Tras los recientes ataques a obras de arte por parte de elementos de algunas asociaciones ecologistas, parece haber llegado el momento de que los museos decidan qué hacer. Esta es la cuestión planteada por el Museo Barberini de Potsdam (Alemania), donde se produjo el último incidente a primera hora de la tarde del domingo 23 de octubre: un par de activistas arrojaron puré de patatas a los Pajares de Claude Monet. La obra estaba protegida por un cristal y no sufrió daños. Sin embargo, el marco, que data del siglo XIX, resultó dañado. Las autoridades detuvieron a los autores.
Sin embargo, tras el incidente del 23 de octubre, la dirección del museo decidió cerrarlo hasta el 30 de octubre. El cierre obedece al deseo del fundador del museo, el coleccionista Hasso Plattner, de analizar la situación con los museos nacionales e internacionales asociados y con los museos que han prestado obras para las exposiciones en curso, con el fin de abrir un debate sobre los riesgos que se han detectado tras los recientes atentados. A la vista de los repetidos atentados (el del museo alemán es sólo el más reciente de una serie preocupantemente larga), según el museo de Potsdam “es necesario reevaluar y adaptar localmente los requisitos para la conservación sostenible y a largo plazo del arte en las operaciones museísticas internacionales”. Aún no se sabe qué puede ocurrir en los museos, pero no es difícil imaginarlo: Si los ataques continúan a este ritmo, es plausible esperar más obras protegidas por cristal y, sobre todo, más obras protegidas por vidrio, porque si bien es cierto que hasta ahora apenas se han producido daños en cuadros (la situación es diferente en el caso de los marcos), estos actos suponen, sin embargo, el cierre de salas, a veces incluso durante días, grandes inconvenientes para los museos y molestias para los visitantes.
“El ataque a una obra de la Colección Hasso Plattner, así como otros ataques anteriores a obras de arte”, ha declarado Ortrud Westheider, directora del Museo Barberini, “han demostrado que las elevadas normas internacionales de seguridad para la protección de obras de arte en caso de ataques de activistas no son suficientes y deben adaptarse. Queremos aprovechar el incidente de nuestra institución como una oportunidad para establecer un diálogo productivo con los socios museísticos internacionales y fijar juntos el rumbo para preservar el arte y el patrimonio cultural para las generaciones futuras”.
Tras los numerosos ataques de los ecologistas, los museos se preguntan cómo protegerse |
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