La historia de una chica de vacaciones en Roma que devolvió hace unos días un antiguo fragmento de piedra al Museo Nacional Romano es casi increíble. La turista había visitado la capital en 2017, sin olvidar la obligada visita al Foro Romano y al Anfiteatro Flavio: sobre el terreno, sin embargo, había tenido la ingeniosa idea de robar una piedra, y no contenta con eso, había escrito en ella, con un pincel negro, un mensaje de amor para su novio: “Para Sam, amor Jess, Roma 2017”.
Evidentemente, sin embargo, Jess se ha arrepentido, porque el Museo Nacional Romano recibió hace unos días un paquete con el fragmento, acompañado de una carta de disculpa en la que la chica pedía perdón ’por ser tan gilipollas americana’. Me siento mal“, reza la misiva, ”no sólo por robar este objeto del lugar al que pertenecía, sino también por escribir en él. Fue un grave error por mi parte y sólo ahora, como adulto, me he dado cuenta de lo desconsiderado y deplorable que fue".
El paquete, según el Museo Nacional Romano, llegó desde Atlanta, pero la carta no contiene información sobre la identidad completa de la mujer (pero el tono sugiere que es joven), ni sobre el lugar de donde se extrajo la piedra (tal vez del Foro Romano, especulan los arqueólogos del museo).
“Encontrar un hallazgo arqueológico y llevárselo, dañarlo o incluso decidir robarlo”, comentó el Museo Nacional Romano en Facebook, “es un gesto que puede costar caro. No sólo desde el punto de vista legal: así lo atestigua el paquete que el Museo Nacional Romano recibió hace apenas unos días procedente de Estados Unidos. En su interior había un fragmento de piedra en el que estaban escritas una dedicatoria y una fecha. Acompañaba al artefacto una larga nota en la que la autora del gesto expresaba no sólo su arrepentimiento, sino sobre todo su toma de conciencia, alcanzada al cabo de unos años, de lo desconsiderado e irrespetuoso que había sido aquel gesto. Sacar un artefacto de un museo o de un yacimiento arqueológico significa no sólo no comprender su valor como testimonio histórico, como objeto frágil que debe ser tratado con el debido cuidado, sino también privarlo de la información que porta y, en consecuencia, de la realidad que puede documentar. Los museos y parques arqueológicos pertenecen a todos: quien sustrae una parte de ellos, aunque sea pequeña, para tenerlo todo para sí, comete un delito”.
Sin embargo, la niña parece haber entendido la lección. Por ello, el museo ha decidido dedicarle un vídeo de la serie #ilmuseotiracconta, dedicado a un hallazgo de sus colecciones, el mármol zapatero de Diomedes: la dedicatoria está motivada porque, según el museo, el de Jess es “un gesto importante porque devolver un hallazgo significa darle voz a ese hallazgo, darle la oportunidad de volver a hablar”.
En la foto: el paquete entregado al Museo Nacional Romano.
Roma, roba una piedra antigua para su novio, luego se arrepiente y la devuelve: 'Soy una zorra' |
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