Para satisfacer los caprichos de Berlusconi y sus compinches, (s)vendemos nuestro patrimonio


Una reflexión sobre la (s)venta de activos públicos de los que el Gobierno quiere obtener ingresos para reducir el déficit.

En nuestra página de Facebook, cada vez que intentamos llamar la atención de nuestros miles de seguidores sobre la actualidad política, siempre recibimos críticas (a estas alturas ya son matemáticas) de que sólo deberíamos ocuparnos del arte y no de la política. No hace falta subrayar aquí lo fuerte que es el vínculo entre arte y política (entendida en el sentido más elevado y etimológico del término), por la razón de que este artículo no quiere tratar del noble arte de la política, sino de la mucho menos noble política italiana de hoy: como todos sabemos, hace unos días el Consejo de Ministros aprobó la maniobra que situará el déficit por debajo del 3% del PIB1.

Esta maniobra, por valor de 1.600 millones de euros, estará garantizada por recortes en las transferencias de los ministerios y entes locales (1.100 millones de euros) y por la venta de inmuebles públicos (propiedad del Estado y del Estado) por valor de 500 millones de euros2. Realmente hace sonreír (por no decir que realmente hace llorar) que este Gobierno, por un lado, haga todo lo posible para no gravar los grandes patrimonios privados y, por otro, trabaje en cambio para (s)vender su patrimonio público. Ya Tomaso Montanari señalaba hace un par de días, en las páginas de Il Fatto Quotidiano, que "para no hacer pagar a los millonarios el impuesto IMU, están vendiendo bienes que son de todos"3: y aunque el IMU es un impuesto municipal cuya recaudación no se hubiera destinado en ningún caso al objetivo de reducir el déficit, ni que decir tiene que la eliminación de este impuesto (eliminación tan preconizada y deseada por el delincuente convicto Berlusconi y sus acólitos) plantea al Estado el problema de tener que garantizar a los municipios los mismos ingresos que antes garantizaba el IMU, y si el Estado por un lado quita para dar a los municipios, necesariamente debe buscar nuevos ingresos para cubrir lo gastado para garantizar, a su vez, la cobertura del IMU.



IMU que, por supuesto, al ser un impuesto sobre la propiedad inmobiliaria (aunque con varios aspectos injustos, ya que se calcula sobre el valor catastral de la propiedad, por lo que un aumento del valor de mercado de la propiedad no se correspondería con un aumento adecuado del impuesto, y también porque el IMU no tiene en cuenta los ingresos del propietario4), tiende a golpear a los más ricos, a pesar de que en los últimos días nuestros políticos (incluido el PD: el día que hagan algo de izquierdas será un acontecimiento a marcar en el calendario) se han esforzado para que ni siquiera los ricos tengan que pagarlo5. Y el IMU, que a partir del año que viene se disfrazará de Tasa de Servicios, que, aunque aún se está definiendo, probablemente será aún más inicua que el IMU (ya que, por poner un ejemplo, se pedirá a los inquilinos que paguen parte del impuesto que deben los propietarios6).

Hechas estas consideraciones banales, pasemos a la (s)venta de bienes inmuebles públicos. En Il Fatto Quotidiano, que a su vez cita un artículo del Corriere (que, sin embargo, no he podido recuperar), se enumeran una serie de propiedades estatales que, entre otras, podrían ponerse a la venta para alcanzar el objetivo de los 500 millones. Empiezan por el famoso castillo Orsini de Soriano nel Cimino, cerca de Viterbo, pasando por villas históricas como Villa Mirabellino en Monza y la Favorita di Ercolando, e incluso bienes histórico-paisajísticos como la isla de San Giacomo in Paludo en la laguna de Venecia7. Todos bienes, como bien podemos ver, de alto interés cultural, que corren el riesgo de ser enajenados por culpa de una clase política que sólo puede ser o incapaz o connivente con quienes no quieren el bien del Estado (pero nada nos impide pensar que también podría ser ambas cosas a la vez), si nos permite deshacernos del patrimonio que es de todos porque es incapaz de pensar en un sistema fiscal verdaderamente justo, de eliminar el despilfarro, de recuperar al menos una parte de la economía sumergida sin premiar a los evasores con escudos fiscales y otras nefandades por el estilo.

Evitar la pérdida de piezas del estado es un deber preciso del propio estado, un estado desgraciadamente gobernado en la actualidad por políticos que no se dan cuenta de que el patrimonio público es sinónimo de participación, cultura, crecimiento, concienciación, y así lo demuestran también las recientes y continuas manifestaciones por la apertura (y en algunos casos reapertura) de espacios públicos para destinarlos a actividades culturales: por proximidad geográfica, las primeras que me vienen a la cabeza son las del Teatro Rossi de Pisa, un teatro del siglo XVIII de titularidad pública que lleva décadas abandonado a su decadencia y que recientemente ha sido ocupado por estudiantes universitarios y actores precarios para centrar la atención en el propio teatro. Pero, ¿cómo se puede explicar la importancia de un teatro, un museo o un espacio cultural a unos políticos que probablemente nunca han pisado un museo o un teatro (salvo quizá por ostentación, o para asistir a alguna “fiesta exclusiva”)? Por lo tanto, volviendo a lo que decía al principio, espero haber explicado de la mejor manera posible a esos amables seguidores de Facebook que nos critican cada vez que hablamos de política (“¡sólo deberíais tratar de arte, sois una página que habla de arte!”) que los vínculos entre arte, política y actualidad son mucho más profundos de lo que uno podría pensar.


Notas

1. Luz verde de la Cdm a la manovrina. Saccomanni: cobertura de la venta de inmuebles públicos y recortes del gasto, de Il Sole 24 Ore, 9 de octubre de 2013.

2. Véase la nota 1 .

3. Tomaso Montanari, Italia (s)vendesi. Como siempre, de Il Fatto Quotidiano, 12 de octubre de 2013.

4. Chiara Bocci, Sabrina Iommi y Donatella Marinari, Imu más equitativo con los valores de mercado, de lavoce.info, 8 de noviembre de 2012.

5. IMU sobre casas de lujo, dietrofront PD, de La Tribuna di Treviso, 9 de octubre de 2013.

6. El impuesto sobre servicios parte de la tasa del 3 por mil, de Il Sole 24 Ore, 14 de octubre de 2013.

7. Luigi Franco, Manovrina, al via la caccia ai palazzi da passare alla Cassa Depositi, de Il Fatto Quotidiano, 11 de octubre de 2013.


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