mejores que nosotros porque imponen normas claras y rígidas. El artículo menciona Somerset House, donde se alquilan locales para eventos privados, pero la dirección establece reglas muy precisas: incluso los floristas deben estar entre los aprobados por Somerset House para poder decorar los locales. Una claridad que falta por completo en Italia. El otro artículo, un pésimo editorial de Pigi Battista (no teníamos bastante con sus análisis políticos, así que tenemos que aguantarle, con razón, como “especialista” en patrimonio cultural), en el que el muy simpático todoterreno del Corriere dice que “en Italia hay escándalo si un evento, sin afectar a sus tesoros artísticos y a su arquitectura, ocupa el escenario de la Galleria Borghese de Roma o si una noche de gala reporta cien mil euros al ayuntamiento de Florencia, que ha alquilado el Ponte Vecchio por una noche”. Sí, es una lástima que quizá el bueno de Pigi no sepa que la “inofensiva” pero sobre todo chabacana fiesta de la Galería Borghese dañó de hecho los cimientos de toba de la plaza situada frente a la Galería (por cierto, parece que Ilaria Borletti Buitoni también asistió a la cena), y que no hay ni rastro de los cien mil euros de los que habla. Pero incluso si lo escrito fuera cierto, el hecho es que un trozo de ciudad ha sido sustraído a la ciudadanía durante varias horas.

Todo esto para demostrar que después de casi un año, durante el cual deberíamos haber visto resultados concretos tras la “acción” del subsecretario Borletti Buitoni, seguimos discutiendo sobre cuestiones que a estas alturas no deberíamos decir que se han resuelto, sino al menos estar en el buen camino. Y con semejante equipo, con Franceschini, Barracciu y Borletti Buitoni al frente del Ministerio, es bastante evidente que una vez más el sentido común ha dado paso a la razón de Estado. Y hablando de razones de Estado: se habla de una remodelación en el Ayuntamiento de Roma, y se rumorea que el puesto de concejal de Cultura podría recaer en Michela De Biase, la prometida de Dario Franceschini. ¿Será que la gestión de la cultura en Italia, además de una cuestión de equilibrio partidista, se está convirtiendo también en una cuestión de equilibrio familiar?


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