El caso del Papiro de Artemidoro, el papiro que se cree es un original del siglo I a.C. que contiene un texto atribuido al geógrafo Artemidoro de Éfeso y varias imágenes de animales y partes del cuerpo humano, podría cerrarse definitivamente. En 2004, fue adquirido a un alto precio por la Compagnia di San Paolo, que pagó por él 2,75 millones de euros al comerciante Serop Simonian, quien vendió después la preciosa obra al Instituto de Turín. Se trataba de una suma enorme por un papiro, debido también a que la obra no tenía una procedencia segura, ya que no se disponía de documentación al respecto. En 2013, sin embargo, el erudito Luciano Canfora, historiador clásico y filólogo, expresó sus dudas sobre la autenticidad del Papiro de Artemidoro (creía que el lenguaje empleado en el texto no era compatible con el utilizado realmente por Artemidoro), y surgió una disputa entre el propio Canfora, que consideraba el documento una falsificación atribuible al conocido falsificador Kostantinos Simonidis (Simi, 1820 - ¿Alejandría, 1890?), y Salvatore Settis, que prefería considerarlo original.
A nivel judicial, el asunto terminó en diciembre de 2018, cuando la Fiscalía de Turín juzgó que el Papiro era una falsificación del siglo XIX (el juicio no irá más allá por haber prescrito), pero los estudiosos siguieron debatiendo, ya que los partidarios de la originalidad creían que la partida seguía abierta.
El domingo por la noche, el programa de televisión Informe sobre Rai Tre adelantó en exclusiva los resultados de los análisis realizados por elInstituto Central de Patología del Libro, dependiente del Ministerio de Cultura. En las imágenes, reveló la restauradora Cecilia Hausmann, del Instituto de Patología del Libro, se encontraron discontinuidades entre las figuras y los pliegues del papiro (en particular, en algunos lugares donde el papiro está plegado, las figuras no parecen estar afectadas por los pliegues, como si hubieran sido dibujadas sobre el papiro ya plegado y arruinado, y por tanto a posteriori), mientras que las investigaciones espectroscópicas de las tintas revelaron otros detalles, en particular la ausencia generalizada de impurezas: “normalmente”, dijo Hausmann, “cuanto más puras son las tintas, más denotan una fabricación moderna. Es poco probable que sean de fabricación antigua”. Además, las investigaciones revelaron la presencia del llamado diamante hexagonal, un alótropo del carbono que en la naturaleza sólo se encuentra en rocas meteóricas, en Sri Lanka o Canadá, por tanto no en Egipto, la zona de supuesto origen de los papiros. “Lo que sí sabemos”, prosigue Hausmann, “es que esta estructura particular del carbono es un producto industrial, que se originó más o menos en el siglo XIX”. ¿Podría decirse, por tanto, que el caso está cerrado?
Papiro de Artemidoro, Informe revela un análisis exclusivo de la obra: 'Es improbable que las tintas sean antiguas' |
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