El G7 de Cultura, también conocido como “G7 de Ministros de Cultura”, es una cumbre que reúne a representantes de los países miembros del G7 con el objetivo de debatir cuestiones relacionadas con la cultura, la protección del patrimonio cultural y las políticas culturales internacionales. El G7 de Cultura es básicamente una reunión de los ministros de Cultura de los países del G7, que se celebra en el marco del G7 tradicional, pero con un enfoque específico en cuestiones culturales y su impacto en el contexto internacional. Hasta ahora solo ha tenido una edición, la celebrada en Florencia en 2017. La segunda está prevista para 2024 en Nápoles.
De hecho, la decisión de reunir a los ministros de Cultura no es obligatoria ni vinculante para el país que organiza el G7: desde la primera edición del G7 Cultura, no se han organizado otras reuniones con el mismo énfasis que la de Florencia (a excepción de la celebrada en 2022 en Bonn, que, sin embargo, se centró en el tema de los medios de comunicación y no se presentó como G7 Cultura). Sin embargo, la cultura siempre ha sido uno de los pilares fundamentales de las sociedades humanas. Es a través del arte, la historia, las tradiciones y el patrimonio cultural como se fomenta el diálogo entre pueblos y civilizaciones. Y en un contexto mundial marcado por los conflictos, el cambio climático y las transformaciones económicas, la cultura se ve a menudo amenazada, lo que hace necesario un compromiso común para su protección y promoción. En este contexto nació el primer G7 de la Cultura.
Para entender bien el G7 Cultura, es esencial aclarar primero qué es el G7, también conocido como el “Grupo de los Siete”. El G7 es un foro intergubernamental formado por las principales potencias económicas avanzadas del planeta: Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Los orígenes del G7 se remontan a la década de 1970 (aunque no se formalizó hasta 1986), cuando las economías más fuertes del mundo decidieron crear un foro de debate para hacer frente a las emergencias económicas y financieras mundiales, como la crisis energética y la inflación que caracterizaron aquel periodo. Sin embargo, con el paso del tiempo, las cuestiones abordadas por el G7 se han ampliado más allá de los temas puramente económicos para incluir cuestiones políticas, medioambientales, sociales y, más recientemente, culturales.
El G7 es un foro de diálogo y coordinación entre los líderes de los países miembros que se reúnen anualmente para abordar los grandes retos mundiales. Al tratarse de una plataforma no vinculante, el G7 no adopta decisiones jurídicas o políticas con efectos inmediatos, sino que sirve de espacio para intercambiar ideas, promover la cooperación y definir estrategias compartidas sobre un amplio abanico de cuestiones. En este contexto, la cultura ha ido adquiriendo progresivamente una importancia estratégica, especialmente en un mundo cada vez más interconectado y digitalizado, en el que el patrimonio cultural y las industrias creativas desempeñan un papel central en el desarrollo económico y la diplomacia internacional.
De ahí la idea de convocar, por primera vez en 2017, un G7 Culture G7: una reunión, iniciada por Italia, que pretende reforzar la cooperación internacional en el ámbito de la cultura y promover una mayor concienciación sobre la importancia de la cultura para el crecimiento económico, la paz y la cohesión social. El G7 Cultura 2017 ha sido hasta ahora la única reunión de ministros de Cultura en el marco de la cumbre. Todos los años, el G7 celebra reuniones de ministros: en 2017, por ejemplo, hubo reuniones de los ministros de Energía (en Roma), Asuntos Exteriores (en Lucca), Finanzas (en Bari), Medio Ambiente (en Bolonia), Transportes (en Cagliari), Industria (en Turín), Ciencia y Tecnología (en Turín), Trabajo (en Turín), Agricultura (en Bérgamo), Interior (en Ischia), Sanidad (en Milán) e Igualdad de Oportunidades (en Taormina). El G7 de Cultura fue la primera de las reuniones. En 2018, para el G7 de Canadá, hubo reuniones de los ministros de Trabajo, Asuntos Exteriores, Seguridad, Finanzas y Medio Ambiente, pero no estaba prevista ninguna reunión de ministros de Cultura. La segunda reunión será el G7 2024 en Nápoles.
El G7 dedicado a la cultura nació más recientemente que el G7 económico. La primera Cumbre de Cultura del G7 se celebró los días 30 y 31 de marzo de 2017 en Florencia (el título era “La cultura como instrumento de diálogo entre los pueblos”), durante la presidencia italiana del G7 (el presidente en aquel momento era Paolo Gentiloni). Este evento marcó un momento importante, ya que por primera vez los países del G7 se reunieron explícitamente, en un evento dedicado (el evento de dos días se celebró de hecho antes de la cumbre del G7, que estaba programada para los días 26 y 27 de mayo de 2017 en Taormina) para debatir sobre las políticas culturales y la protección del patrimonio artístico y cultural, reconociendo el valor de la cultura como elemento crucial para el desarrollo sostenible, el diálogo entre las naciones y la paz mundial.
La idea de dedicar una cumbre de los países del G7 a la cultura es la continuación de un camino de diplomacia cultural que comenzó en 2015, cuando el entonces ministro italiano de Bienes Culturales, Dario Franceschini, propuso la formación de “Cascos Azules de la Cultura”, una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU para proteger el patrimonio cultural en peligro en los conflictos: En aquel momento, de hecho, el patrimonio histórico y cultural de Siria estaba amenazado por la guerra y los terroristas del Isis, responsables de la destrucción deliberada de monumentos antiguos en varias ocasiones. Tras la firma en 2016 del acuerdo para la creación del grupo de trabajo #Unite4Heritage, en presencia de la entonces directora general de la Unesco, Irina Bokova, que iba en la dirección de crear un contingente de Cascos Azules para la Cultura, se habló de reunir a los ministros de Cultura del G7 para debatir acciones de salvaguarda del patrimonio cultural. Y en 2017, año de la última presidencia italiana del G7 antes de la de 2024, Italia propuso reunir a los ministros de Cultura de los países miembros.
El principal objetivo del G7 de Cultura es desarrollar estrategias comunes para promover la cultura y salvaguardar el patrimonio cultural, especialmente en un contexto global en el que las crisis económicas, los conflictos y el cambio climático plantean nuevos retos a la protección y valorización del patrimonio cultural. Otro objetivo clave es la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, un fenómeno que afecta gravemente al patrimonio histórico y artístico mundial.
El primer G7 de Cultura, celebrado en Florencia los días 30 y 31 de marzo de 2017, tuvo como anfitrión a Italia bajo la dirección del ministro de Cultura y Turismo, Dario Franceschini. Asistieron a los trabajos los ministros de Cultura de Estados Unidos (David Bruce Wharton), Reino Unido (Karen Anne Bradley), Alemania (Maria Bhömer), Francia (Audrey Azoulay), Canadá (Mélanie Joly), Japón (Ryohei Miyata) e Italia (Dario Franceschini), a los que se sumaron el comisario europeo, Tibor Navracsics, y la directora general de la UNESCO, Irina Bokova. Este acontecimiento marcó un punto de inflexión en las políticas internacionales sobre cultura, con la adopción de la llamada “Declaración de Florencia”, un documento que sancionaba el compromiso de los países del G7 con la protección del patrimonio cultural mundial .
Durante la cumbre, los Ministros de Cultura de los siete países miembros debatieron cómo la cultura podía convertirse en un instrumento de cohesión social y desarrollo económico, y cómo podía protegerse el patrimonio cultural de amenazas como la guerra, el terrorismo y las catástrofes naturales. La Declaración de Florencia estableció una serie de acciones concretas para promover la preservación y valorización del patrimonio cultural, entre ellas el refuerzo de la cooperación internacional, la adopción de medidas más estrictas contra el comercio ilícito de obras de arte, la puesta en marcha de programas educativos para sensibilizar a las nuevas generaciones sobre el valor de la cultura y el compromiso de los países miembros de celebrar reuniones de ministros de Cultura durante las cumbres internacionales.
Uno de los temas centrales fue la lucha contra el comercio ilícito de bienes culturales, un problema mundial que afecta tanto a los países en conflicto, donde a menudo se expolia el patrimonio cultural, como a los mercados internacionales de arte. En este contexto, el G7 de Cultura subrayó la importancia de la colaboración entre países para prevenir el comercio ilegal y proteger los bienes culturales en peligro.
El G7 Cultura demostró que la cultura no es solo una cuestión nacional o regional, sino un asunto global que implica cooperación y diplomacia internacionales. En efecto, la protección del patrimonio cultural, la lucha contra el tráfico ilícito de obras de arte y el fomento de las industrias creativas son cuestiones que requieren un enfoque coordinado a escala internacional.
Además, el G7 de la Cultura demostró cómo la cultura puede ser una poderosa herramienta de poder blando en las relaciones internacionales. Mediante la promoción de la cultura y la protección del patrimonio artístico, los países pueden reforzar sus lazos diplomáticos y promover un mayor entendimiento mutuo. En un mundo cada vez más globalizado e interconectado, la cultura desempeña un papel clave a la hora de tender puentes entre distintas naciones, fomentar el diálogo y la paz, y situar la protección del patrimonio cultural y la promoción de políticas culturales en el centro de la agenda mundial.
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