Esta tarde se ha celebrado en el Coliseo el encuentro de oración El Grito de la Paz. Religiones y Culturas en Diálogo, promovido por la Comunidad de Sant’Egidio, ha contado con la presencia del Papa Francisco, que ha presidido la oración de los cristianos junto a representantes de otras religiones, a partir de las 16:30 horas. Al final de la oración, el pontífice subió al escenario junto con los distintos representantes donde tuvo lugar el Encuentro Internacional y comenzó la ceremonia, al final de la cual se leyó elLlamamiento por la Paz. El encuentro de hoy representó también el primer compromiso oficial del nuevo ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, que recibió al Santo Padre en el Coliseo, que es uno de los institutos autónomos del Ministerio de Cultura.
La directora del Parque Arqueológico del Coliseo, Alfonsina Russo, transmitió a través de sus declaraciones la emoción por el encuentro con el Papa Francisco: “Estamos emocionados y honrados de haber acogido un momento tan solemne de oración y reflexión en el interior del Coliseo, que ha visto reunidos a líderes religiosos de todo el mundo, en presencia del Santo Padre, junto a autorizados representantes de instituciones internacionales”, dijo. “Un mensaje de esperanza en nombre del bien más grande, la Paz, que comienza aquí mismo -lugar de encuentro de culturas y encrucijada de pueblos- para extenderse a toda la humanidad en nombre del diálogo y la fraternidad universales. Este es también un momento histórico para Roma, que por primera vez ve unidos dos símbolos de la ciudad en una solemne comunión entre la sacralidad más alta y la historia más antigua”.
“Este año -dijo el Papa Francisco durante su discurso en el Coliseo- nuestra oración se ha convertido en un ’grito’, porque hoy la paz está gravemente violada, herida, pisoteada: y esto en Europa, es decir, en el continente que en el siglo pasado vivió las tragedias de las dos guerras mundiales -y estamos en la tercera-. Desgraciadamente, desde entonces, las guerras no han cesado de ensangrentar y empobrecer la tierra, pero el momento que vivimos es particularmente dramático. Por eso hemos elevado nuestra oración a Dios, que siempre escucha el grito angustiado de sus hijos. [...] La paz está en el corazón de las religiones, en sus escrituras y en su mensaje. En el silencio de la oración, esta tarde, hemos escuchado el grito de la paz: paz sofocada en tantas regiones del mundo, humilladas por demasiada violencia, negada incluso a los niños y a los ancianos, que no se libran de la terrible dureza de la guerra. El grito por la paz a menudo es silenciado no sólo por la retórica de la guerra, sino también por la indiferencia. Lo silencia el odio que crece mientras se lucha. Pero el grito por la paz no puede ser silenciado: surge del corazón de las madres, está escrito en los rostros de los refugiados, de las familias que huyen, de los heridos o de los moribundos. Y este grito silencioso sube al Cielo. No conoce fórmulas mágicas para salir de los conflictos, pero tiene el sacrosanto derecho de pedir la paz en nombre del sufrimiento que ha padecido, y merece ser escuchado. Merece que todos, empezando por los gobernantes, se inclinen para escucharla con seriedad y respeto. El grito de paz expresa el dolor y el horror de la guerra, madre de todas las pobrezas”.
“Desactivemos los conflictos con el arma del diálogo”, es el llamamiento del Papa Francisco, que recuerda las palabras de Juan XXIII en octubre de 1962: “Imploramos a todos los gobernantes que no permanezcan sordos a este grito de la humanidad. Que hagan todo lo que esté en su mano para salvar la paz. Evitarán así al mundo los horrores de una guerra cuyas terribles consecuencias no se pueden prever. [...] Promover, alentar y aceptar el diálogo, a todos los niveles y en todo momento, es una regla de sabiduría y prudencia que atrae la bendición del cielo y de la tierra”. Sesenta años después, el Papa Francisco concluyó: "Sesenta años después, estas palabras suenan sorprendentemente actuales. Las hago mías. [...] No nos resignemos a la guerra, cultivemos semillas de reconciliación; y elevemos hoy al Cielo el grito de la paz, una vez más con las palabras de san Juan XXIII: ’Que todos los pueblos de la tierra se unan y florezca en ellos y reine siempre la paz más deseada’. Que así sea, con la gracia de Dios y la buena voluntad de los hombres y mujeres que Él ama.
Papa Francisco, encuentro de oración en el Coliseo: 'en nombre de la Paz, el mayor bien' |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.