Para el presidente de Arthemisia, es imposible reabrir las exposiciones el 18 de mayo: no conviene y no hay tiempo


Imposible reabrir las exposiciones el 18 de mayo, dice Iole Siena, presidenta del grupo Arthemisia.

Imposible reabrir las exposiciones a partir del 18 de mayo. Este es el exabrupto de Iole Siena, presidenta del grupo Arthemisia, uno de los principales organizadores de exposiciones de Italia y que, antes de que se impusieran las medidas restrictivas por la pandemia del coronavirus Covid-19, tenía cinco exposiciones en marcha: una sobre Canova en Roma, otra sobre Escher en Trieste, la muestra sobre los"impresionistas secretos" en el nuevo Palacio Bonaparte de Roma, otra sobre Pinocho en Villa Bardini de Florencia y la exposición I love Lego, también en el Palacio Bonaparte.

Siena afirma que “las empresas que operan en el sector cultural han sufrido enormes pérdidas debido al cierre forzoso de actividades a causa de la pandemia de COVID-19”. El sector de las exposiciones es, según Iole Siena, “uno de los más afectados por dos razones: la primera es que vive únicamente de la recaudación de las entradas, que está efectivamente bloqueada desde mediados de febrero; la segunda es que los gastos de las exposiciones se realizan en un 95% antes de la inauguración, mientras que los ingresos son todos posteriores”. Entonces, ¿qué pasó con el cierre repentino? Las empresas se encontraron con todos los costes de abrir o inaugurar exposiciones, pero sin ingresos. Y teniendo en cuenta que los costes de las exposiciones no son precisamente bajos... estamos hablando de “unos cuantos millones de euros”.



La noticia de la reapertura para el 18 de mayo, según Iole Siena, fue una sorpresa, y en su opinión la reapertura para esa fecha no es técnicamente sostenible por al menos siete razones. La primera se refiere al apoyo a la cultura: “aún no ha habido respuesta sobre posibles ayudas a las empresas culturales: con las enormes pérdidas sufridas, no es posible asumir más riesgos sin saber si habrá ayudas y cómo podrán continuar las actividades”. Luego está el problema de la estacionalidad del sector y el estado de ánimo del público: “el periodo mayo-septiembre es notoriamente el de menor asistencia a exposiciones. En tiempos normales, abrir una exposición en mayo supondría una pérdida segura (la temporada de exposiciones de primavera va de febrero a junio); ahora mismo, con el contagio y el miedo aún generalizados, supondría abrir para (quizá) muy poca gente al día. También hay que tener en cuenta el factor psicológico: después de casi dos meses de cuarentena, ¿cuánta gente querrá ir a un lugar cerrado como un espacio expositivo? ¿Y cuántos, con las incertidumbres económicas actuales, podrán gastar dinero para visitar una exposición?”. La tercera razón es la composición del público: “el público de la exposición está compuesto por el 10% del público escolar (excluido en esta fase), el 40% del público colectivo (excluido en esta fase), el 15% del público turista (excluido en esta fase), el 15% del público mayor de 65 años (excluido en esta fase). Esto deja un 20% del llamado público soltero que, incluso si quisiera ir a las exposiciones, no podría de ninguna manera cubrir sus gastos”.

Y además, prosigue Iole Siena, hay problemas sobre la conveniencia del sistema de cuotas: “con las medidas de seguridad necesarias, podrá entrar una persona cada 5 minutos, por lo que un máximo de 120 personas al día, con una recaudación media de unos 1.200 euros diarios. El coste medio diario de una exposición, teniendo en cuenta el personal de seguridad y taquilla, los seguros, el alquiler, la limpieza, etc., es de unos 6.000 euros. Evidentemente, sería totalmente antieconómico”. Y una quinta razón se refiere a los aspectos sanitarios: “Los espacios de exposición no suelen ser entornos ”sanos“: no tienen ventanas (ni se pueden abrir, para preservar las obras), suelen tener moqueta en el suelo, no hay renovación de aire. Incluso imaginando una higienización frecuente (que supone un coste adicional), si una persona infectada pasara por la exposición, pondría en peligro a todas las demás, porque aunque se adoptara una distancia social de uno o dos metros, el aire de las salas seguiría siendo el mismo y los suelos no son fácilmente lavables. Tampoco son lavables las obras de arte, que desde luego no pueden desinfectarse. Por último, ninguna aseguradora cubre los riesgos de contagio por coronavirus, por lo que el riesgo para los organizadores sería muy elevado”. Y siguiendo con el tema de la seguridad, “las medidas de seguridad que hay que adoptar (reservas obligatorias para los visitantes, recorridos obligatorios por el interior de las salas, audioguías que hay que rehacer, santificación frecuente, dispositivos de higiene pública, sistemas para el intercambio saludable de aire), requieren tiempo (al menos 4 meses de trabajo) y más inversiones. Estaremos listos como muy pronto en septiembre, con las medidas adecuadas”. Por último, la séptima razón se refiere a los préstamos: “los prestamistas nacionales e internacionales no concederán préstamos hasta que no haya certeza de poder viajar, y desde luego en mayo no se permitirán los viajes internacionales”.

En consecuencia, concluye Iole Siena, “la apertura el 18 de mayo sólo podrá aplicarse a algunos museos públicos (siempre que puedan garantizar tan rápidamente las medidas de seguridad) o a exposiciones sostenidas con fondos públicos, para las que se puede recurrir al servicio público, o a algunas exposiciones ya abiertas antes de la crisis, que pueden prorrogarse si se prevé su sostenibilidad económica. Ningún operador privado concienciado podrá operar con tanta rapidez, dados los supuestos anteriores. Abrir una exposición en pocas semanas sería antieconómico y arriesgado para la salud de quienes trabajan y de quienes la visitan, aumentaría el riesgo de pérdidas ya seguras y, por tanto, empeoraría una situación ya muy comprometida. Primero hay que abordar el cuadro de ayudas a las empresas culturales, después poner en marcha las medidas de seguridad con tiempo para probarlas, y después anunciar las reaperturas de forma sensata y sin ambigüedades, poniendo a todos en las mismas condiciones para operar, también por equidad de mercado. El momento adecuado para reabrir, en mi opinión, es octubre de 2020 (con cinco meses de trabajos preparatorios), obviamente esperando que la epidemia no vuelva a empezar”.

En la foto: exposición en el Palazzo Bonaparte, Roma.

Para el presidente de Arthemisia, es imposible reabrir las exposiciones el 18 de mayo: no conviene y no hay tiempo
Para el presidente de Arthemisia, es imposible reabrir las exposiciones el 18 de mayo: no conviene y no hay tiempo


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