Publicamos y recibimos una carta abierta escrita por un candidato a la oposición para 1.052 auxiliares de acceso, recepción y vigilancia convocada por el Ministerio de Cultura y Turismo, cuyas pruebas de preselección se celebran en la Feria de Roma del 8 al 20 de enero de 2020. A petición expresa de la autora, esta carta se publica de forma anónima.
Tengo 35 años, soy licenciado en Historia del Arte y, como muchos otros licenciados en Humanidades, participé en la preselección del concurso convocado por el Mibact para “1052 auxiliares de uso, recepción y vigilancia”. En aras de la brevedad, no entraré a valorar el hecho de que personas licenciadas y especializadas en patrimonio cultural se vean obligadas por las condiciones de Italia a aspirar a un puesto de trabajo no cualificado como salida profesional casi exclusiva. Ustedes ya se han ocupado de esta cuestión en varios artículos, entre ellos el del 10/01 de Federico Giannini, que les agradezco. Me limitaré a las consideraciones relativas a los criterios de selección, que considero totalmente insuficientes.
Como saben, las pruebas, que siguen su curso, se desarrollan durante varios días, del 08/01 al 20/01, en dos sesiones diarias. Los cuestionarios de las pruebas, por tanto, difieren de una sesión a otra (lo que ya de por sí se presta a la injusticia), pero esta condición se ve agravada por el hecho de que las pruebas no tienen una distribución equitativa de los tipos de preguntas. Me refiero, a modo de ejemplo, a dos cuestionarios de los que tengo conocimiento, el primero realizado por mí, el segundo por compañeros participantes: el cuestionario de la tarde del 9 de enero presentaba una mayoría de preguntas de cálculo (series numéricas, cálculo combinatorio, proporcionalidad directa e inversa, etc.) mientras que el cuestionario de la mañana del 10 de enero presentaba una mayoría de silogismos, es decir, preguntas de razonamiento lógico-verbal.
Dejando de lado, por un momento, la conveniencia de evaluar a los candidatos a una profesión de la cultura en este tipo de cuestionario, es evidente que para garantizar una dificultad equivalente de las pruebas, cada una debería presentar el mismo número de preguntas por tipo (por ejemplo, 5 de razonamiento lógico-matemático; 5 de carácter verbal-crítico y así sucesivamente para cada sesión de pruebas). Si se ignora este criterio, será la suerte, y no la preparación, la que decida quién sale mejor parado.
Además, los textos sobre los que prepararse y los programas informáticos de simulación disponibles (véase la plataforma Edises) no son en absoluto indicativos del contenido sobre el que se basa realmente la prueba de preselección. Existen muchos tipos de pruebas a los que se puede aplicar el texto "1052 MIBAC assistenti per l’uso, la recepzione e la supervisione. Teoria e test per la prova preselettiva’ (coste 32 euros) dedica un amplio espacio, completado con ejercicios, no son el objeto de la prueba, como tampoco lo son las preguntas propuestas por el simulador. Así que, después de pasarme meses practicando pacientemente problemas matemáticos para demostrar que tenía el coeficiente intelectual suficiente para vigilar las salas de los museos, me encontré ante un examen que contenía tipos de preguntas que nunca había visto antes. Una vez más, la preparación no parece ser un requisito importante.
Por último, me gustaría hacer una observación más general sobre los criterios de selección: ¿tiene sentido que las pruebas en las que se basan las pruebas de preselección sean las mismas tanto cuando se trata de seleccionar a aspirantes a médicos como cuando se trata de identificar a funcionarios técnicos, ingenieros, educadores o personal de museos? ¿Por qué razón resolver anagramas y series numéricas, calcular las probabilidades en el lanzamiento de dados o a qué velocidad se encuentran dos trenes deben ser los mejores criterios para evaluar a los auxiliares de visita en los museos? De las 60 preguntas del test, sólo tres se referían a contenidos de historia del arte.
Se dirá que las pruebas posteriores se centrarán en el conocimiento del patrimonio artístico, pero los candidatos mejor preparados en esta materia (que es la que realmente les cualifica para el puesto) corren el riesgo de ser excluidos antes, por no saber resolver pruebas de cálculo combinatorio.
Se seguirá diciendo que es importante estar dotado de habilidades de razonamiento lógico-deductivo en cualquier trabajo. Cierto, pero ¿es ésta la mejor manera de evaluarlo? Además, si hacemos este tipo de argumentación, sería igual de importante que los candidatos a profesiones técnico-científicas tuvieran una buena formación general, en cambio, curiosamente, a la hora de evaluarlos se les pide que sepan a qué se presentan, no algo que esté completamente fuera de su formación.
Este es uno de los muchos ejemplos que muestran cómo la cultura humanística no tiene reconocimiento ni dignidad en Italia, ni siquiera cuando se trata de seleccionar trabajadores en el ámbito del patrimonio cultural. Es evidente que este criterio de selección responde a la necesidad organizativa de reducir drásticamente el número de participantes, pero lo hace de forma totalmente indiscriminada y arbitraria respecto al objetivo que se propone, con el riesgo de excluir de entrada precisamente a las personas más cualificadas y motivadas para ocupar el puesto profesional buscado.
En la foto: los candidatos del concurso MiBACT esperando para entrar en la Feria de Roma
Oposición de auxiliares MiBACT, la protesta: "Criterios de selección inadecuados, riesgo de exclusión de los mejor preparados |
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